La sequía azota a El Yunque

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Por Aurora Rivera Arguinzoni
Los sistemas del bosque continúan funcionando gracias a que en su zona más alta este absorbe la humedad contenida en las nubes. (André Kang)

RÍO GRANDE. – El marcado déficit de lluvia provocado por la sequía de este año en el Bosque Nacional El Yunque ha dejado casi sin agua la cascada La Coca, ícono del único bosque lluvioso tropical en territorio de Estados Unidos.

El servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) y el Servicio Nacional de Meteorología (SNM) estiman que la precipitación en El Yunque está unas 20 pulgadas por debajo del promedio de lluvia en esa zona durante los meses de enero a mayo, lo que ya afectó la disponibilidad de agua para la ciudadanía y amenaza la reproducción de  especies presentes en ese ecosistema.

Según explicó Pedro Ríos, líder del equipo de manejo de ecosistema y planificación en El Yunque, los sistemas del bosque continúan funcionando gracias a que en su zona más alta este absorbe la humedad contenida en las nubes.

“Nuestro ecosistema de El Yunque funciona a través de las nubes que ocurren sobre los 600 metros de elevación y esas nubes todavía nos están trayendo agua, por eso es que todavía tenemos agua en nuestros ríos. Tradicionalmente, la capa de nubes ocurre sobre 600 metros y la parte alta del bosque sobre 600 metros de elevación funciona como una esponja, la cual intercepta esas nubes, captura el agua que va en esas nubes y así funciona nuestro sistema”, detalló el hidrólogo.

Recordó que una de las ventajas de contar con la zona protegida de 29,000 cuerdas en torno a El Yunque, localizada al noreste de Puerto Rico, es que cuenta con la primera cadena de montañas del archipiélago que recibe los vientos alisios y las nubes asociadas a estos. “Por eso tenemos un ecosistema que aunque tiene menos cantidad de lluvia, sigue siendo funcional”, recalcó, refiriéndose a que en las capas medias y bajas del bosque casi no ha llovido este año, lo que prácticamente ha secado las quebradas.

“¡Todas están secas!”, exclamó Ríos. “Empezamos a notar que en la época de marzo ya el bosque se veía seco y nos llamó la atención. En los caudales de los ríos los flujos están en condiciones mínimas”, agregó.

El preocupante panorama permite, sin embargo, constatar la importancia de conservar zonas amplias de recursos que por estar interconectadas permiten a la Naturaleza completar sus ciclos sin afectar la vida en las comunidades.

“Ahora mismo vemos un ejemplo de la importancia de un área protegida a gran escala porque aun en los extremos (demasiada lluvia o sequía) se mantiene un sistema ecológico funcional. Primero le continúa proveyendo agua a la ciudadanía, (segundo) ese material vegetativo que cae en los ríos se queda en la zona (y no afecta adversamente a la población aguas abajo cuando llueve)”, ilustró.

En cuando a la falta de agua, Ríos repitió el llamado de conservación que ha hecho la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA). “En el bosque existen algunas 12 tomas de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados que proveen agua a la región este de Puerto Rico y esas mismas tomas de agua tienen mucho menos que el flujo tradicional para esta época del año. Hay que conservar el agua. Porque estemos en El Yunque y todavía haya agua en la pluma y en los ríos no significa que no haya una escasez. En realidad hay una escasez hidrológica y esa es una de las medidas bien importantes”, advirtió.

La   portavoz de la AAA  en la región este, Zairimar Boschetti, informó a El Nuevo Día que debido a la baja precipitación en la zona de El Yunque, las tomas de agua tienen una merma de 6.4 millones de galones diarios (mgd). Por ello, varias plantas de filtros han reducido su producción. Según indicó, la Planta de Filtros El Yunque de Río Grande, que normalmente extrae 12 mgd de los ríos Espíritu Santo y Guzmán, actualmente saca solo 5 mgd. Mientras, en la Planta de Filtros Sabana de Luquillo, se extraen solamente 1.7 mgd de los 2.1 mgd que se retiraban antes de la temporada seca.

En el barrio Sabana de Luquillo, al lado este de El Yunque, la residente Sara Fowler ha notado también los efectos de la sequía. Sentada en la terraza de su hogar, desde donde tiene una vista panorámica del Corredor Ecológico del Noreste, explicó cómo se hace sentir.

“Usualmente hay mucha lluvia, especialmente en mayo. Esta temporada ha estado seca, seca, seca. La temperatura está subiendo, hace mucho más calor, y veo más fuegos. Los árboles están sufriendo y las plantas en general”, describió la horticultora.

Fowler, quien hace dos años equipó su casa con un sistema de recogido de agua de lluvia, dijo que normalmente tiene que limpiarle el filtro una vez en semana, pero como no ha llovido en estas semanas, no pudo ni recordar cuándo fue la última vez que lo hizo.

Otro de los efectos que ha notado es el cambio en el comportamiento de los coquíes y la gran cantidad  que mueren ahogados en la piscina y los inodoros de la casa.

“He notado este año que tengo más coquíes en (el interior de) la casa y en la piscina, y creo que ellos están buscando agua. Usualmente los noto cantando mucho después de la lluvia, entonces, (ahora) cantan menos”, detalló la mujer natural de Nueva York, que vive en Luquillo hace 29 años.

Los coquíes no son los únicos en peligro. Ríos detalló la amenaza que supone esta sequía para camarones y peces.

“Hay menos agua que va a los ríos y se afecta la reproducción de especies, por ejemplo, las 13 especies de camarones que requieren un flujo laminal (constante) en el río para que puedan migrar en la noche desde el estuario (en la costa) a la montaña. Obviamente, cuando hay menos caudal ellas no tienen ese flujo para poder moverse. Lo mismo pasa con un pez que se llama Chupa Piedra, que necesita que la piedra esté húmeda para poder pegarse y seguir subiendo montaña arriba”, describió.

Ríos hizo un llamado a los visitantes de El Yunque a pasar el menor tiempo posible en el agua de los ríos y quebradas ya que la combinación de poca agua y muchas personas “puede traer un problema de contaminación espontánea”.  

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