Las embarazadas y el coronavirus

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Ken Hammond (USDA)

Publicado originalmente en la sección de Opinión de El Nuevo Día

Por Carmen Zorrilla, MD

Aún hay poca información sobre cómo el COVID-19  afecta a las embarazadas. Una embarazada tiene su sistema inmune alterado y es más vulnerable a infecciones como la influenza o las varicelas, por ejemplo. En algunos, casos como la de la influenza H1N1, este grupo de mujeres experimenta una mortalidad mayor comparadas con el resto de la población. 

Hasta ahora no se ha encontrado que el COVID-19 afecte con mayor severidad a las embarazadas. En un reporte que observó a 147 embarazadas en China, 8% tuvieron una enfermedad severa, y solo 1% una enfermedad crítica. Estos porcentajes son parecidos a los observados en la población general. 

Otro reporte que siguió los casos de nueve embarazadas con pruebas de COVID-19 confirmadas, describió que siete presentaron fiebre, cuatro tos, tres malestar muscular, mientras que dos sufrieron faringitis y otras dos malestar general. Ninguna desarrolló pulmonía, ni murió. Los nueve bebés nacieron bien por vía de cesárea. Es importante notar que no se encontró virus en el líquido amniótico, muestra de cordón umbilical, hisopo de garganta neonatal o leche materna en seis de las pacientes que lactaron.

Hasta el momento no se han observado defectos congénitos asociados a COVID-19. Sin embargo, se postula que la infección de la madre durante el último mes de embarazo podría ser más peligrosa para el bebé. Tal parece que el virus no “cruza la placenta”, pero hay reportes de bebés infectados y se piensa que es por contacto directo luego de nacer. 

¿Cómo pueden las mujeres protegerse de COVID-19 durante el embarazo? Lo más lógico es limitar las salidas, usar mascarillas al salir, y lavarse las manos con frecuencia. Las embarazadas deben llamar a su obstetra para consultas telefónicas y solamente asistir a la oficina por cita coordinada para evaluaciones de bienestar fetal, sonograma y estudios que requieran su presencia. 

Es importante tener en cuenta que los hospitales están limitando el número de acompañantes durante el parto para limitar la exposición al coronavirus. Las embarazadas deben tener un plan que incluya información de reglas nuevas en el hospital y qué hacer si su médico se enferma. Si tiene otros niños, las mujeres pueden buscar algún allegado que pueda ayudar en las visitas al pediatra y otras tareas para evitar exposición al virus. 

Luego del parto, tener al bebé en el cuarto (“rooming-in”) es beneficioso siempre y cuando la mamá no tenga síntomas de COVID-19. Si ese fuera el caso, los hospitales tienen medidas de precaución para evitar contagio al bebé, que incluyen separar al bebé y la mamá.

No se ha encontrado el coronavirus en la leche materna. Una mamá sin síntomas, y sin historial de contacto con personas enfermas, puede amamantar a su bebé sin preocupación. Pero, debe cuidarse de no exponerse a un contagio posterior. 

En el caso de que la mamá tenga COVID-19, las recomendaciones son más estrictas. Si la mamá tiene infección confirmada o de alta sospecha, lo ideal es sacar la leche de una manera estéril con una bomba, limpiar el equipo después de cada uso y limpiar los envases de la leche. Si la mamá ha estado muy enferma, lo ideal es que otra persona alimente al bebé con la leche materna sacada estérilmente. Aunque pensamos no habrá contagio por la leche, puede haber contagio por contacto físico directo con el bebé, por lo cual mamá debe usar mascarilla y lavarse las manos o usar hand sanitizer antes de tocarlo. 

Aún queda mucho por aprender sobre cómo COVID-19 afecta a las embarazadas y las recomendaciones cambiarán según tengamos más experiencia con el virus. En tanto conocemos más, las medidas de prevención y el distanciamiento físico serán los mejores aliados de las embarazadas.

La autora es ginególoga obstetra.

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