Experta en Economía Agrícola del Recinto Universitario de Mayagüez de la UPR alerta sobre la vulnerabilidad de la seguridad alimentaria en la isla

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La pandemia causada por el COVID-19 tiene una gran repercusión en los sistemas alimentarios mundiales, ya que afecta las cadenas de producción y distribución agrícola y, por consiguiente, presenta riesgos en la seguridad alimentaria. En Puerto Rico, esta vulnerabilidad aumenta porque solo se produce de un 10 a un 15 por ciento de lo que se consume, según explicó la doctora Myrna Comas Pagán, catedrática del Departamento de Economía Agrícola y Sociología Rural del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR).

La también coordinadora de la Iniciativa nacional de seguridad alimentaria del Servicio de Extensión Agrícola (SEA) del Colegio de Ciencias Agrícolas del RUM, definió la vulnerabilidad como la capacidad que tienen los sistemas de enfrentar riesgos, de recuperarse y volver a su estado de normalidad.

“Se ha demostrado, a través de los años, el alto grado de vulnerabilidad que tiene nuestro sistema alimentario, luego de pasar por múltiples huracanes, los terremotos en la parte sur del país, y ahora, con la pandemia. Dependemos del 85 al 90 por ciento de alimentos importados, por lo que no lo controlamos y estamos sujetos a lo que pase a nivel mundial. En esa dirección, el SEA ha llevado una voz intensa, llamando la atención a la ciudadanía sobre la importancia de aumentar y auspiciar la producción agrícola local. Además, por años hemos hablado sobre la importancia de  establecer huertos caseros, escolares y comunitarios, de forma tal que la población pudiese generar parte de los alimentos que consume, y de esta manera hacer un sistema más resiliente, más fuerte y capaz de enfrentarse a situaciones tan difíciles como las que tenemos en este momento”, advirtió la exsecretaria del Departamento de Agricultura.

Comas Pagán  destacó que el tema de la seguridad alimentaria, que se ha discutido por décadas a nivel mundial, toma mayor énfasis en el contexto actual en el que se han visto interrumpidos algunos de los eslabones de procesamiento y distribución, y por ende, la canasta de alimentos.

“Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la seguridad alimentaria existe cuando todas las personas en todo momento tienen acceso físico, social y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades y preferencias alimentarias. La FAO nos invita a evaluar las necesidades alimentarias desde cuatro dimensiones: la disponibilidad, la accesibilidad, cuán inocuo y nutritivos son los alimentos que consumimos, y cuán estables son los sistemas de producción y distribución de alimentos”, explicó.

Agregó que, en el caso de Puerto Rico, en términos de la disponibilidad, la isla depende de alimentos que vienen de 56 países distribuidos por todo el mundo, y el principal suplidor es Estados Unidos.

“Nuestros alimentos recorren miles de millas desde el lugar de origen hasta que llegan finamente a la mesa del consumidor puertorriqueño. En términos de la accesibilidad, tenemos que, en Puerto Rico, más del 50 por ciento de la población está clasificada bajo niveles de pobreza, y casi el 40 por ciento depende del programa de asistencia nutricional para tener acceso a alimentos nutritivos”, afirmó.

Añadió que, en lo referente a inocuidad, las leyes locales y federales son amplias para velar esos aspectos. Sin embargo, en lo que respecta a la nutrición, el consumo local de frutas y vegetales es bajo, lo que, a su vez, incide en problemas de salud, según indicó.

“En términos de la estabilidad de los sistemas de producción y distribución de alimentos, tanto la producción local como la mundial, se han visto afectadas por distintos factores relacionados con el cambio climático y políticos. Recientemente, comenzamos a vivir los efectos del COVID-19 sobre el sistema alimentario. Eso nos obliga a evaluar qué ha estado pasando con nuestra cadena de producción y distribución de alimentos”, señaló.

De hecho, ha trascendido, en las pasadas semanas, el cierre de plantas de procesar carnes en Estados Unidos.

“Nuestro principal suplidor de alimentos realmente es Estados Unidos, desde donde importamos el 56 por ciento de lo que consumimos. Luego de Estados Unidos, importamos alimentos desde Canadá, República Dominicana, México y Argentina, estos son los cinco principales suplidores en Puerto Rico. Sus importaciones representan más del 80 por ciento de lo que llega al país en términos de alimentos. ¿Qué está pasando en estos países a raíz de la pandemia del COVID? Pues, en el caso de Estados Unidos, a principios del mes de abril, el Departamento de Agricultura Federal nos decía que no había de qué preocuparse porque su producción de alimentos estaba distribuida por todo el país. Se entendía que había suficientes alimentos para satisfacer las necesidades de la nación y para la exportación, que ello genera. Sin embargo, ya a finales de abril, comenzamos a ver unos disloques en la cadena de distribución, principalmente en lo que tiene que ver con carnes”, señaló.

Explicó que en Estados Unidos hay cerca de 800 plantas de proceso de carne que incluye: res, cerdo, pollo, pavo, y oveja, entre otros.

“Evaluamos qué es lo que está pasando, ya que el 86 por ciento de las carnes que se importan a Puerto Rico vienen de Estados Unidos, y en Puerto Rico apenas se produce el 10 por ciento de las carnes que consumimos. Por lo tanto, nos llena de preocupación lo que pueda estar pasando. De las más de 800 plantas estadounidenses que existen, ya para finales de abril, el 25 por ciento de estas cerraron de forma temporera porque se habían dado problemas de contagio entre sus empleados, y esto obligó a que tomaran medidas. Se espera que el cierre sea temporero, que se puedan hacer los procesos de limpieza correspondientes, y reestablecer las plantas, de forma limitada”, destacó la especialista en Economía Agrícola del RUM.

“¿Qué efecto puede tener esto en Puerto Rico? Pues vamos a ver una reducción en el suministro de carnes, vamos a ver un aumento en su precio, y puede que algunos tipos de carne no los estemos viendo por algunos periodos en la cadena de suministros local. Tenemos que estar atentos a esto y a las movidas que se puedan generar en el mercado global. Si yo fuera importador de carne en estos momentos, estaría mirando alternativas para satisfacer el suministro local. En esa dirección, tenemos que ver quiénes son los suplidores de carne de Puerto Rico, el segundo suplidor es Canadá, con cerdo, res y pollo, el tercero es Chile, con pollo, el cuarto es Nicaragua, con carne de res, y en una quinta posición está Brasil con cerdo. Si nos vamos al mercado global de carnes, tenemos que decir que Brasil es el mayor productor de carne a nivel mundial, por lo que debemos tenerlo en la mira en términos de un posible suplidor de carne, pero tomando en consideración que la transportación del producto hasta Puerto Rico, desde este país, enfrenta serios retos.  Resumiendo, sí estamos viendo el efecto de la pandemia, en términos del suministro de alimentos a Puerto Rico, principalmente en el caso de las carnes, y podemos esperar efecto en otros sectores alimenticios ya que, en Estados Unidos, se están viendo disloques en lo que tiene que ver con frutas y vegetales porque se han cerrado mercados importantes para Estados Unidos, lo que ha limitado las ventas de agricultores que no contarán con esos ingresos para reestablecer su producción”, sostuvo.

Ante esta realidad actual y la vulnerabilidad que tiene Puerto Rico como isla, la experta reiteró el llamado de seguir desarrollando huertos y que se puedan brindar los apoyos que requiere el sector agrícola.

“Además de la vulnerabilidad alimentaria como país, tenemos que reconocer que nuestra población también está frágil, ya que más del 50 por ciento se ubica bajo niveles de pobreza. Esto significa que tiene unos ingresos bajos para poder satisfacer las necesidades de su canasta básica. Es una situación que se ha acrecentado en la medida de que las áreas de trabajo se han ido cerrando. Esto ha provocado que las personas dejen de generar ingresos, lo que ha estimulado una mayor cantidad de solicitudes al Programa de Asistencia Nutricional, más dependientes del desempleo, y menos acceso a los alimentos. El sistema total está en amenaza”, dijo.

“Nuestros agricultores han reaccionado de manera proactiva. Están tomando las medidas correspondientes para salvaguardar a sus obreros agrícolas, y también han modificado sus estrategias para llevar los productos de manera segura a los consumidores. Ante el cierre de mercados importantes para ellos, como los comedores escolares, el Mercado Familiar y otros centros de mercadeo,  han recurrido a métodos de venta directa, que representan riesgos, pero lo hacen con la debida protección. Nuestro sistema está ante un disloque de la cadena de suministros de alimentos global, pero se están adoptando estrategias que puedan ayudar a enfrentar esta vulnerabilidad”, agregó.

“En la unión está la fuerza. Hoy, más que nunca, debemos trabajar unidos para fortalecer nuestro sistema alimentario desde el agricultor hasta el consumidor. La seguridad alimentaria es responsabilidad de todos”, concluyó.

 

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