Los mosquitos Aedes y las viviendas abandonadas

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El interior de algunas casas abandonadas sirve como criadero de mosquitos. Foto cortesía de Verónica Acevedo.

 

Por: Dr. Wilson González-Espada, Ciencia Puerto Rico

En Puerto Rico, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) cuenta con la Subdivisión de Dengue. En ésta, se encuentra el Equipo de Entomología y Ecología, un grupo de científicos cuya labor es investigar cómo minimizar la reproducción del mosquito Aedes aegypti. Este mosquito es un vector, es decir, un organismo que puede contagiar a otro con un virus o una bacteria.

En el caso del Aedes aegypti, es portador de varios virus como los que causan el dengue, el chikunguña, el Zika y la fiebre amarilla. Por su clima tropical y húmedo, la Isla es el hábitat ideal para estos mosquitos, así es que hay que estar en constante vigilancia para evitar que se reproduzcan descontroladamente.

Ya los científicos saben que estos mosquitos ponen sus huevos en las paredes de los envases con agua, donde las larvas crecen y eventualmente se convierten en mosquitos adultos. Es posible que el lector recuerde alguna campaña educativa, pidiéndole a las personas que eviten tener en los patios objetos donde el agua de lluvia se acumule.

Sin embargo, una nueva variable nos amenaza y pone en riesgo por el Aedes aegypti: la mudanza de puertorriqueños al exterior, lo que crea el abandono de las viviendas. Según la Oficina del Censo, el 20% de las casas en Puerto Rico están deshabitadas. De poco vale que en su propiedad no tenga ni un cubito con agua, si las propiedades vecinas están abandonadas y tienen decenas de objetos que acumulan lluvia.

Para medir la magnitud del problema de las viviendas abandonadas y la reproducción del Aedes aegypti, los científicos Roberto Barrera, Verónica Acevedo y Manuel Amador visitaron 19 comunidades en Salinas, Arroyo y Patillas. Los resultados del estudio se publicaron este mes en la revista “American Journal of Tropical Medicine and Hygiene”.

Durante el trabajo de campo, que se completó en el verano del 2017, se examinaron 66 viviendas abandonadas (con vegetación alta y sin conexiones de agua/luz) y 62 propiedades vacantes (con patios cuidados y con conexiones de agua/luz). Como grupo “control”, también se inspeccionaron 258 viviendas vecinas que sí estaban ocupadas. En las visitas, se identificaban diferentes objetos que acumulaban agua y la etapa de desarrollo en que estaban los mosquitos.

Barrera, Acevedo, Amador y un equipo de técnicos de campo descubrieron 4,787 objetos, de los cuales 1,310 tenían agua acumulada, y 342 tenían mosquitos en etapa inmadura (pupas o larvas). Se contaron 1,623 Aedes aegypti inmaduros, la mayoría en viviendas abandonadas. Los objetos que más se observaron acumulando agua fueron materiales para pintar, gomas de carro, pailas, cubos, ollas, zafacones, juguetes, basura y envases de comida.

Se descubrió que hubo mayor abundancia de larvas en propiedades abandonadas en áreas de bajo nivel socioeconómico; en parte, por el alto nivel de vegetación y sombra en los patios donde no se ven los objetos que recolectan lluvia. Esto confirma estudios previos que establecen una asociación entre bajos niveles socioeconómicos y un mayor riesgo de picadas de mosquitos e infecciones con dengue.

Los científicos notaron muchas más viviendas abandonadas o vacantes, pero no las pudieron inspeccionar debido a que no se encontró al dueño(a) para pedir permiso o éste(a) no autorizó la inspección. Además, es importante recalcar que este estudio se completó antes de los huracanes Irma y María, que causaron aún más mudanzas y viviendas en condiciones similares. Estos dos factores implican que el problema de controlar el Aedes aegypti es potencialmente mayor de lo que los científicos reportaron.

A pesar de múltiples campañas educativas, los hallazgos de este estudio son claros en que muchos puertorriqueños todavía no creamos consciencia sobre el peligro de dejar afuera objetos que acumulen agua. Del mismo modo que usamos mascarillas para proteger a nuestros familiares, amigos y vecinos del COVID-19, tenemos que evitar que nuestras propiedades sean el epicentro del dengue, el chikunguña y el Zika en la comunidad.

El autor es Catedrático en Física y Educación Científica en Morehead State University, y es miembro de la red Ciencia Puerto Rico (www.cienciapr.org).

 

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