A definir el valor del conocimiento

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Por Marie Custodio Collazo / mcustodio@elnuevodia.com endi.com ¿Puede Puerto Rico competir con China en la generación de conocimientos, o los boricuas deben darse por vencidos y buscar otra vía de desarrollo económico? Para Antonio García Padilla, ex presidente de la Universidad de Puerto Rico (UPR), la Isla tiene posibilidades y sugirió que la investigación se debe enfocar hacia nichos en los que los puertorriqueños tengan la oportunidad de añadir valor. “Tenemos la capacidad de generar conocimiento exportable a personas que comparten nuestros marcadores genéticos, patrones de alimentación y exposición ambiental. Ese es el nicho al que debemos aspirar”, manifestó el ex presidente de la UPR, en referencia a la investigación y desarrollo de tratamientos médicos que tengan mayor efectividad en las poblaciones latinas. Al presente, investigadores radicados en la Isla también exploran remedios para enfermedades típicas del trópico, como el dengue. Uno de ellos es el doctor Juan Carlos Zevallos, del Recinto de Ciencias Médicas de la UPR, quien participa en un estudio para desarrollar una vacuna contra el dengue. García Padilla también opinó que Puerto Rico tiene que sacar partido a la alta concentración de empresas del segmento de las ciencias vivas, para poder ubicarse más arriba en la cadena de valor y no conformarse con la manufactura de medicamentos. No obstante, el ex presidente de la UPR, vinculado con inversiones importantes en el área de investigación, resaltó que para aprovechar las ventajas, el País tiene que entender cómo opera su base industrial para saber las posibles vías de movimiento dentro de ese sector, que lleva cuatro décadas establecido aquí. Sin embargo, la gerencia puertorriqueña de estas empresas multinacionales ha comenzado a dar pasos para atraer fases de investigación y desarrollo de productos a la Isla. En el 2009 se inauguraron dos laboratorios de desarrollo, en Merck y la antigua Wyeth (hoy Pfizer). Con esto, las plantas tienen la posibilidad de elaborar los procesos y la formulación para la manufactura de nuevos medicamentos. Además, Daneris Fernández, vicepresidenta de operaciones de manufactura de Merck y presidenta de la Asociación de la Industria Farmacéutica de Puerto Rico, anunció en octubre pasado que la organización tiene planes de unirse al consorcio de investigación INDUNIV para transformarse en la Asociación de Industria de las Ciencias Vivas (Life Science Industry Association). La ejecutiva indicó que la nueva asociación incorporará todo el sector de ciencias vivas, que incluye las 20 farmacéuticas establecidas en la Isla, los suplidores del sector, y universidades locales y del exterior, con el objetivo de crear conglomerados dedicados a la investigación y desarrollo, y al aspecto comercial. Fernández reconoció que la industria farmacéutica local se ha enfocado en manufacturar productos y exportarlos a Estados Unidos, y con la creación de la Asociación de Industria de las Ciencias Vivas lo que se busca es promover agresivamente la investigación y desarrollo. Con esto, los integrantes de la industria aspiran a alcanzar economías emergentes como Brasil, India, China y Singapur, y así poder atraer nueva inversión a la Isla. Conocimiento práctico Mientras que el ingeniero Jorge L. Rodríguez, presidente y fundador de la firma local Paciv -con oficinas en Indiana e Inglaterra-, resaltó que en la Isla ya hay conocimiento acumulado en las empresas que dan servicios a las grandes corporaciones de las ciencias vivas, lo que representa una ventaja competitiva para Puerto Rico. “Los otros países no tienen el ecosistema de empresas que hay aquí para atender a esa industria. Si Puerto Rico logra descifrar cómo elevar la manufactura a otro nivel, con la industrialización del servicio, puede hacer que las empresas vean que es mejor quedarse aquí que irse a la India o Singapur a empezar de cero”, expresó Rodríguez, cuya firma sirve a las corporaciones de ciencias vivas en la Isla y el exterior. Añadió que los suplidores locales, en colaboración con la gerencia puertorriqueña de las manufactureras, pueden desarrollar modelos y procesos innovadores que generen eficiencias, que a su vez se puedan replicar en otras instalaciones. “Y de ahí tenemos que promover la globalización de estas empresas de servicios para que exporten el conocimiento... Tenemos que visualizar que nuestras empresas pueden servir al mundo entero”, exhortó. Para García Padilla, precisamente, una de las claves para lograr insertarse en la economía del conocimiento, es convencer a la sociedad puertorriqueña de que tiene la capacidad para innovar y generar conocimiento valioso que se puede exportar. Puntualizó que, en ese renglón, las universidades son vitales para infundir a la ciudadanía confianza en el potencial del País para acometer proyectos de envergadura. Innovación urgente En tanto, Cyril Meduña, presidente de la firma de capital de riesgo Advent-Morro, estimó que a los boricuas les quedan unos cinco a diez años para explotar su pericia en el sector de las ciencias vivas debido a la pérdida de competitividad frente a otra jurisdicciones. Señaló que la economía del conocimiento ha sido una apuesta exitosa en otras jurisdicciones, como Ohio, donde el gobierno hizo una inversión “enorme” para enfocar las universidades en el área tecnológica y atraer científicos e investigadores de excelencia. Además, mencionó que los esfuerzos de dicho estado por redirigir la economía de Ohio hacia el conocimiento generó 135,000 empleos en 15 años. “El conocimiento genera riqueza... La gente joven tiene que asegurarse de que eso mismo ocurra en Puerto Rico. Inicialmente, vamos a tener que importar estos investigadores para insertarnos en la economía del conocimiento. Ohio hizo una inversión a largo plazo, pero no fue para crear empleos en la manufactura. No está compitiendo con Puerto Rico para traer manufactura, sino que Ohio quiere atraer investigadores de excelencia”, puntualizó Meduña. Durante la presidencia de García Padilla, la UPR desarrolló y construyó el centro de Ciencias Biomoleculares, primer edificio isleño dedicado a la investigación científica. Así como el centro comprensivo de cáncer en las instalaciones del Recinto de Ciencias Médicas, en el que se realiza investigación avanzada sobre la incidencia de esta enfermedad en Puerto Rico y América Latina, además de diseñar nuevas drogas y tratamientos para los pacientes. Asimismo, el Gobierno actual someterá pronto una medida para designar un distrito de las ciencias, cuyo centro será la antigua cárcel de Oso Blanco, y en el que se construirán laboratorios, viviendas y otras amenidades para viabilizar la creación de una comunidad atractiva para científicos de alto nivel. Como parte de las iniciativas para atraer a estos investigadores, en septiembre de 2009 entró en vigor la Ley de Incentivo Contributivo a Investigadores Científicos, que le otorga exención contributiva a científicos e investigadores, que cumplan con determinados requisitos, y trabajen en universidades de la Isla. No obstante, para el economista Diego Iribarren, la aspiración de convertirse en un centro de innovación puede ser una aspiración que le queda grande a una isla de 4 millones de habitantes, al enfrentarse con gigantes como China con una población mayor y, por ende, un número más alto de mentes innovadoras entre sus habitantes. “Pienso que los países se van a especializar donde tengan ventajas competitivas... En Puerto Rico la generación de patentes es muy baja y no hay suficientes laboratorios. Por eso me parece más práctico pensar en qué punto de la cadena de valor nos podemos insertar de forma competitiva”, reflexionó Iribarren. En tanto, Meduña difirió al insistir en que si se invierte en la creación de un ambiente propicio para la investigación, se puede comenzar a atraer científicos de alto calibre para acelerar la generación de conocimiento mercadeable. “El conocimiento lo lleva la gente. Si creamos los centros de excelencia, los chinos van a venir acá, según nosotros podríamos ir a China”, añadió el inversionista.