Embajadora en el reino animal

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CARMEN MILLÁN PABÓN / cmillan@elnuevodia.com endi.com Para llegar a la universidad en la que estudia veterinaria, Doraica Aponte tarda treinta y dos horas. Y eso no significa que la joven graduada del Departamento de Biología, de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras pase todo ese tiempo en una congestión vehicular. Treinta y dos horas es el periodo de tiempo que transcurre entre tránsito y vuelos desde San Juan a Sydney, Doraica, estudiante de segundo año de Veterinaria en la Universidad de Sydney, localizada en esta importante ciudad de la isla continente de Australia, donde el invierno es durante nuestro verano y nuestro verano transcurre cuando ellos pasan su invierno. La joven de 22 años ya está acostumbrada a la pregunta más frecuente y su respuesta es: “No, todavía no he trabajado con un canguro”. Lo más cercano que los ha tenido ha sido en los zoológicos. Ya le tocó trabajar con marsupiales cuando le descubrió una cría de pocos días, todavía dentro de la bolsa materna. De facciones delicadas y dedos largos y finos, Doraica también está acostumbrada a contestar la segunda pregunta más frecuente: “Sí, quiero trabajar con animales grandes, pero también con mascotas”. El que desarrollara de su pasión por los animales fue natural. La joven nació en Humacao, pero se crió en el barrio Quebrada Arenas de San Lorenzo, donde su abuelo paterno desarrolló la vaquería que sus padres –José Aponte y Doris Claudio- han continuado. Desde que tiene uso de razón, siempre ha tenido claro en su mente que cuando fuera grande quería ser veterinaria. Su pasión por cuidar de los animales no le llegó únicamente de su relación con el ganado vacuno. En la finca siempre hubo animales de todas clases, desde las mascotas tradicionales, como perros y gatos, hasta pavos reales, caballos y toros. Cuando tenía 10 años, un empleado de la vaquería se ausentó y ella le pidió la plaza a su padre. El turno era de 4 de la madrugada a 8 de la mañana. Dormía luego hasta las 2 de la tarde; para hacer el segundo ordeño entre 3 de la tarde a 7 de la noche. Aunque maneja la técnica de ordeñar a mano a la perfección, su función era manejar las máquinas de ordeño automático. Le pagaban $5 diarios y, aunque terminaba el día extenuada, trabajaba feliz y si en algún momento alguien dudó de su vocación, bastó esa experiencia para reforzarla. En el 2003, cuando ingresó en la UPR, no coincidió con muchos estudiantes que compartieran su interés, ni la institución estaba preparada para orientarla. Sin embargo, no se dejó amilanar por el hecho de que en Puerto Rico no hay escuela de veterinaria. Buscando información, encontró dos universidades que le interesaron: la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de El Salvador, pero ninguna estaba acreditada por el American Veterinary Association (AVMA). El enamoramiento de Doraica con Australia empezó en junio de 2005, cuando se tomó unas vacaciones de 20 días con una tía. Dos años después, durante otras vacaciones en las islas griegas tuvo la oportunidad de conocer a unos australianos que le confirmaron lo que ya sabía de la Universidad de Sydney. La convencieron del programa de estudios, la acreditación del AVMA y la posibilidad de vivir y explorar países y culturas de Oceanía y Asia. Luego, cuando la idea se convirtió en plan, recibió el apoyo incondicional de su madre. A su padre le costó aceptarlo, pero no tardó en respaldarla. Cuando se vio en el avión, sola, camino a lo desconocido y tan lejos de la familia, conociendo sólo a un extraño, se inquietó, pero tuvo muchas horas para meditar sobre su decisión. La población de la Universidad de Sydney se compone mayormente de estudiantes internacionales. En su clase hay representación del vecino Nueva Zelanda, India, Hong Kong, Singapur, Malasia, Sri Lanka, India, Estados Unidos, Francia, Indonesia, Fiji y Canadá, entre otros países. “En un futuro me veo trabajando con animales grandes, específicamente caballos y animales de producción como ganado de carne y leche. También me interesa mucho la política pública y la salud pública por lo que no descarto la idea de algún día ser secretaria de Agricultura”, proyecta la determinada y ambiciosa joven a quien le quedan dos años de teoría y uno de rotación y práctica clínica en el campo zoológico, y en dos hospitales veterinarios de “wild life” y otro de mascotas. “La veterinaria te da un sinfín de oportunidades cuando te gradúas, desde trabajar en farmacéuticas, con el gobierno, hipódromos o en práctica privada”, añade. Pensando en su propia experiencia, asegura que otra opción podría ser continuar en la academia para influenciar a jóvenes que se hayan propuesto estudiar veterinaria. Dentro de pocas horas, Doraica emprenderá vuelo a la tierra de rica biodiversidad, koalas y canguros para continuar sus estudios en veterinaria y satisfacer su espíritu de trotamundos. Esta vez no habrá titubeos mentales. Está bien segura de lo que quiere hacer a corto y a largo plazo.