Mis cuatro preocupaciones

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16-Enero-2010 | JOSÉ MOLINELLI FREYTES GEOMORFÓLOGO endi.com Al igual que Haití, Puerto Rico está ubicado en un área de alto riesgo sísmico por lo que un terremoto fuerte nos podría afectar en cualquier momento. Entre los numerosos problemas que presenta la amenaza sísmica hay cuatro situaciones muy serias que me preocupan grandemente debido al alto riesgo que presentan a la vida y propiedad. Primero, en el interior montañoso central hay miles de casas edificadas sobre columnas largas, de longitud desigual, que no resistirán los efectos de un sismo fuerte. Estas viviendas están destinadas a desbarrancarse cuando las columnas que las sostienen se partan y colapsen, haciendo que caigan hacia las quebradas donde será muy difícil rescatar a los sobrevivientes. Este escenario se complica si consideramos los derrumbes que bloquearán las carreteras, incomunicando las áreas afectadas, particularmente si el terremoto ocurre luego de un período prolongado de lluvias. Esto impediría el acceso de brigadas de rescate, lo que podría significar la diferencia entre la vida y la muerte para los sobrevivientes que estén atrapados. Es urgente detener este tipo de construcción, desarrollar un programa para eliminar estas estructuras y reubicar a los residentes en viviendas seguras. Segundo y más serio aún es el hecho de que numerosas escuelas, donde miles de niños y maestros realizan sus labores diarias, podrían colapsar en caso de terremoto fuerte. Ocurre que el diseño de la escuela típica es muy bueno para el trópico, pero es altamente vulnerable en caso de terremoto. Sabemos esto porque las escuelas de Nicaragua, cuyo diseño fue copiado del diseño de las de Puerto Rico, colapsaron durante el terremoto de Managua. El problema tiene que ver con las columnas cortas que dan hacia el pasillo debido a que durante un terremoto terminan por partirse haciendo que el techo del salón de clases colapse hacia el lado donde se encuentran los accesos de entrada y salida del salón de clases. Es prioritario reforzar estas escuelas inmediatamente. Este es un asunto de suma urgencia, ya que no podemos permitir que miles de niños y maestros se vean afectados a causa de un problema cuya solución es conocida. Mi tercera preocupación tiene que ver con las consecuencias de la mala planificación que continúa situando nueva infraestructura en lugares susceptibles a amplificación de ondas sísmicas, como ocurre en Isla Grande donde se ha ubicado el Distrito de Convenciones y en el perímetro del Caño Martín Peña, la Laguna San José y las porciones del casco urbano de Cataño que han sido edificadas sobre relleno artificial en lo que era el fondo de la bahía de San Juan. Estos lugares vibrarán más fuerte y por más tiempo durante un sismo, por lo que los daños serían mayores. La falta de planificación adecuada también ha llevado a ubicar miles de edificaciones en zonas expuestas a maremotos, donde se sigue construyendo a pesar del riesgo a que están expuestas. Hay que detener la construcción de nuevas edificaciones en estos lugares y comenzar programas que a mediano y largo plazo logren desalojar a la población de los lugares vulnerables. Finalmente me preocupa la vulnerabilidad de todas las facilidades críticas, particularmente la capacidad del sistema de salud para resistir el impacto de un sismo fuerte y atender las necesidades de los miles de heridos que potencialmente resultarían de ocurrir un evento catastrófico. Sabemos que las salas de emergencia están sobrecargadas de trabajo, que nuestros médicos están migrando y que los ortopedas y otros especialistas en trauma cada vez son menos. Hay que asegurarse que los hospitales resistan los efectos de un terremoto fuerte y que tenemos la capacidad para atender con prontitud a los afectados. Los puertorriqueños tenemos que tomar con seriedad el alto riesgo sísmico al que estamos expuestos y prepararnos para enfrentar un evento de magnitud similar o mayor al de Puerto Príncipe. Lo que hoy vemos en Haití, podríamos verlo mañana en Puerto Rico. El momento de actuar es ahora.

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