LAS CUEVAS: gritos que reclaman su valor

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Por Gloria Ruiz Kuilan / gruiz@elnuevodia.com El Nuevo Día En Puerto Rico hay un desconocimiento generalizado sobre la importancia, el impacto de las cuevas y sus ecosistemas y los beneficios directos para el ser humano. Además, existe un desconocimiento sobre la protección ambiental de este recurso a pesar de que hay leyes para ello. “No existe campaña educativa sobre las cuevas. Si uno no sabe lo que tiene, cómo lo conserva, si no sabe la importancia que tiene”, cuestionó el presidente de la organización Ciudadanos del Karso, Abel Vale. Por su parte, el decano en investigación de la Universidad Interamericana de Bayamón, Armando Rodríguez, dijo que en “Puerto Rico hay como 2,000 cuevas. Es un estimado porque nadie las ha contado”, aclaró. Precisamente, la ausencia de un inventario es uno de varios escollos que afronta este recurso. Pero, según información del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, está en curso un esfuerzo en esa dirección. En el ínterin, el estado de las cuevas, en términos generales, es desconocido, dijeron expertos. Vale, por su parte, recordó que el 28% de todo el territorio de Puerto Rico es Karso y “en todo hay manifestaciones de cueva”. Las cuevas también están a merced de la construcción, el vandalismo y el robo. “El desconocimiento es enorme. A mucha gente le dan miedo las cuevas y otras veces las utilizaban como vertederos y no sabemos el beneficio que nos dan”, dijo el biólogo y catedrático, Alberto Puente. “Hay consultores que encuentran cuevas durante las evaluaciones ambientales y omiten esa información y se destruyen las cuevas”, dijo Puente. Rodríguez explicó la importancia de la roca caliza que conforma la cueva. “La roca caliza funciona como una esponja. Cuando llueve, recoge toda esa agua y la va liberando lentamente. Si no la absorbe de esa manera simplemente va a correr y se va a perder al mar. Al absorberla y liberarla lentamente se mantiene alimentando los cuerpos de agua por más tiempo”, explicó Rodríguez. A su vez, el superintendente Auxiliar del Fideicomiso de Conservación, Therel Santos Díaz, dijo que si en el suelo se arroja aceite o químicos eso percola al agua y “por consiguiente va a llegar a nuestros alimentos porque esta agua son abastos que se utilizan para la agricultura, la manufactura, las farmacéuticas del área. Se afecta todo”. ¿Qué se puede hacer? La solución radica en la educación y la acción, dijo la intérprete ambiental, Christine Hernández. “Tenemos que eliminar el pensamiento de que todo está separado. Lo fragmentamos y no nos damos cuenta que podemos crear un impacto negativo en el próximo sistema que sigue. En las cuevas puede ser que suceda más porque es un espacio que no vemos”.