El regreso del carrao

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El carrao es la tercera especie que ha recolonizado la Isla. (Suministrada)

Las historias de Juan Bobo y Pedro Animala han sido disfrutadas, tanto en Puerto Rico como en el resto de Iberoamérica, por muchísimos años. Uno de esos cuentos tiene como protagonista a un ave llamada carrao (Aramus guarauna).

En el cuento, publicado por la escritora Pura Belpré en su libro “Once in Puerto Rico”, Pedro Animala es el truquero por excelencia, al que no le gusta trabajar y que se busca el peso engatusando al incauto. Pedro logra atrapar a un carrao y se lo vende a una señora con el cuento de que el carrao era un pájaro adivino. En realidad, las “visiones” del carrao fueron lo que Pedro Animala escuchó, escondido detrás de la puerta antes de que la señora lo viera, y que simplemente repitió para asombro de ésta.

El carrao se encuentra dentro del grupo de las grullas y es el único representante de la familia Aramidae en el Hemisferio Occidental. Este pájaro, generalmente nocturno y de hábitos solitarios, toma su nombre del sonido o llamado que produce. En general, su plumaje se puede describir como pardo con pintas blancas. Los juveniles de las yaboas (Nyctanassa violacea) son muchas veces confundidas con el carrao.

En el área del Caribe, al carrao se les puede observar en hábitats muy variados, que van desde zonas bajas, hasta lugares montañosos sumamente húmedos. Por lo general, se les observa en anegados y a orillas de cuerpos de agua, como charcas, lagunas y lagos.

No es raro observar al carrao caminando sobre la vegetación acuática en busca de caracoles, su principal fuente de alimento, y que atrapa goloso con su delgadísimo pico. La distribución del carrao es relativamente amplia, aunque sus poblaciones parecen estar en números bajos. El ave puede encontrarse en algunas de las Islas Bahamas, Cuba, Jamaica y en La Española.

Me parece que la historia de Pedro Animala y su carrao “adivino” es viejita, posiblemente anterior al siglo 20. ¿Por qué lo sospecho? Pues porque en Puerto Rico el carrao abundaba, pero para principios de siglo 20 ya era muy raro, luego se le consideró extinto.

Para el 1912 ver un carrao era muy raro, y tan sólo se podía encontrar en las pendientes norte del Yunque, la región entre Adjuntas y Maricao, y en Utuado. De igual modo, para la década del 1930 se consideró posiblemente extinto. No se sabe a ciencia cierta por qué esta ave desapareció de nuestra Isla, pero es muy probable que la destrucción de hábitat y la cacería hayan sido los factores principales.

Durante el siglo 20, hubo muy pocos informes de esta ave. Entre las décadas de 1950 y 1990 se le observó esporádicamente, y es muy posible que fueron individuos migratorios accidentales, porque los avistamientos fueron hechos durante la temporada de cacería.

En diciembre de 2012, Carlos Laboy encontró una pareja de estas aves anidando en un humedal de Canóvanas. Posteriormente se observaron carraos en Luquillo y Loíza. Actualmente hay un trío, incluyendo un juvenil, en el Lago de Carite. Sin lugar a dudas, este y otros lugares donde los carraos comienzan a establecerse nuevamente, ameritan ser protegidos y deben ser vedados a la caza.

Para beneficio de la biodiversidad boricua, el carrao es la tercera especie que, en tiempos recientes, ha recolonizado la Isla. Las otras dos lo son el Ibis o cigueña lustrosa (Plegadis falcinellus) y el Ibis blanco (Eudocimus albus). La evidencia hasta el momento sugiere que el carrao y las cigüeñas vinieron desde La Española.


El autor es Catedrático de Biología en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Humacao, y es miembro de Ciencia Puerto Rico (www.cienciapr.org).

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