Salvajes en su estado más natural

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Por Gerardo E. Alvarado León / galvarado@elnuevodia.com endi.com El alcalde capitalino, Jorge Santini, puede darse el lujo de decir que tiene elefantes, rinocerontes, hipopótamos, jirafas, zebras, cabras de monte, antílopes, monos, jabalíes, búfalos, osos y bisontes, entre muchos otros... Pero no están en el patio de su casa. Tampoco en una finca. Mucho menos en las exhibiciones de un zoológico. Sus “mascotas” tienen una especial peculiaridad: están disecadas. Se trata de la familia de animales que tendrá como nuevo hogar el Museo de Vida Silvestre que abrirá sus puertas al público dentro de un año en la avenida Kennedy, en San Juan. El Nuevo Día tuvo acceso exclusivo a un almacén privado, en Cataño, donde permanecerán los inquilinos hasta que les llegue el día de mudarse. Allí, Rafael Cardona Rivera, coordinador de actividades del capítulo de Puerto Rico del Safari Club International, mostró a este diario los animales que al día de hoy tienen su espacio asegurado en el museo. El primero en aparecer fue el elefante, o mejor dicho, una gigantesca cabeza gris con dos colmillos de marfil que le dará la bienvenida a los visitantes. Le siguieron un rinoceronte y unas cabras de monte, cazados en Suráfrica. Más al fondo, una zebra y un mono de Tanzanía. Todos conservan su piel original. Sus huesos, grasa y carne fueron aprovechados por las comunidades de cada región, aseguró Cardona Rivera. “Sólo algunos podrán tocarse para evitar el deterioro por el contacto. Pero tendremos exhibiciones especiales, como para personas no videntes, en las que todo podrá tocarse”, dijo. Una colección de cabezas de jabalíes, búfalos, antílopes y nialas, entre otras bestias, llama la atención por los finos detalles de sus alargados cuernos. Después, un oso polar de Canadá y un avestruz de siete pies de Bostwana. Las escenas de un leopardo devorando a un venadito, dos leones machos atacando un búfalo y otro león comiéndose una zebra, son claro ejemplo de la vida silvestre en su estado natural. Asimismo, de la delicadeza y afán con que se trabajan las piezas. Un bisonte marrón oscuro, de pequeños cuernos negros y una enorme nariz fue el encargado de la despedida. Cardona Rivera indicó que cada animal recibe un tratamiento especial antes de exhibirse. Una vez se atrapan, son lavados y se les inyectan químicos para evitar que microorganismos destruyan la piel. Además, deben permanecer a una temperatura de 60 grados Farenheit con un 58% de humedad. Aún faltan por llegar los insectos y reptiles.