Costosa la preservación del manatí

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Marieli Collazo Vega
Actualmente, el Centro de Conservación de Manatíes de Puerto Rico cuenta con 60 voluntarios, de los cuales 25 están activos. Entre ellos se dividen las tareas y los cuidados para Guacara, Aramaná y Yuisa, los manatíes que permanecen en el Centro en la act

El Centro de Conservación de Manatíes de Puerto Rico (CCMPR), inauguró sus nuevas instalaciones en diciembre de 2012. Sin embargo, desde el año 2009 se estableció en la Universidad Interamericana en Bayamón, donde se dedica a cuidar, tratar y rehabilitar manatíes heridos o varados. Esta tarea la ha realizado el profesor e investigador Antonio Mignucci desde que fundó la Red Caribeña de Varamientos (RCV) hace 23 años.

“Al pasar del tiempo nos dimos cuenta de que los manatíes eran los que más ayuda necesitaban con los programas de conservación, y era la prioridad tanto para los científicos, como para el gobierno, de proteger esta especie en peligro de extinción’’, expresό Mignucci sobre la RCV. Esta organización es una sin fines de lucro, al igual que el CCMPR. Por lo tanto, el que la organización pueda realizar su trabajo depende de las donaciones que reciban.

En la actualidad, el Centro junto a la Red Caribeña de Varamientos mantienen una asociación con la Universidad Interamericana, unión que permitió la creación de dicho Centro. A través de esa asociación llegan fondos procedentes de compañías o corporaciones para los manatíes, pues su mantenimiento asciende a unos cien mil dólares anuales dependiendo del estado en que se encuentren.

Según Mignucci son alrededor de 25 a 30 compañías que aportan con fondos, servicio, equipo, materiales o alimento. ‘’Un ejemplo es Caribbean Products que dona toda la lechuga y los vegetales que utilizamos para los manatíes’’, puntualizó.

De igual forma, el investigador añadió que la Interamericana aporta con la infraestructura, seguridad, electricidad y agua. Otra compañía que aporta al Centro lo es Eco Eléctrica, uno de sus mayores aportadores, al igual que la Fundación Plaza Las Américas, la farmacéutica Pfizer, entre otros. También, Mignucci sostuvo que el gobierno estatal y federal ha aportado grandemente al CCMPR.

Según el director del Centro, la legislatura de Puerto Rico aporta desde el año 1993 para poder financiar el proyecto. Para la construcción del laboratorio, Mignucci dijo que la legislatura aportó 300 mil dólares, de los 800 mil que costó. Todas las aportaciones que levanta el Centro pueden ascender a unos 250 mil dólares. Sin embargo, según el investigador, si contabilizaran todos los costos del Centro, la cantidad asciende a unos 500 mil dólares anuales.

Por esa razón, la función de la Red es buscar otros donantes que puedan aportar, utilizando ese dinero para las ayudantías que se les ofrece a estudiantes, la compra de materiales y para operar el Centro como tal. También, reciben donativos de estudiantes de escuelas.

Actualmente, cuentan con 60 voluntarios, de los cuales 25 están activos. Entre ellos se dividen las tareas y los cuidados para Guacara, Aramaná y Yuisa, los manatíes que permanecen en el Centro en la actualidad. De los tres, Guacara vive permanentemente en las instalaciones, pues tiene dificultades para flotar y por tanto respirar bien, a causa de un golpe de un bote en el estado de Florida.

El profesor Antonio Mignucci ha trabajado con los manatíes desde otras universidades como la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez y la Universidad Metropolitana. Sin embargo, el poder establecer un tipo de proyecto como el que existe en la Universidad Interamericana no tuvo el respaldo esperado.

“Muchas universidades se interesan por un proyecto como este, pero no muchos de los oficiales de las universidades creen que es posible y lo ven bastante cuesta arriba’’, señaló. Mignucci expresό que ahora en la Inter existe otra perspectiva del proyecto, añadiendo que el trabajo de adiestramiento a estudiantes es un gran atractivo pues cuentan con un laboratorio viviente. El Centro actualmente recibe estudiantes de otras universidades de Puerto Rico y acercamientos de estudiantes del exterior que desean visitarlo.

A pesar del gran trabajo que requiere la preservación de la especie, Mignucci expresό que “hay que tener mucha pasión y mucho tesón en creer en echar estos animales para adelante, para aunar todos estos esfuerzos de las corporaciones, voluntarios y de las universidades y colegas en otras partes del mundo que también apoyan con información’’.

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