Terapia sobre olas

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Por: 

Ileana Delgado Castro / idelgado@elnuevodia.com

Para la madre de un niño de 7 años con autismo típico, pero de alto funcionamiento, el cambio que ha experimentado su hijo en los últimos seis meses, ha sido más que significativo.

“Del cielo a la tierra”, dice emocionada Lourdes López Báez, quien destaca que el jovencito ha mejorado en el área social, sensorial y verbal de forma dramática. De hecho, cuenta que se está comunicando con expresiones y pensamientos completos, algo que no hacía antes.

“Ha mejorado en un 100% en todas las áreas. Esto ha sido una bendición”, agrega entusiasmada la madre.

Lo único diferente que ha hecho el niño en este tiempo es participar en un estudio auspiciado por el Instituto Filius, de la Universidad de Puerto Rico, organización que ofrece servicios a personas con necesidades especiales, además de realizar investigaciones multidisciplinarias relacionadas.

Se trata de una investigación que se llevó a cabo en el pueblo de Isabela, específicamente en la playa de Jobos, entre los meses de abril a junio de este año para identificar los efectos positivos del surfing en la población con autismo y tratar de validar científicamente este deporte como una alternativa o una nueva forma de terapia. Y durante ese tiempo, dos veces en semana, participaron de la innovadora terapia sobre olas. Lo que, a juicio de Lourdes, hizo una gran diferencia.

“No es una vez al mes o una actividad al año (como normalmente hacen otras organizaciones que trabajan con niños con autismo). Ha sido algo consistente que a mi hijo le ha abierto unas puertas que antes estaban un poco cerradas. Él ahora está expresando lo que quiere, tiene más empatía con las personas que lo rodean y su expresión verbal ha mejorado mucho, al punto que su terapista del habla, que lo dejó de ver en verano, se ha asombrado cuando volvió a verlo; dice que le llegó un niño diferente”, agrega ilusionada Lourdes.

Al doctor Nicolás Linares, director del Instituto Filius, también le ha sorprendido positivamente todo lo que se ha logrado en tan poco tiempo con estos niños.

“Los hallazgos me han cambiado la visión de cómo se enfoca el tratamiento y las terapias a los niños con autismo. Tenemos los métodos tradicionales -que se siguen haciendo-, pero también debemos comenzar a hacer intervención basada en proyectos, y esa es ahora mi nueva escuela de pensamiento”, afirma Linares, mientras destaca que los últimos datos científicos indican que estos niños tienen problemas con la conectividad cerebral, o hay demasiada o muy poco.

En ese sentido, dice que el surfing es una actividad muy intensa que precisamente requiere de mucha integración de los sentidos y las emociones.

“(Con este proyecto) queríamos comprobar si este tipo de actividad los ayudaba. Participaron ocho niños en edad escolar con distintos niveles de autismo y los resultados fueron sorprendentes, tanto en términos de lo que pudimos observar, como lo que notaron los padres y los maestros”, agrega Linares, quien es patólogo del habla y el lenguaje y catedrático del Recinto de Ciencias Médicas.

Entre otros aspectos, dice que pudieron observar que los niños estaban más organizados y enfocados, además de más tranquilos en los salones. “Algunos que nunca habían hablado salieron hablando, también los ayudó en la socialización y en mejorar la conducta. Hubo padres que hasta nos dijeron que por primera vez dormían toda la noche”, sostiene el investigador, mientras subraya que se pudo demostrar que este tipo de actividad complementaria es muy efectiva.

“Eso no quiere decir que sustituye las terapias tradicionales. Tampoco es una panacea, es un área que se debe seguir estudiando. Pero en términos generales, es una actividad muy buena, tanto para los niños con autismo como para los padres que se quedan en la orilla”, afirma Linares.

 

Esfuerzo novel

El estudio, que según entiende Linares, es el primer proyecto en el que se ha estudiado científicamente el efecto del deporte del surf en la población de niños con autismo.

Sin embargo, ya se sabía que provocaba cambios positivos, no solo en los niños con autismo, también en otros con deficiencias en el desarrollo, déficit de atención e hiperactividad.

De hecho, la organización Surfers Healing fue la primera de base comunitaria que vino a Puerto Rico para traer el concepto del surfing para niños con autismo, dice el psicólogo Giovanni Martínez, fundador de Sur4Dem y uno de los investigadores a cargo en el estudio.

“También está Surfers for Autism. Pero normalmente son organizaciones que hacen una actividad una vez al año, donde se reunen a muchos niños con autismo y se les expone al surf. Ya para la época que ellos comenzaron a venir, nosotros éramos voluntarios y empezamos a notar que habían unos cambios inmediatos en estos niños cuando se exponían a la práctica del surf y a estar en contacto con la naturaleza”, explica Martínez, tras indicar que comenzó a hacer propuestas para investigar las propiedades psicométricas y los efectos terapéuticos que tiene el surf en esta población con autismo.

“El doctor Linares la aceptó de inmediato. De hecho, Filius estaba trabajando en alternativas para la población con autismo y otras deficiencias en el desarrollo y el surfing definitivamente cae en esa categoría porque es una terapia alternativa”, explica el psicólogo, surfer y profesor adjunto en el Recinto de Ciencias Médicas, quien resalta que la investigación se comenzó en la playa de Jobos en Isabela, porque desde que él era adolescente la conocía y sabía que tenía unas características y cualidades que no presentan otras playas.

Uno de los aspectos que se tuvo en cuenta fue el de seguridad y que ofrecía un espacio para que el niño pueda desplazarse en la ola por bastante tiempo. “Es un área bastante protegida y nosotros la conocemos muy bien y nos da mucha seguridad. Además le permite al joven estar parado en la tabla por mucho tiempo; y ahí es que nosotros estamos viendo muchos de los cambios”, afirma Martínez, quien cuenta con la ayuda de surfers voluntarios que ayudan a los niños a desplazarse en el agua.

“En abril comenzamos el estudio piloto, que tenía una duración de tres meses. Trabajamos con niños con autismo de nivel severo, intermedio y de alto funcionamiento. Para mí era importante tener una muestra que fuese diversa para poder luego plasmar lo que estábamos encontrando. Es un estudio pequeño pero muy innovador; además de ser la primera vez que se hace uno de índole científico, validado por una universidad”, agrega Martínez.

Pero señala que es algo que también se está trabajando en España, Francia y Hawai con resultados positivos muy parecidos.

“En Francia, por ejemplo, se utiliza un programa de surfing para niños con necesidades especiales, como un mecanismo para integrarlos. Así que no solo se limita a una población de niños autistas o con deficiencias del desarrollo. También hemos visto que a jóvenes con déficit de atención e hiperactividad les funciona muy bien”, agrega el investigador.

 

Resultados sorprendentes

“Todos estamos perplejos”, admite Martínez, mientras destaca que la hipótesis que se planteó al comienzo del estudio era que la práctica del surf traería una mejoría, tanto en el área comunicológica en general como en el área sensorial.

“Planteamos que la exposición al surf iba a ayudar en esas dos áreas porque en los niños con autismo, esas son sus dos deficiencias mayores; tanto en el poder expresarse adecuadamente, como en su reacción a todo lo relacionado con lo sensorial”, explica el psicólogo.

Precisamente, durante todos estos meses han notado el cambio positivo que se ha dado en los niños que participaron en el estudio. Aunque acepta que al principio no fue fácil.

De hecho, cuenta que en los primeros días hubo niños que con solo tocar la arena comenzaban a gritar. También, al estar en un escenario al aire libre, en contacto con la naturaleza, algunos tenían más sensibilidad con los sonidos y ruidos.

Es lo que también recuerda uno de los surfers voluntarios de Surf4Dem, Josué Paga'n Marty, quien le da apoyo a niños que surfean en la playa de Jobos.

“Al principio pueden ocurrir tantrums. Ese primer día que llegué fue fuerte ver la reacción de algunos niños que no querían entrar al agua; algunos se tapaban los oídos porque no soportaban el ruido y otros no paraban de gritar. Pero cuando finalmente entraban al agua, veías el cambio casi instantáneo y eso fue muy emocionante”, afirma Pagán.

Por ejemplo, cuenta su experiencia con una niña a la que se le hizo muy difícil convencerla para que se montara en la tabla de surfear. “Pero una vez que llegamos al banco de arena, se montó en la tabla y cogió su primera ola, todo cambió; lo gritos pararon y luego fue todo sonrisas. Yo, literalmente, podía sentir la energía positiva”, cuenta Pagán, quien dice que desde ese momento decidió que quería ser parte de ese proyecto.

Precisamente, dice que la transformación que tuvo la niña en las próximas sesiones fue dramática. “Un día la madre nos dio las gracias y nos dijo que estábamos cambiando la vida de su hija. Según nos contó, antes no se dejaba peinar y había que ponerle ropa ancha y de colores suaves. Pero después de un mes, un día la nena llegó con trencitas y vestida como una niña. La madre nos dijo que por primera vez podía vestir y peinar a su hija como una nena”, recuerda Pagán, tras resaltar que ver esos cambios les da una gran satisfacción, por lo que ya lo ven como un proyecto de vida.

A eso se añade, indica Martínez, que el niño o niña está recibiendo estímulos en un ambiente real, con arena, agua y sol. “Generalmente, se trabaja en un cubículo o en un salón en una situación controlada. Aquí no es así, hay ruidos que no puedo controlar; hay gente, música, animales, hay viento, se siente la temperatura del agua y de la arena. Son muchos estímulos sensoriales a los que se está enfrentando y que está aprendiendo a manejar en el momento. Y nosotros entendemos que eso es una de las fortalezas que tiene el surf”, explica el investigador, tras subrayar que todo el proceso ha sido enriquecedor para todos.

“Es algo extraordinario que todavía para mí sigue teniendo un poco de misterio, de por qué es tan inmediato el proceso de cambio. Luego de un tiempo, los padres comenzaron a traer las buenas noticias y los maestros empezaron a notar los cambios”, recuerda Martínez.

Resalta, además, que los padres le han dicho que los niños están durmiendo más, sus niveles de ansiedad han bajado dramáticamente, su concentración ha aumentado, al igual que su “awareness” o sentido de concienciación de todo lo que le rodea.

“Hay un niño que en un mes y medio de terapia avanzó tanto que el director de la escuela llamó a los padres. Ellos se asustaron porque pensaron que había pasado algo y cuando llegaron, el escritorio estaba lleno de los trabajos que había hecho. Él les preguntó que estaban haciendo porque el joven no era así antes y ellos le dijeron que lo único diferente que estaban haciendo era que iba dos veces en semana a la playa de Jobos a surfear”, agrega orgulloso Martínez.

Y aunque aclara que estos hallazgos no significan que sea la cura para el autismo, asegura que sí han comprobado que funciona y que es muy positivo para los niños.

“Aunque ya no se está llevando a cabo el estudio, seguimos monitoreando de una manera científica. En ese sentido, Surf4dem también se diferencia de otras organizaciones porque lo hacemos consistentemente, dos veces por semana. Además de documentar lo que estamos viendo”, expone Martínez.

Proyecto de vida

Tanto el psicólogo Giovanny Martínez como el ingeniero Josué Pagán Marty afirman que ayudar a niños con autismo o con necesidades especiales a través de una terapia alternativa como el surf, se ha convertido en un proyecto de vida.

Por eso, una vez que terminó la investigación, en junio pasado, Martínez decidió crear una corporación sin fines de lucro para seguir ofreciendo el servicio “porque los mismos padres lo pidieron”,

De los ocho niños iniciales, el grupo ha crecido y ya son 28, todos con diferentes tipos de autismo. Pero la experiencia, afirman los jóvenes, sigue siendo igual de positiva.

“Después de seis meses siguen sorprendiendo, nos siguen llegando historias conmovedoras, profesionales de la salud que se cuestionan qué se está haciendo con estos niños”, asegura Martínez, tras destacar que 100% de los padres que llegan al proyecto se quedan porque ven los resultados de inmediato. A eso se añade, agrega, que también les funciona como un grupo de apoyo porque es una actividad donde la familia puede interactuar con sus niños de una manera diferente.

Por ahora, indica Martínez, le está pidiendo a los padres un donativo de $50 para compensar a los surfers que trabajan con los niños y para la compra de equipo. “Presenté el proyecto en el Senado y a la Fundación del Banco Popular para ver si nos ayudan”, agrega.

Para más información sobre Surf4Dem, puedes llamar al 787-510-2557 o enviar un mensaje electrónico a info@surf4dem.com. También puedes visitar su página: www.surf4dem.com y en Facebook/Surf4Dem.

Nuevo estudio

“Ahora mismo se están analizando los datos y esperamos que la información del estudio piloto sea publicada en la revista científica de Filius próximamente”, indica Nicolás Linares, director del Instituto Filius.

“Según destaca, a la luz de esos primeros resultados, en noviembre van a comenzar otro estudio con niños preescolares, menores de 4 años, para ver si se da el mismo progreso y si esa intervención temprana les ayuda de la misma forma.

“Esta vez, agrega Linares, el estudio también contará con los servicios de una patóloga del habla, la profesora Elvira Cancio y de Giovanni Ricci, como instructor de surf.

“Para comunicarse con el doctor Linares puede llamar al Instituto Fillius al 787-250-0000 ext. 3024 o enviar un mensaje electrónico a instituto.filius@upr.edu y visitar su página: www.institutofilius.com 

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