Pionera de la neurocirugía

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Por Marga Parés Arroyo / end.mpares@elnuevodia.com endi.com Rompiendo estereotipos, la joven doctora María Mercedes Toledo González se convirtió hace dos meses en la primera mujer puertorriqueña en graduarse como neurocirujana de la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR). Pero eso no le ha bastado. Tras 14 años de estudio, Toledo González acaba de iniciar el primero de dos años de formación adicional que la convertirán en la primera puertorriqueña neurocirujana endovascular, una subespecialidad practicada en la isla sólo por el doctor Rafael Rodríguez Mercado. Éste dirige el programa de Cirugía Neuroendovascular de Puerto Rico y el Caribe que ubica en el Centro Médico. Bajo su tutela es que la doctora Toledo González, de 31 años, se formará en esta novel especialidad que actualmente practican, a nivel mundial, unos 600 galenos. En Latinoamérica, solamente hay tres cirujanos en esta especialidad y, si Toledo González completa satisfactoriamente su entrenamiento, Puerto Rico tendrá dos de éstos. Aunque todo parecería indicar que desde pequeña esta joven graduada de la Academia del Perpetuo Socorro soñaba ser neurocirujana, Toledo González pensó, inicialmente, seguir los pasos de su abuela y estudiar psiquiatría. Fue durante sus años de estudio en el Recinto de Cayey de la UPR que se enamoró de la neurociencia. “Pensé que podía hacer mucho más como neurocirujana”, comentó la juvenil doctora. Durante un procedimiento rutinario reciente al que fueron invitados dos periodistas de El Nuevo Día, Toledo González evidenció la pasión que siente por su carrera. Vestida de pies a cabeza con la típica indumentaria estéril (de papel) que utilizan los médicos durante las intervenciones quirúrgicas, Toledo González se desempeña con veteranía mientras es asistida por el doctor Juan Carlos Puente, un colombiano quien se encuentra en segundo año de entrenamiento en esta especialidad. Ambos son supervisados por Rodríguez Mercado. Los acompañan los tecnólogos radiológicos Fernando Montero y Edwin Cruz, el anestesista Julio Soto, hijo, y los enfermeros graduados José Aponte y Blanca Girona. La intención del personal médico era embolizar un aneurisma o protuberancia anormal en la pared de una arteria. Embolizar es introducir un catéter por la arteria femoral que pasa por la ingle que permite la introducción de unos finos alambres que rellenan el aneurisma y cortan el flujo sanguíneo. Esto evita que el aneurisma explote y cause una hemorragia cerebral que puede ocasionar la muerte o daño neurológico permanente. Sin embargo, una serie de tomas radiológicas evidencian que la paciente de 61 años, que llegó con un aneurisma cerebral, presenta una serie de complicaciones adicionales. Debido a la complejidad del caso, deberán consultarlo primero con la paciente, a la que El Nuevo Día no identifica para proteger su privacidad, y tener su consentimiento firmado. Mientras toma un breve descanso antes de continuar con el segundo caso del día, Toledo González manifiesta su compromiso de ayudar a disminuir la incidencia de ataques cerebrales, la tercera causa de muerte en el país. “Comer mucho en 'fast foods', el cigarrillo, la bebida, el estrés, sedentarismo, obesidad, hipertensión y diabetes son factores de riesgo que se pueden evitar”, dijo. El doctor Rodríguez Mercado rebosa de orgullo por su pupila. “Ella ha demostrado un interés genuino. Espero que la motivación nunca le muera”, dijo el galeno, quien agradeció la aportación de la Fundación Médica de Puerto Rico, la Fundación Mercedes Rubí y la farmacéutica Johnson & Johnson, quienes habían hecho el compromiso de remunerar con un salario mensual al primer puertorriqueño que se entrenara en el Centro, distinción que recayó en la doctora Toledo. Una vez Toledo González culmine la subespecialidad llenará huecos como el que quedó el año pasado cuando Rodríguez Mercado fue activado por el Ejército de Estados Unidos durante cuatro meses. Durante ese tiempo, fallecieron once pacientes de condiciones cerebrovasculares que no tenían quien los atendiera en la isla, mientras otros dos tuvieron que ser trasladados a Estados Unidos. “Por eso es que me quedo en Puerto Rico, quiero ayudar”, destacó Toledo González, antes de regresar a la sala de operaciones.