Lo más profundo del Atlántico

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Por Dr. Jorge Bauzá-Ortega El Nuevo Día Aunque poco explorada, la Trinchera de Puerto Rico contiene criaturas inimaginables, recursos geológicos inexplorados y grandes sorpresas para la ciencia. Imagínense un punto en el océano tan profundo que si colocamos la montaña más alta del mundo, el Monte Everest, esta quedaría prácticamente sumergida. Este lugar se encuentra a 75 millas al norte de San Juan, el lugar más profundo del océano Atlántico, y se conoce como la Trinchera de Puerto Rico. Fue descubierta y descrita por primera vez en el 1883 por el Comandante en Jefe del Servicio Geodésico y de Costas, W.H. Brownson, durante un viaje de exploración oceánica a bordo del buque de vapor Blake. Durante esta expedición, se descubrió el punto más profundo del Océano Atlántico a 27,366 pies y se le bautizó como la Fosa de Brownson. No obstante, en el 1939 durante otra expedición oceanográfica auspiciada por la Marina de los Estados Unidos, se le bautizó con el nombre la Fosa Milwaukee en honor al buque naval USS Milwaukee donde se realizó el estudio. Sea Brownson o Milwaukee, se le describe como una gran llanura ubicada a más de cinco millas de profundidad en el fondo del océano Atlántico. La realidad es que ningún explorador ha tenido la oportunidad de bajar y dar un paseo para observar directamente su paisaje. Pero gracias a la tecnología, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, en colaboración con el Servicio Geológico de los Estados Unidos, logró producir -en el 2004- una imagen completa utilizando un sistema de sonar de batimetría tipo multi-acústico. Este instrumento es arrastrado desde un buque oceanográfico, muy cerca del fondo marino, y por medio del sonido genera imágenes tridimensionales. Las imágenes revelaron que la Trinchera de Puerto Rico es mucho más que un gran hueco o grieta profunda en el mar. Se trata en realidad de una gran cadena de inmensas montañas, extensos valles, barrancos, picos en forma de inmensas catedrales y hasta volcanes sumergidos. En fin, formaciones geológicas únicas que nada envidian al Gran Cañón del Colorado o cualquier otra formación geológica conocida en tierra firme. Rompecabezas Nos preguntamos qué fuerzas colosales de la naturaleza crearon la Trinchera de Puerto Rico. La respuesta la encontramos en la Teoría de Placas Tectónicas, que nos dice que la Trinchera de Puerto Rico es una zona de subducción entre placas convergentes. En otras palabras, la corteza del planeta está fragmentada en placas que -como un gran rompecabezas- flotan sobre piedra derretida o magma. Dos de estas, la placa de Norteamérica y la Placa de Caribe, colisionaron hace 65 millones de años. El resultado es que la Placa de Norteamérica se hundió bajo la Placa del Caribe para crear así una gran hendidura en ese punto: la Trinchera de Puerto Rico. Este proceso es dinámico pues la placa del Caribe se mueve actualmente unos dos centímetros al año -poco menos de una pulgada-, en dirección a Europa, con la capacidad de generar temblores y otros fenómenos geológicos. ¿Qué podríamos encontrar en la Trinchera de Puerto Rico? Total oscuridad, un frío inmenso y una presión capaz de exprimir un cuerpo humano. En realidad nos queda mucho por explorar y descubrir. Conocemos muy poco de la vida en los ambientes más profundos del océano (denominada la zona Hadal). No obstante, exploraciones en zonas similares a la Trinchera demuestran que pueden ser muy diversas: cada vez que se exploran hasta un 90% de las especies encontradas son nuevas para la ciencia. Sabemos que en lugares profundos como éste habitan criaturas inimaginables, recursos geológicos inexplorados y grandes sorpresas para la ciencia. Se invierten grandes cantidades de dinero en explorar el espacio y nos olvidamos de los grandes descubrimientos que nos esperan a estas profundidades: organismos de gran beneficio a la humanidad, repuestas sobre el origen de nuestro planeta, de cómo evoluciono la vida en él y los cambios climáticos a través del tiempo. La Trinchera de Puerto Rico es una de las pocas fronteras en el planeta que quedan por ser exploradas. (El autor es oceanógrafo y asesor científico para el Programa del Estuario de la Bahía de San Juan)