El Mar de Puerto Rico, esa maravilla que nos abraza

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Por Dr. Jorge Bauzá-Ortega / Especial El Nuevo Día El Nuevo Día La riqueza del océano se presenta en Puerto Rico con el documental titulado Oceans dirigido por Jacques Perrin y Jacques Cluzaud. Esta producción de excelencia nos ilustra las maravillas del mundo acuático y sus criaturas pero, sobre todo nos habla sobre su fragilidad. Estamos rodeados por este tesoro: al norte tenemos el Océano Atlántico y hacia el sur la belleza del Mar Caribe. Estas aguas que abrazan nuestra isla forma el Mar de Puerto Rico. Se estima que la diversidad de especies en nuestro océano es de 3 a 5 veces mayor que las identificadas y conocidas hoy día. Esta riqueza de organismos acuáticos está a su vez asociada a otras comunidades que al interaccionar con el medio que les rodea llamamos ecosistemas. Entre estos tenemos los arrecifes de coral donde más de 100 especies diferentes de coral y sobre 180 especies de peces se encuentran asociadas únicamente a estos ecosistemas. Asimismo, tenemos los manglares, las praderas de yerbas marinas, las costas rocosas, lodazales sumergidos en las aguas profundas lejos del litoral y las playas. Tomemos como ejemplo éstas últimas que tanto disfrutamos y que son más que arena, agua y sol. En ellas viven criaturas marinas, algunas tan pequeñas que habitan entre los granos de arena llamadas la meiofauna y otras más grandes que habitan sobre la superficie arenosa como las estrellas de mar. Además de su biodiversidad, el Mar de Puerto Rico nos provee un sinfín de beneficios. Por ejemplo, de los ecosistemas del litoral obtenemos la protección de la costa, la vida y la propiedad. Estos actúan como barreras naturales contra los fuertes oleajes producto de las tormentas, marejadas y tsunamis. Una franja de manglar de 200 metros de espesor puede ser suficiente para reducir la fuerza de un tsunami hasta en un 90%. Por otro lado, estos ecosistemas son fuentes de productos medicinales, compuestos anticancerosos, analgésicos, que día a día se siguen descubriendo en los organismos que los habitan. Por ejemplo, de una pequeña y gelatinosa criatura -el tunicado del manglar– fue donde se descubrió un potente compuesto anticanceroso, la Trabectedina ET-743, recetado hoy día como Yondelis. Tenemos que añadir a la lista los recursos energéticos. Las olas, las mareas, las corrientes e, incluso, la diferencia en las temperaturas entre la superficie y las aguas profundas son fuente comprobada de energía limpia, barata y renovable. Ejemplo de esto es la pequeña central eléctrica por oleaje llamada LIMPET 500 ubicada en la isla escocesa de Islay donde se generan unos 500 kilovatios. Aunque muy pequeña, produce energía suficiente para satisfacer la necesidad energética de unas 400 viviendas. Podemos continuar con la lista si añadimos los recursos mineros, transportación marítima, las pesquerías bien manejadas, el potencial para la acuacultura y el mar como fuente de agua potable. De la misma manera, está el beneficio de la recreación, el esparcimiento y el sosiego recibido cuando nos conectamos con el Mar de Puerto Rico, cuerpo que se encuentra amenazado -como tantos otros mares- por la contaminación y la sobreexplotación de sus recursos. En peligro también por los cambios globales asociados al crecimiento población. Pero toda esta riqueza, todos estos beneficios, dependen hoy por hoy de nuestras actitudes y acciones. No hay que olvidar que nosotros dependemos y dependeremos de esa maravilla que es el Mar de Puerto Rico. (El autor es oceanógrafo y asesor científico del Programa del Estuario de la Bahía de San Juan)