Serenata del Coquí Llanero

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*Nota del editor: Primero de dos reportajes sobre el Coquí Llanero y el primer intento para reproducir en cautiverio esta nueva especie. Por Yaritza Rivas Bermúdez / yrivas@elnuevodia.com endi.com Los coquíes se seducen mutuamente con el canto. El macho, entona su poderosa serenata, y si a la hembra le gusta el canturreo, se acerca. Bien conoce este ritual de apareamiento entre estos anfibios el ecólogo y estudiante doctoral Neftalí Ríos, descubridor del Coquí Llanero. Desde hace poco más de un mes, pasa largas jornadas en un sótano de 12 pies de largo en el Departamento de Biología de la Universidad de Puerto Rico donde busca, por primera vez, reproducir el Coquí Llanero en cautiverio. Su misión: tener una colonia para restaurar la población de esta especie endémica recién conocida. “Me falta un ‘junito’. Tiene que estar ‘jangueando’”, dice Ríos, mientras ve dentro de uno de los siete terrarios donde guarda a los diminutos coquíes, que en su hábitat natural rondan por los 70 a 160 mil ejemplares, según estima el ecólogo. La especie, la más pequeña que se conozca en la Isla, se sabe que solamente habita en un particular humedal de agua dulce en Toa Baja. Ríos llevaba estudiando este ecosistema por casi dos años cuando descubrió al anfibio. Como parte de su investigación doctoral, decidió reproducirlos en un miniecosistema artificial, y así, aprender más de su conducta de apareamiento y propagación. A oscuras… Para esto, preparó siete terrarios adaptados con tierra infértil, plantas de plástico y unos finos tubos de cristal donde los “juniors” les gusta refugiarse. Dentro de esos cilindros, la humedad asciende a más de 100 grados. Igualar la temperatura del hábitat del Coquí Llanero ha sido uno de los retos del científico, que ya hizo una propuesta a la Universidad de Puerto Rico para obtener un espacio más grande en la Casa de los Animales, instalación dentro del campus donde se realizan diversas investigaciones. Para hacerlos sentir en casa, Ríos colocó una grabación de un coro de Coquíes Llaneros en su hábitat. Esto promueve que canten y se apareen. De día, reconstruye su noche para facilitar la investigación. Al salir el sol, los coquíes permanecen a oscuras. Cuando necesita observarlos enciende bombillas rojas, cuya intensidad raya en el infrarrojo y no altera los anfibios. Las noches del coquí son el momento de mayor actividad cuando comen, cantan y se aparean. Cuando afuera es de noche, en este laboratorio “sale el sol” artificial. Bombillas blancas se encienden programadas por un reloj. Doce horas de día y 12 de noche. Un eterno verano fríamente calculado para lograr su reproducción. Ríos entiende que es en los meses más cálidos y menos lluviosos entre mayo y noviembre que estos animales están más activos. Esto responde a “cambios cíclicos”, aclara el científico, quien cree que por razones fisiológicas los animales evitan exponerse a los estragos del clima.