Florece el negocio de las setas

Este artículo es reproducido por CienciaPR con permiso de la fuente original.

PDF versionPDF version
Por Keila López Alicea / keila.lopez@elnuevodia.com Aibonito - Dice el refrán que la necesidad es la madre de la invención. En el caso de la abogada Rebecca Feliciano, la necesidad de encontrar una nueva fuente de ingresos para su familia se convirtió en una empresa que en tan solo tres meses no tan solo le da de comer a ella y a sus 24 empleados, sino a todo el país. Feliciano es la dueña y fundadora de Setas de Puerto Rico, la única finca de champiñones en la Isla y que desde su apertura en octubre ha logrado ocupar un buen sector de un mercado copado hasta el momento solo por productos importados. La abogada de profesión pero agricultora por vocación relató que hace dos años se topó con la encrucijada de que su empleo no generaba los ingresos que necesitaba su familia. En busca de una alternativa, recurrió a su pasión por la tierra y se aventuró a investigar qué productos podría sembrar de forma exitosa. “Empecé la investigación por internet y descubrí que el champiñón se podía dar aquí; existían las condiciones para cultivarlo. Lo próximo era saber si era viable, si había el mercado, y fui a Caribbean Produce y allí me dijeron que sí, que había un mercado para las setas frescas”, expresó Feliciano. Tocó diversas puertas con su idea y recibió varios préstamos del gobierno federal y el Banco de Desarrollo Económico (BDE). Con una inversión adicional de su parte y asesoría de expertos en el cultivo de champiñón, decidió establecerse en el barrio Cuyón de Aibonito y, con la ayuda de su esposo y actual gerente de operaciones de la empresa, el ingeniero Jimmy Delgadillo, ha convertido su sueño en un fuente de empleo y desarrollo económico para la zona central. “Aquí las temperaturas son altas siempre, lo que nos permite ahorrar en energía eléctrica. El champiñón se afecta con las condiciones del clima, la temperatura y la humedad, así que aquí se dan las condiciones perfectas para su cultivo”, explicó Feliciano. La operación En Setas de Puerto Rico, los hongos crecen dentro de un largo edificio con más de una decena de cuartos fríos y oscuros. Enormes bandejas de metal repletas de composta -que hacen en la misma finca- llenan los cuartos desde el piso hasta el techo y, dependiendo de la etapa de crecimiento de la seta, en las bandejas se ve desde solo composta hasta los característicos botones blancos que forman el tope del champiñón. El ingenio de la abogada y su esposo se deja ver aun por los estrechos pasillos de cada cuarto. Los champiñones que están casi listos requieren de una leve iluminación, por lo que ellos colocaron luces de Navidad estilo soga. “Hay unas luces especiales para champiñones, pero en lo que llegan de Estados Unidos les dimos un poquito de espíritu navideño a los empleados”, bromeó la dueña. Cada hongo es recogido a mano poco más de 20 días después de que la espora es dispersada en la composta y se coloca directamente en una de las bandejas plásticas en las que llegarán a las tiendas. De esa manera, se garantiza la frescura del producto, sostuvo Feliciano. “No hay setas más frescas que estas en el mercado”, manifestó el gobernador Luis Fortuño durante un recorrido que hizo ayer por la planta de Setas de Puerto Rico. Allí elogió la labor de Feliciano y Delgadillo, a quienes catalogó como una ejemplo para quienes necesiten reinventarse. Feliciano señaló que actualmente producen 11.6 toneladas de hongos al mes, una producción que se les reparte en su totalidad a supermercados como Econo, Selectos, SuperMax, Walmart, Sam’s Club y Costco, entre otros. El impacto de sus setas en el mercado en estos tres meses ha sido de $200,000, lo cual celebra. Su meta para este año es alcanzar una producción de 15 toneladas mensuales, la capacidad máxima de su empresa. Consciente de que su negocio está apenas empezando, Feliciano está enfocada en mantener la calidad de su producto, aunque indicó que no descarta la posibilidad de exportar las setas cuando la empresa tengan más madurez comercial. Y es que estas setas cumplen con los estrictos parámetros de calidad de una exigente clientela, ya que se cultivan sin pesticidas ni químicos que afecten su calidad. Todos los que entran a los cuartos de cultivos deben desinfectar sus zapatos para evitar bacterias. Además, los champiñones no requieren ser lavados antes del empaque, de forma que su integridad no se afecta. “Yo podría solicitar la calificación de orgánicos, pero por ahora tengo demasiado trabajo”, comentó Feliciano. “Establecer un negocio no es nada fácil, fueron dos años de mucho trabajo, pero se puede hacer, es posible”, concluyó.