Preocupa el consumo desmedido

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Francisco Rodríguez-Burns / Primera Hora Primera Hora Algunos ambientalistas y ciudadanos entienden que los verdaderos cambios a nivel individual para adoptar un estilo de vida “verde” surgirán cuando los consumidores comiencen a reciclar las bolsas de plástico del supermercado, las botellas de agua y hagan menos uso de otros materiales, como el papel y los utensilios desechables. Como toda nueva moda los productos verdes han cobrado notoriedad, aunque algunos carros híbridos gasten más gasolina que otros compactos o que una bombilla fluorescente termine consumiendo más energía que una incandescente por su uso desmedido. Para algunos ambientalistas, el movimiento ambiental se ha transformado en otro “producto más” en que, a veces, las consignas están cobrando más peso que los resultados. “Nos han convertido en un experimento de consumo. Somos la sociedad consumista perfecta, hemos intercambiado nuestro rol de ciudadanos por consumidores. El problema más grande que enfrentamos es un sistema en que se incentiva la abundancia”, sostuvo el portavoz de la organización ambientalista Misión Industrial, Juan Rosario. Precisamente, el consumo desmedido e innecesario es uno de los asuntos que más preocupación ha generado para expertos en el tema que han visto cómo un movimiento, que nació en conferencias académicas, se ha convertido en vox pópuli. Particularmente en Puerto Rico, donde la disposición de desperdicios sólidos representa uno de los principales retos ambientales, la mayoría de los ciudadanos continúan desechando cantidades alarmantes de basura. Según sostuvo Rosario, el 90 por ciento de las compras de los puertorriqueños terminan en menos de un mes en el basurero, una de las principales fuentes de gases invernaderos que aceleran el calentamiento global. Otros estudios consignan que el puertorriqueño promedio consume más productos que el estadounidense de 30 estados, a pesar de que el ingreso per cápita de la Isla sea marcadamente más bajo que el de Misisipi, el estado más pobre de Estados Unidos. Aun si la entrega ciudadana al movimiento verde se midiera por la adquisición de productos mercadeados como “favorables al ambiente”, Puerto Rico ocuparía una posición poco favorable por la crisis económica que ha limitado los ingresos disponibles de consumo. Uno de los activistas más conocidos a favor de los derechos del consumidor, Gilberto Arvelo, mejor conocido como Doctor Shopper, precisó que la gran mayoría de los productos verdes, como lo podría ser un paquete de papel reciclado, tienden a ser más caros que aquellos cuya compra redundaría en más daño ambiental. “No hay un sentido verde en Puerto Rico. La gente va a una cadena y compran las treinta y seis botellitas de plástico que terminan en la basura, en vez de coger un vaso y servirse el agua. Queremos fomentar una teoría de reciclaje verde, pero la realidad es otra y no trasciende porque para ser green, en el sentido chic , hay que tener poder económico”, sostuvo Arvelo, quien consideró más importante el llevar a cabo pequeños ajustes de consumo, como secar menos ropa en la secadora y rotar los neumáticos para extender su vida útil, como maneras más eficientes para conservar el ambiente. “Puerto Rico tiene la oportunidad de ser green, no por fashion, sino por necesidad económica”, alertó.