Veredas ecológicas en la Laguna del Condado

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Por Jorge Bauzá-Ortega / Especial para El Nuevo Día endi.com Imagínense una actividad que atraiga peces, langostas, cangrejos, esponjas, tortugas marinas y muchas otras criaturas del océano para el disfrute, la recreación y el esparcimiento de los seres humanos. Y no se trata necesariamente de un acuario pues no hace falta alimentar las criaturas marinas ni se requiere un boleto de entrada. Sólo hace falta la curiosidad de un niño, deseos de flotar y un equipo mínimo accesible a cualquier puertorriqueño. Se trata de una vereda ecológica en el fondo del mar. Los peces tropicales y otros organismos marinos comparten con el hombre necesidades básicas de espacio para refugio, alimentación, protección y socialización. La diferencia es que mientras el hombre es capaz de construir el lugar donde ha de vivir, los peces dependen de otro tipo de estructuras formadas por procesos geológicos o biológicos para tener su casa. Un ejemplo de lo anterior es la formación de arrecifes de coral por acción de organismos muy pequeños conocidos como pólipos o rocas sumergidas formadas en otros tiempos geológicos. Ambos proveen hábitat al formar cavidades y un sustrato firme para el establecimiento de estas y otras comunidades marinas. Estas estructuras escasean más de lo que imaginamos ya que la mayor parte del fondo marino está compuesto de arena y otros tipos de sedimentos que no proveen el sustrato necesario para el establecimiento de arrecifes de coral y la atracción de otras comunidades marinas. A esto se añade que más de la mitad de los arrecifes existentes en el Caribe se encuentran seriamente amenazados y que prácticamente todos los arrecifes cerca de la costa en Puerto Rico se encuentran sedimentados. Ante esta situación, ¿qué podemos hacer? En primer lugar, estudiar y proteger los arrecifes de coral existentes. En segundo lugar, podemos ayudar a la naturaleza emulando sus procesos naturales, específicamente colocando estructuras conocidas como arrecifes artificiales en forma de módulos construidos en un material duradero, estable, estético y seguro al ambiente. Dichas estructuras simulan las rocas del fondo marino creando espacios que atrae la fauna y flora marina aumentando así la diversidad y riqueza ecológica del área. Estudios realizados en el Laboratorio Marino Mote en el estado de la Florida han demostrado una rápida colonización y atracción de organismos marinos en los primeros meses de colocadas dichas estructuras en el fondo marino. Tan sólo en horas de colocación se comenzaron a observar los primeros peces y en un período de tres meses se contabilizaron más de 20 especies diferentes de peces y otras criaturas marinas. En Punta Palmera, en la península de Yucatán, México, se observaron unas 46 especies de peces después de varios meses de colocados los arrecifes artificiales. Al cabo de un año comenzaron a encontrarse colonias de coral en proyectos similares en las Islas Turcos y Caicos. Los beneficios de los arrecifes artificiales son múltiples. Además de atraer peces y proveer material educativo y temas para la investigación científica, estos atraen visitantes y fomentan una economía local sustentable. En Puerto Rico pueden constituir una herramienta práctica para la rehabilitación de hábitat marinos impactados. Como por ejemplo, los daños ocasionados a comunidades marinas en la costa norte producto del encallamiento de la embarcación Morris J. Berman en el 1994 en el área de Punta Escambrón. Allí, el Centro de Restauración de la Administración Nacional de los Océanos y la Atmósfera (NOAA), agencia a cargo de la restauración ymitigación por estos daños, contempla la colocación de arrecifes artificiales. El Consorcio del Estuario de la Bahía de San Juan como parte de una de sus actividades de restauración comenzará próximamente la creación de la primera vereda submarina interpretativa en la costa norte de Puerto Rico. La misma se creará en la Laguna del Condado utilizando 30 módulos en forma de rocas con estaciones rotuladas indicando las especies presentes. Estos módulos servirán además para la implantación de colonias de coral rescatadas de área donde actualmente se encuentran amenazadas. Todo esto a una profundidad igual a la altura de un adulto promedio y a muy corta distancia de la orilla. El Dr. Jorge Bauzá-Ortega es científico ambiental del Consorcio del Estuario de la Bahía de San Juan.