One Hundred Years after the “Tunguska Event”

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Especial para CienciaPR por Wilson J. González Espada, Ph.D. La Tierra sufre a diario el bombardeo de material proveniente del espacio. La mayoría de estos meteoroides no son mucho más grandes que un teléfono celular y, por su altísima velocidad, se desintegran al hacer contacto con la atmósfera. Las famosas “estrellas fugaces” que aparecen de vez en cuando son el rastro luminoso del contacto de un meteoroide chiquito con el aire. Claro, no todos los meteoroides son pequeños e inofensivos. Algunos son más grandes y pueden golpear a la Tierra o explotar en la atmósfera. El 30 de junio del 2008 se cumplieron 100 años de uno de estos impresionantes eventos en Tunguska, Rusia. Se cree que aquel meteoroide era del tamaño de una casa y viajaba a 35,000 millas por hora. El increíble impacto de la explosión fue registrado por varios sismógrafos (detectores de terremotos) a 600 millas de distancia. Esto sería como si desde San Juan se sintiera una explosión en Venezuela. La explosión destruyó completamente más de 800 millas cuadradas de bosque, equivalente a un área cinco veces del tamaño de Arecibo, uno de los municipios más grandes de Puerto Rico. Los científicos estiman que la destrucción fue de una magnitud similar a detonar cientos de bombas atómicas como las usadas en la Segunda Guerra Mundial. Afortunadamente, el área de Tunguska era muy remota y no hubo muchas muertes. Un impacto similar en una región poblada sería una catástrofe inimaginable. Es por ésto que en California, la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) mantiene un programa para la detección de objetos cercanos a la Tierra (“Near Earth Objects ó NEO por sus siglas en ingles). Los NEO son mayormente meteoroides rocosos, metálicos o carbonáceos y residuos cometarios. La detección de los NEO es muy difícil. Contrario a las estrellas, que emiten luz y pueden verse fácilmente, los NEO son casi opacos y se confunden con la oscuridad del espacio. Como la luz que reflejan del Sol es mínima, instrumentos de alta sensibilidad se usan para encontrarlos. Hasta el momento, la NASA mantiene bajo observación unos 900 meteoroides clasificados como “potencialmente peligrosos.” El problema no son necesariamente los NEO que ya se han descubierto, sino los que no hemos visto todavía. Por lo tanto, la Tierra siempre está en riesgo de una desagradable y peligrosa sorpresa: un meteoroide mediano o grande que nos coja fuera de base. El autor es Catedrático Asociado en Ciencias en Morehead State University y miembro de CienciaPR (www.cienciapr.org).