Dañino a las especies el ruido ambiental

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Por Gerardo E. Alvarado León / galvarado@elnuevodia.com De no tomarse medidas preventivas a tiempo, los efectos del ruido ambiental sobre las reservas naturales de la Isla incluirán el desplazamiento de las especies de su hábitat natural, la alteración de sus patrones de comportamiento y hasta daños en sus sistemas auditivos. Esos fueron los resultados preliminares -dados a conocer ayer- del primer estudio sobre la presencia y efectos de ruidos ambientales en varias reservas naturales. La investigación es parte de un acuerdo interagencial entre la Junta de Calidad Ambiental (JCA), el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) y el Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico. El presidente de la JCA, Carlos López Freytes, señaló que gran parte de los problemas causados por ruidos en las reservas del País provienen de los medios de transporte terrestres y aéreos, la amplificación excesiva de sonidos recreativos en residencias o negocios, ruidos de las industrias, la construcción y equipos o maquinarias. Sobre este particular, el director del Área de Control de Ruidos y Querellas Ambientales de la JCA, José Alicea Pou, agregó la actitud de los “visitantes revoltosos”. Alicea Pou indicó que los resultados se obtuvieron mediante 16 sonómetros colocados en El Yunque, el parque Julio Enrique Monagas en Bayamón, el bosque San Patricio, el bosque de Piñones y la reserva natural de Humacao. Por su parte, el catedrático auxiliar del Departamento de Biología de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Humacao, Neftalí Ríos López, destacó que el impacto del ruido sobre la vida silvestre conlleva un “componente de relatividad, porque no se trata de una sola especie, como los humanos, sino un abanico de organismos”. El experto añadió que, sobre todo en los anfibios, los ruidos pueden causar una disminución en su cantar y, eventualmente, en su reproducción y poblaciones. “El efecto en cada especie dependerá de su capacidad de escuchar”, sostuvo Ríos López. Necesario profundizar El panel coincidió en que los efectos y consecuencias del ruido ambiental sobre las reservas naturales tienen que ser estudiados a mayor profundidad. Como parte del estudio, también se analizó el nivel de ruido en las áreas urbanas. Se escogieron puntos al azar en San Juan y Guaynabo, donde se colocaron 105 sonómetros. En la mayoría de los casos se encontró que el ruido excedía el límite permitido por la Organización Mundial de la Salud. El nivel aceptable para no exceder el grado de molestia es 55 decibeles. No obstante, el promedio de los hallazgos fue de 65 decibeles durante las 24 horas. Los resultados fueron presentados durante el Quinto Simposio de Ruido y Contaminación Sónica, celebrado en la Universidad Metropolitana de Cupey.