Señalada la industrialización

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Por José I. Alameda Lozada / Especial El Nuevo Día endi.com La creciente tendencia al aumento de la temperatura de la Tierra en el largo plazo está inexorablemente enlazada al proceso de industrialización de la mayoría de los países del mundo y, por ende, al estándar de vida alcanzado por medio del consumo de los bienes y servicios. Muy recientemente, el gobierno británico financió un estudio comprensivo de la autoría del ex economista jefe del Banco Mundial, Nicholas Stern, The Economics of Climate Change (“La economía del cambio climático”), el cual reclama la necesidad de promover los esfuerzos combinados de parte de los países ricos, para combatir el recalentamiento del clima y del planeta. Según cálculos de Stern, los esfuerzos oportunos para controlar las emisiones costarían apenas 1% del producto bruto global. Añade que los riesgos relacionados al calentamiento global y las inundaciones derivadas del aumento del nivel del mar, podrían desplazar a 100 millones de personas y causar la extinción de 40% de las especies animales. Pero el cambio climático no está exclusivamente enlazado con la organización social, sino también, con la misma forma y los instrumentos tradicionales creados para medir el progreso económico, el cual es realizado por medio de las conocidas Cuentas Nacionales. Este mecanismo es el responsable de que en los medios noticiosos y en muchas de las investigaciones académicas, se brinde una importancia extrema a las cifras del producto bruto o el ingreso nacional. El problema estriba en que estas cuentas miden el nivel de producción de un país, pero nunca fueron diseñadas para medir el bienestar, y la reducción en la calidad de vida producida por las diversas forma de contaminación y el desgaste en los recursos naturales. De esta manera, en la valorización moderna de la calidad de vida se debe dejar fuera de toda consideración las contradicciones que genera el análisis de la medición del bienestar mediante el uso del producto bruto como indicador. Un grupo de economistas tales como Herman Daly, Giles Atkinson, John B. Cobb, Jr., entre otros, han estado elaborando lo que llaman Cuentas de Bienestar Económico, las cuales miden los aspectos negativos de la contaminación y el desgaste de los recursos naturales. Al momento, este autor se encuentra en la elaboración de un tipo de Cuentas de Bienestar Económico para Puerto Rico, siguiendo el diseño original de estos autores. En el caso de Puerto Rico-- en donde el proceso de industrialización ha estado asociado a la utilización de combustibles tales como el petróleo, pero más reciente, gas natural y el carbón - los niveles de producto bruto, no reflejan el nivel de bienestar de nuestra sociedad. De esta manera, la medición de nuestro progreso socioeconómico queda cuestionada en la medida que no sólo colaboramos en el daño ambiental global, pero a la vez, pagamos costos desmedidos al intentar mantener niveles previos de consumo de bienes y servicios. Nuestro modelo de desarrollo ha intentando diversificarse en sus fuentes de energía, pero se mantiene en el combustible fósil el cual es causante principal del calentamiento global y de altos niveles de costos sociales. Es evidente que el nivel de desarrollo de la economía de Puerto Rico no es sustentable en la medida que, para mantener niveles previos de consumo, se ha requerido de un desgaste mayor de los recursos naturales no renovables (petróleo, gas y carbón) y que la diversificación no se mueve hacia fuentes renovables y no de combustible fósil. El autor es economista y planificador.