Larga ruta para la meta

Este artículo es reproducido por CienciaPR con permiso de la fuente original.

PDF versionPDF version
Por Joel Ortiz Rivera / joel.ortiz@elnuevodia.com endi.com Mientras paseaba con su padre y su mascota por el área de Isla Verde, Lori Hygeck, de Michigan, se mostró sorprendida de ver un letrero que alertaba de peligro de tsunami, a pesar de que había pasado frente a él en bastantes ocasiones durante las semanas que lleva aquí. “¡De verdad que no sabría qué hacer! Creo que correría hacia donde usted vaya”, dijo la estadounidense con una carcajada al preguntársele si tenía claro el plan de desalojo en caso de una emergencia de maremoto. La respuesta de desconocimiento de Hygeck fue una que se repitió con varios entrevistados en diversos puntos de la zona turística de Isla Verde en Carolina, una de las áreas que según los mapas de la Red Sísmica y del Puerto Rico Tsunami Warning and Mitigation Center (PRTWMC) sería inundada en un eventual maremoto. Carolina es uno de los nueve municipios que han sido reconocidos como 'tsunami ready', lo que significa que han colocado estos letreros de alerta, han orientado a los residentes de dichas zonas, han establecido mapas y rutas de desalojo y han efectuado simulacros para medir la efectividad del plan. Los otros son Ponce, Mayagüez, Rincón, Dorado, Manatí, Añasco, Lajas y Aguadilla. Hay 35 municipios costeros que aún no han completado sus preparativos para obtener el reconocimiento. Según Christa Von Hillebrandt, directora del PRTWMC, los mapas de la entidad que dirige revelan que el litoral oeste sería el más afectado en caso de un maremoto, específicamente la ciudad de Mayagüez. “En Mayagüez viven unas 20,000 personas en la zona que es susceptible a inundación por maremoto”, dijo. “En esa zona, dentro de la cual hay nueve escuelas, el agua podría entrar como hasta un kilómetro”. Precisamente en esa zona, según el director de la Red Sísmica, Víctor Huérfano, los letreros que indicaban las rutas de evacuación y alertaban que era zona de tsunami fueron robados por ciudadanos que luego los vendían en plantas de recolección de aluminio. A manera de comparación, en el reciente sismo de Chile, hubo reportes de que el mar se adentró hasta unos dos kilómetros de la costa y de marejadas de seis metros. En la zona costera y turística entre San Juan y Carolina, por ejemplo, llena de condominios y hoteles, las partes designadas como inundables no llegan muy lejos, pero dada la alta densidad poblacional y la cercanía de las estructuras a la costa, existe cierta preocupación en Von Hillebrandt. Y es que según el ingeniero estructural y experto en estructuras sismoresistentes, José Martínez Cruzado, los edificios no se diseñan contra maremotos, aunque muchos de ellos han sido construidos con columnas en la primera planta para evitar la resistencia del agua en caso de un impacto de ola. “Hay múltiples problemas, porque esos edificios están sobre suelo arenoso que es licuable”, dijo. “Sin embargo eso no implica que vayan a colapsar. Lo que sí es que requiere un esfuerzo mayor por mejorar el terreno y los cimientos, y preguntarse si eso se hizo”. Los mapas de zonas susceptibles a tsunamis incluyen a una de las pistas del Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín y en partes podría alcanzar hasta el expreso Román Baldorioty de Castro. Es por ello que en Isla Verde ya se han colocado advertencias de tsunami y otras que indican las rutas de desalojo en una emergencia, aunque estas últimas, según observó El Nuevo Día, no indican con flechas cuál es el camino a seguir. El director de la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (AEMEAD), Heriberto Saurí, admitió que hay que comenzar a educar a un pueblo que nunca ha vivido la experiencia de un terremoto ni de un tsunami. Para ello han comenzado “agresivas campañas” masivas con la Red Sísmica a través de los medios de comunicación, que incluyen un simulacro que se realizará el 24 del corriente. La AEMEAD tiene además en su portal cibernético un modelo de plan de emergencia que los ciudadanos pueden llenar, regresar a visitarlo y actualizarlo periódicamente con la idea de que los planes de la mayoría sean uniformes. Igualmente, ha emprendido una campaña para identificar edificios públicos y condominios en los que hay que colocar letreros que alerten a las personas sobre qué hacer en caso de terremoto y tsunami. “Tomando en cuenta que nunca hemos vivido una experiencia como esta, contemplamos que haya un poco de confusión, pero la preparación estará ahí tanto a nivel organizativo como en la práctica”, dijo Saurí. “Lo que sí enfatizamos es en que lo más urgente es que el ciudadano individualmente se prepare, que tenga un plan de emergencia, lo revise, lo practique”, advirtió.