Laboratorio de Antropología Forense y Bioarqueología, uno de los tesoros ocultos de la UPR

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MICHELLE ESTADES
Jessica Carnivali y Britgette Troche, estudiantes del Departamento de Sociología y Antropología de la UPR-RP, trabajando con unos restos precolombinos. (Ricardo Alcaraz / Diálogo)

Las habitaciones donde una vez durmieron profesores, ahora albergan más de 400 huesos de la población indígena y de la época colonial que vivió en Puerto Rico. Sobre la mesa que una vez fue utilizada como comedor, ahora se encuentra recostado el esqueleto de quien en vida fue una mujer indígena de cinco pies de estatura y que sufría de sífilis.

Y es que el único arqueólogo forense del Caribe, Edwin Crespo Torres, convirtió lo que solía ser una residencia, de profesores ubicada en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR-RP), en un Laboratorio de Antropología Forense y Bioarquelogía.

Crespo Torres en entrevista con Diálogo explicó que el trabajo bioarqueológico es el estudio de los restos humanos que proceden de un contexto arqueológico. Mientras que la antropología forense es el estudio de la biología esquelética y dental del ser humano. A través del análisis de los restos óseos, los antropólogos forenses identifican las características biológicas de esa persona y establecen la manera y causa de su muerte.

“Aquí [en el laboratorio] lo que hacemos es trabajo bioarqueológico, en el Instituto de Ciencias Forenses (ICF) es donde yo realizo la parte de antropología forense”, aclaró Crespo Torres, quien también esprofesor del Departamento de Sociología y Antropología de la UPR-RP.

El profesor Edwin Crespo Torres junto con un grupo de estudiantes en el Laboratorio de Antropología Forense y Bioarqueología de la UPR-RP. (Ricardo Alcaraz)

 

El profesor Edwin Crespo Torres junto con un grupo de estudiantes en el Laboratorio de Antropología Forense y Bioarqueología de la UPR-RP.

De la antigua casa conservaron la cocina y los baños, mientras que los cuartos pasaron a ser bodegas donde guardan 455 restos humanos, 350 del periodo precolombino (restos asociados a la cultura indígena) y 105 del periodo histórico (restos del siglo 18).

En el laboratorio se encuentran trabajando con un proyecto de reconstrucción de la bioarqueología de los habitantes del pasado.Los huesos que se utilizan en el proyecto se han encontrado en diferentes lugares de Puerto Rico, mientras se realizaban excavaciones o construcciones. Algunos de ellos vienen del pueblo de Guayama, ya que cuando se encontraban haciendo unas excavaciones de propósito arqueológicos encontraron un cementerio atrio, que era la forma en que se enterraba antes.

“En esos pueblos fundados en Puerto Rico en el siglo 19 se tenía la costumbre de enterrar a las personas en los patios alrededor de las iglesias. Cuando se están haciendo excavaciones y recuperación del casco urbano en Guayama aparecen estos esqueletos”, dijo Crespo.

Otros fueron encontrados cuando se estaba restaurando el Asilo de Beneficencia en San Juan, donde actualmente se encuentra el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP).

El profesor espera que con la información que obtienen de esos huesos puedan publicar un libro sobre las prácticas funerarias de esa época, además de identificar las enfermedades y establecer el perfil biológico de esas personas.

La estudiante Ariana Beltrán Burgos  trabajando en su investigación sobre la frecuencia en caries de dos grupos poblacionales. (Ricardo Alcaraz)

 

La estudiante Ariana Beltrán Burgos trabajando en su investigación sobre la frecuencia en caries de dos grupos poblacionales. (Ricardo Alcaraz / Diálogo)

Con el proyecto de reconstrucción bioarqueológica, los estudiantes también pueden confirmar documentos históricos existentes. Crespo mostró que en el año 1825 la Gaceta de Puerto Rico publicó que se había fugado un esclavo de la casa de su amo, los datos que ofrecían para identificarlo era que tenía los dientes afilados. Una de las osamentas que trabajaron los estudiantes en el laboratorio tiene los dientes afilados por lo que supieron que pertenecía a un esclavo.

“Esto es un material disponible para la comunidad científica. Lo que nos dicen los huesos del pasado también es material de investigación. Aquí ha venido gente de Europa, estudiantes de Holanda, compañeros de Italia y estudiantes estadounidenses, entre otrosa ver este material por la importancia que tiene”, añadió el profesor.

Sin embargo, este laboratorio, que está inscrito al Departamento de Sociología y Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales de la UPR-RP, se encuentra trabajando con otras dos propuestas relacionadas con el trabajo antropológico y arqueológico que podrían posicionar a la UPR al nivel de muchas instituciones prestigiosas del mundo. Una de ellas es la colección ósea de la población puertorriqueña contemporánea y la otra es la construcción de un Laboratorio Exterior de Antropología Forense.

Biblioteca de huesos

Otro proyecto que están trabajando en el laboratorio es una colección ósea de la población puertorriqueña contemporánea. La idea es utilizar cadáveres que no reclaman en el Instituto de Ciencias Forense (ICF), documentar sus características físicas, y conservar su osamenta. Todo esto les sirve para establecer perfiles biológicos actuales y crear métodos de identificación en el ICF.

“Le tomo los datos al cadáver, cuerpo y cabello, entre otros, y tengo cómo era la persona. Luego se descarna y se queda en huesos y tengo la referencia de cómo era físicamente y cómo son los huesos. Esto es importante para el desarrollo de técnicas de identificación en el ámbito forense cónsono con la población que tenemos”, explicó.

 Dessirée Pastrana y Delilah Castillo midiendo  fémur y  mandíbula.  (Ricardo Alcaraz)

 

Dessirée Pastrana y Delilah Castillo midiendo fémur y mandíbula. (Ricardo Alcaraz / Diálogo )

Body farm  o Laboratorio Exterior de Antropología Forense

El profesor de Antropología no se conforma con todos estos proyectos es por esto que tiene otro en mente. Crespo Torres espera poder comenzar pronto  con el primer Laboratorio Exterior de Antropología Forense en el CaribeComo dice su nombre, este laboratorio estaría al aire libre y su propósito principal sería colocar cadáveres en diferentes situaciones a las que seenfrenta el antropólogo forense en las escenas de crimen. Por ejemplo, un cadáver en un bosque, un cadáver a orillas de la carretera o en áreas muy húmedas.

Los estudiantes identificarían el día en que se colocó el cadáver en cierta situación y observarían los cambios que sufre el cuerpo a medida que pasa el tiempo. Con esta documentación los antropólogos forenses podrían decir con más certeza cuánto tiempo lleva un cuerpo en cierto lugar.

“Este laboratorio estimularía a que ciertas áreas de las ciencias forenses se desarrollen. También vamos a habilitar un área para adiestramiento en la recuperación de restos humanos en superficies o tumbas clandestinas. Ahí pueden ir fiscales, pueden ir investigadores de escenas de crimines, pero también pude venir gente de América Latina a prepararse y a capacitarse. Esos son ingresos que le pueden entrar a la Universidad”, añadió.

En varias universidades estadounidenses existe este tipo de laboratorio con el nombre de Body Farm, sin embargo, este sería el primero en el mundo ubicado en un clima húmedo tropical. Los cuerpos que formarán parte del laboratorio vendrán del ICP y cuando se descompongan, los restos pasarían a ser parte de la colección ósea contemporánea del Laboratorio de Antropología Forense y Bioarqueología.

El profesor lleva desarrollando el Body Farm desde el año 2007, que fue cuando le dieron la permanencia en la UPR, pero como cualquier otro proyecto de la Universidad, tiene que seguir unos procesos burocráticos. Ahora mismo Crespo Torres se encuentra esperando que la Junta Universitaria apruebe los fondos y habilite el lugar donde estará el Laboratorio Exterior de Antropología Forense para poder comenzar a utilizarlo.

Además de poder contribuir a la investigación científica del País, Crespo Torres espera que sus estudiantes continúen estudios graduados en algo relacionado a la antropología porque hay una gran demanda de empleabilidad y porque la experiencia que ofrece el laboratorio es de mucha ayuda para entrar a cualquier universidad.

 

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