Parasitismo, fenómenos atmosféricos, pérdida de hábitat, disponibilidad de alimento y altas temperaturas son algunos de los factores que la impactan.
Jean P. González Crespo, científico y coordinador del Proyecto, indicó que, en los últimos años, los efectos del cambio climático –alza en temperaturas, sequías prolongadas y huracanes de gran intensidad– han aportado a la vulnerabilidad de la especie. A pesar de que estas manifestaciones nunca han sido ajenas al Caribe, su incremento en frecuencia se prevé como perjudicial.
Estos efectos e impactos han sido estudiados y documentados en la zona de la Pitahaya, en el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Cabo Rojo, uno de los cuatro lugares donde se puede hallar el ave. El área perdió gran cantidad de manglar tras el paso del huracán María en 2017, limitando los espacios de hábitat.
“Cerca del 30% de los mangles que están dentro de la Pitahaya murieron luego del huracán, pero estas pérdidas no fueron uniformes entre las tres especies (mangle rojo, negro y blanco)”, explicó González Crespo, al detallar que el 80% de la mortandad fue mangle negro, que es el árbol de mayor uso por la mariquita para anidar, descansar y alimentarse.
Como parte del Proyecto, los investigadores han desarrollado un sistema de nidos artificiales utilizando tubos PVC que ubican cerca de los mangles negros. En ocasiones, instalan cámaras para monitorear el progreso y comportamiento de las crías y las interacciones con sus padres. La iniciativa permitió documentar, por primera vez, usurpación de nido, donde una mariquita invadió el espacio de anidación de otra hembra arrojando las crías al agua.
De paso, en la zona de la Pitahaya, se han documentado niveles de temperatura que superan el punto crítico de supervivencia, afectando el desarrollo de los huevos, ocasionando mortandad en recién nacidos o debilitando individuos por deshidratación y sofocación.
Por otro lado, las limitaciones de alimento –a causa de las sequías– afectan la condición física de las hembras reproductoras y reducen la supervivencia de los polluelos. “Durante el período de reproducción, ellas (hembras) buscan alimentos altos en proteínas, que vienen siendo insectos, mayormente larvas de mariposa. Las larvas están enlazadas con la cantidad de lluvia que cae. En años secos, no hay muchas larvas de mariposas disponibles y la alimentación falla. Esto lo vemos reflejado en la cantidad de polluelos en nido”, expuso González Crespo.
En temporadas de reproducción con mayor precipitación, los investigadores han encontrado nidos con cuatro crías, algo poco común para la especie. El refugio cuenta con estaciones de comida para que las mariquitas suplementen su alimentación en caso de escasez.
Para realizar caracterizaciones de hábitat, microhábitat y documentar comportamiento, entre otros aspectos, el personal del Proyecto instala transmisores a ciertos especímenes que le permiten registrar su movimiento. Los transmisores tienen baterías y diminutas placas solares, que posibilitan registrar comportamientos diurnos y nocturnos.
Anualmente, se hacen conteos de nidos y censos de adultos para estimaciones poblacionales. Se entiende que, al presente, el número de mariquitas en Puerto Rico ronda los 1,000 individuos, restringidos en cuatro zonas: Mona (200), Roosevelt Roads (50), Bahía de Jobos (50) y el Refugio de Vida Silvestre en Cabo Rojo y áreas circundantes (700). La cantidad posiciona a la especie como una de las más amenazadas en la isla y las Antillas.
Para inicios del siglo pasado, esta ave era abundante en Puerto Rico, pero la pérdida de hábitat por actividades humanas y el aumento en las poblaciones del tordo lustroso aportaron a su disminución. El tordo es una especie que parasita los nidos de mariquitas, invadiéndolos con sus huevos y forzando a los adultos a cuidar y criar a los recién nacidos. Esta conducta limita los recursos para las crías de mariquita y puede ocasionarles la muerte.
La mariquita es una especie endémica de Puerto Rico, que brinda servicios ecosistémicos y atrae al turismo por su rareza. Para González Crespo, estas y otras razones justifican su conservación.
El Proyecto para la Recuperación de la Mariquita es liderado el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales , y colaboran entidades privadas, universidades y organizaciones sin fines de lucro.
El autor es candidato doctoral en Biología y becario de la American Association for the Advancement of Science en El Nuevo Día.