Lucy Crespo y su objetivo de innovar a Puerto Rico

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Por: 

Marian Díaz

En momentos en que prima la migración y Puerto Rico lucha por salir del atolladero fiscal y económico, la ingeniera Lucy Crespo, principal oficial ejecutiva (CEO) del Fideicomiso de Ciencia y Tecnología de Puerto Rico, apuesta al impulso de la ciencia y la tecnología y a la comercialización de investigaciones de vanguardia como vehículo para lograr el crecimiento sostenido de la economía y la creación de nuevos empleos.

Su verdadero nombre es Luz Aida Crespo Valentín, pero desde el tercer grado todos la llaman Lucy. Hasta marzo de 2013 fue la gerente general de la división de Negocios de Hewlett-Packard (HP) Puerto Rico, donde trabajó por 31 años; en el año 2000 se convirtió en la primera mujer en presidir la Asociación de Industriales de Puerto Rico, desde donde batalló por la permanencia de las compañías 936; y fue miembro de la Junta Asesora de Manufactura durante la gobernación de Luis Fortuño.

En los años en que estudiaba Ingeniería Industrial en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) de la Universidad de Puerto Rico, su meta era terminar su bachillerato para irse a Estados Unidos a trabajar. Así crecería profesionalmente. Pero la vida le deparó otro destino, se quedó en su Aguadilla natal y desde allí escaló altos puestos directivos con los que jamás soñó. Ahora, al convertirse en la CEO del Fideicomiso, es la primera vez que trabaja fuera de su pueblo, aunque señala entre bromas que “como cualquier universitario”, regresa a su hogar “los fines de semana”.

Su progenitora, Confesora Valentín, es su apoyo y fuente de inspiración. Con ella comparte muchas aficiones, como viajar, tejer y bordar. Amante de la tecnología, se define como “techi y treki”, ya que es fanática de “Star Trek”, y a veces se entretiene haciendo páginas web, creando algún software o jugando con una impresora tridimensional que se regaló. ¿Qué la motivó a dejar el retiro y mudarse al área metropolitana para dirigir el Fideicomiso?

Cuando me llamaron, mi respuesta fue parca. Dije que no creía que eso fuera posible porque estaba tranquila viviendo en Aguadilla. A los meses, me volvieron a llamar. Los que me conocen saben que amo mucho a mi país y de la importancia que le doy a que en Puerto Rico haya trabajo. Eso me preocupa. Lo hablé con mami; otra persona que tuvo un gran impacto en la decisión fue mi hermano Germán Crespo. Él y mi cuñada Myriam Morales son tremendo apoyo para mí. Siempre hacemos nuestras vacaciones juntos y él, además, me ayuda muchísimo con el asunto de la casa en Aguadilla, ahora que nos mudamos mami y yo al área metro. Acepté porque sentí que podía hacer una contribución.

\¿Por qué se ha quedado en Puerto Rico si desde que estaba en la universidad quería trabajar en Estados Unidos?

Mi plan era graduarme e irme. Para ese tiempo Hewlett- Packard estaba llegando a Puerto Rico y una gerente de Recursos Humanos me vio en una charla que di como estudiante y me pidió que fuera a entrevista. Resultó que fui la primera estudiante reclutada del RUM en Hewlett-PacKard. Comencé a trabajar al día siguiente de mi graduación. Había como 80 personas en la planta. Empecé como ingeniera de procesos, fui subiendo de puestos; fui gerente de producción donde era la única mujer en el staff, luego trabajé en la introducción de nuevos productos y en el desarrollo de estrategias de negocio, que fue lo que más me encantó porque era traer nuevas actividades de negocio para Puerto Rico. Fui, también, gerente de Operaciones de Unix América Latina, y aprendí a trabajar en ventas, mercadeo y operaciones en mercados como México, Brasil, Argentina y Miami. Tuve la fortuna de desarrollarme en distintos roles y crecer en una misma compañía. Fui gerente general por 20 años y cuando tienes ese tipo de experiencias, no tienes por qué irte.

¿Por qué se retiró de Hewlett-Packard?

La mayoría de los compañeros que entraron conmigo se estaban jubilando. Hewlett estaba entrando en una nueva fase, y pensé que era el momento de salir. A mí me encanta viajar y quería tener el tiempo para hacer las cosas que me gustan.

Crespo ha vivido montada en un avión, defendiendo los empleos de Puerto Rico, gestando nuevas oportunidades de negocio para la Isla, o simplemente vacacionando. Tanto ha viajado, que la línea aérea Delta le envió hace varios años una notificación informándole que era la primera mujer en Puerto Rico que alcanzaba un millón de millas volando con la compañía.

“Ya tengo como tres millones de millas”, manifestó entre risas. “Me retiré y a la semana nos fuimos mami y yo de crucero. Había sitios que no había ido nunca y que soñaba con visitar, como Machu Picchu en Perú. Soy asmática y ese viaje era un reto. Nos fuimos, luego, un mes a China y a varios países de Asia. Hicimos muchísimas cosas, cosas que no había hecho, hice también mucho servicio social, como dar charlas a mujeres para que tomen control de su vida profesional. Me encanta, también, la tecnología, me apasiona, siempre estoy leyendo del tema, y me enamoré del ‘3-D printing’ (impresora tridimensional), me compré una y me puse a practicar en Aguadilla”.

¿Cómo encontró al Fideicomiso cuando llegó? ¿Qué pasó con las demandas que hubo el cuatrienio pasado en la junta de directores?

Cuando yo llegué, las demandas se habían resuelto, Iván Ríos (Mena, principal oficial de Operaciones del Fideicomiso y quien fungía como director interino) se encargó de trabajarlas antes que yo llegara. Yo no tuve que perder tiempo en esas cosas que quitan tiempo y pudimos concentrarnos en diseñar el plan de trabajo. Estuvimos dos semanas escribiendo el plan, desde las 8:00 de la mañana hasta las 4:00 de la tarde, corrido. Fue un esfuerzo bien amplio, entrevistando a mucha gente, un proceso inclusivo. Lo trabajamos entre Iván (Ríos Mena), la doctora Greetchen Díaz, quien es la directora del programa de subvenciones, Gilberto Márquez, que es asesor del Fideicomiso, y yo. De ese plan de trabajo, salió la misión del Fideicomiso, que es invertir, facilitar y desarrollar las capacidades que adelanten la economía de Puerto Rico y el bienestar de sus ciudadanos mediante empresas basadas en la innovación, la ciencia, tecnología y su base industrial.

¿De qué forma visualiza que el Fideicomiso de Ciencia y Tecnología puede contribuir al desarrollo económico?

Tenemos siete iniciativas, entre ellas, establecer un consorcio de investigación clínica en Puerto Rico. Ya tenemos la oficina y al director, estamos contratando al resto del personal. Ya han llegado 12 oportunidades para hacer investigaciones clínicas. De esas, hemos aceptado dos investigaciones. Se está construyendo el edificio de Ciencias Ambientales, estamos en la búsqueda de un desarrollador maestro con experiencia en la construcción de parques científicos. Ya salió el RFP (la solicitud de propuestas), estamos hablando con desarrolladores en Estados Unidos y en otras partes del mundo. En verano esperamos seleccionar al desarrollador, mientras tanto, estamos entrevistando a clientes potenciales para facilitar el proyecto. Esto va a ser una ciudad viva, con escuelas, hoteles, donde la gente trabaje, viva y se divierta. Otra iniciativa es Parallel 18, una aceleradora para empresas emergentes que recibió más de 400 solicitudes de distintas partes del mundo. Se seleccionaron 38, 12 de ellas de Puerto Rico. Me llena de regocijo porque estamos abriendo oportunidades que van a fortalecer el ecosistema empresarial. Estamos yendo a las universidades para hablar de empresarismo, son granitos de arena que ponemos en el Fideicomiso en colaboración con otras entidades.

En nuestras universidades se hace investigación, pero muy poca se comercializa. ¿Por qué cree que eso ocurre y cómo puede ayudar el Fideicomiso a que más de esas innovaciones lleguen al mercado?

La cartera de servicios que está ofreciendo el Fideicomiso es amplia. Ayudamos a patentar, a hacer el licenciamiento o a vender esa patente, y si fuera el caso, a hacer un spin-off. Hasta el año 2010 la Ley de Ética no facilitaba que los investigadores pudieran comercializar sus invenciones porque representaba un conflicto de interés. La ley cambió y, por ejemplo, en Ciencias Moleculares ya hay de 10 a 12 investigadores creando sus propias compañías. Queremos trabajar con todas las universidades para potenciar sus investigaciones a través de la comercialización. Eso es lo que hacen en otros lugares, como en el Research Triangle Park en Carolina del Norte, y es lo que ambicionamos crear aquí. Desde el verano pasado, también estamos pareando fondos con programas de SBA (Administración federal de Pequeños Negocios), dirigidos a la innovación y a la comercialización. Esa es la dirección en la que vamos. Siempre hay que hacer investigación básica, porque es la base, pero necesitamos balancear eso con la comercialización.

Con tanta emigración, ¿cree que Puerto Rico aún tiene el talento técnico y el recurso humano para impulsar industrias basadas en STEM (acrónimo en inglés para ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas)?

La proyección es que en los próximos seis años habrá seis millones de puestos de trabajo adicionales en STEM, según las estadísticas del Departamento del Trabajo federal. El Fideicomiso tiene que comunicar eso y colaborar con diversas entidades para fomentar que se sigan creando currículos en esas cuatro áreas. Tenemos el reto de lograr que más niñas quieran estudiar estas disciplinas. Hay estudios que dicen que pierden el interés por las ciencias y las matemáticas en la adolescencia; y a nivel profesional, la mujer ocupa solo el 25% de esos puestos. En Puerto Rico tenemos que trabajar en esas áreas, eso nos permitirá preparar gente en lo que tiene demanda. La gente que sabe de “data mining” o son “data scientists” no dan abasto, tienen mucho trabajo. El profesional, en vez de irse de Puerto Rico, debe readiestrarse, explorar oportunidades de emprendimiento y enfocar en STEM. Hoy se hace más fácil hacerlo porque existen plataformas con currículos completos o vídeos con temas que nunca pensaste, como lo son Coursera.org o Khan Academy. Los profesionales tienen que entender que el mejoramiento profesional es continuo y que hay que readiestrarse.

¿Cuál es el presupuesto del Fideicomiso y cuántos empleados tiene? Con la crisis fiscal y los recortes en el presupuesto gubernamental, ¿se ha afectado la operación?

El Fideicomiso recibe fondos de la Ley 154 de 2010, conocida como la Ley del Impuesto a las Foráneas, y del rebate que envía Estados Unidos al Gobierno de Puerto Rico por el arbitrio del ron. En total, el presupuesto anual es de $20 millones y hay 15 empleados. Somos pocos, pero la intención no es duplicar puestos, sino asumir el liderato y asegurarnos de que el plan se ejecute. Estamos diversificando las fuentes de fondos, a través de fundaciones y de la colaboración con otras organizaciones. Somos una entidad sin fines de lucro con una junta de directores, donde la mayoría de sus miembros, seis, provienen del sector privado y cinco son del Gobierno.

En tiempos recientes, se ha comenzado a concienciar en la importancia de que más féminas ocupen puestos en la alta gerencia. Usted, no solo lo ha hecho en el campo de la ciencia y la tecnología, sino también dirigió una entidad empresarial, que tradicionalmente ha sido dominada por hombres. ¿Cómo lo ha logrado?

Yo tengo un mantra: “No sobrevive el más fuerte ni el más inteligente, sino el que se adapte más rápido a los cambios”. Una vez le escuché decir a la doctora en logoterapia Cristina Batista, que uno no controla lo que otros piensan de ti ni puedes hacer que piensen diferente, pero sí puedes controlar cómo eso te impacta. Sobre la presidencia de los Industriales, cuando me invitaron a participar en la junta representando al sector de la electrónica, había otra mujer que fue pionera, Carmen María Rosa, presidenta y fundadora de Antilles Electroplating, que me inspiró por su compromiso, liderazgo y entusiasmo. Luego, estuve en el comité ejecutivo como vicepresidenta de Industrias Foráneas y a los dos años me propusieron para presidenta. Yo te tengo que decir que eso era bien fuerte. En ese momento, tenía la responsabilidad de manejar la operación de América Latina y tenía que pedir permiso a la compañía. Lo medité y pensé que habían pasado 75 años desde la fundación de los Industriales; había llegado el momento de romper moldes, era tiempo de que hubiera una mujer en la presidencia. Fue una experiencia de la que no me arrepiento.

¿Cree que Puerto Rico puede mejorar el nivel de competitividad en un futuro cercano?

En el informe del World Economic Forum sobre Competitividad Global, Puerto Rico está en el lugar 30 y en el pilar de innovación ocupa el número 28. Mi objetivo es que en los próximos siete años Puerto Rico esté entre los primeros 20 países del mundo en innovación. Que la gente vea que la propiedad intelectual puede cambiar al País, que hay que comercializar más. Hay que apostarle a eso para crecer la economía y generar nuevos empleos.

¿Le preocupa lo que pueda pasar con el Fideicomiso en enero de 2017 cuando entre un nuevo gobernador?

Somos una corporación sin fines de lucro. El resultado de las elecciones es irrelevante. Lo que a Puerto Rico le hace falta es incentivar el desarrollo de las ciencias y la tecnología, la investigación, la comercialización, lejos de colores políticos. Y en eso es que estamos concentrando los esfuerzos.

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