Visibilizan la lucha por la ciencia

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Gabriela Saker Jiménez
La edición boricua de la Marcha por la Ciencia agrupó a unos 500 científicos y simpatizantes. (Wanda Liz Vega Dávila)

Al son de consignas y megáfonos, entre pancartas y  batas de laboratorio, la comunidad científica del País se integró en el marco del Día del Planeta a un movimiento internacional incipiente que reclama el rol  de la ciencia en la sociedad y en la toma de decisiones de política pública.

La Marcha por la Ciencia nació en Washington tras los recortes presupuestarios a agencias científicas y medioambientales propuestos por el presidente  Donald Trump, con el objetivo de reivindicar el papel de la ciencia y denunciar los intentos de desbancar la evidencia científica como criterio para perfilar el futuro global. La invitación  poco a poco fue ganando adeptos hasta que ayer, en más de 600 ciudades del mundo, los científicos abandonaron la neutralidad y tomaron las calles, reclamando un lugar en la discusión pública de cada país.  

“Tenemos cuatro reclamos principales. Queremos tender un puente entre la comunidad científica y la ciudadanía, porque queremos crear una cultura científica en Puerto Rico. También estamos abogando por que las políticas públicas y las decisiones que se tomen en el País estén informadas por la evidencia y por la comunidad científica. También, que Puerto Rico tenga una infraestructura de ciencia sustentable que resista embates económicos y políticos, y estamos creando conciencia sobre la urgencia de tomar acción por el cambio climático”, explicó Mónica Feliú Mójer,  comunicadora científica y portavoz de Ciencia PR.

La edición boricua agrupó a unos 500 científicos y simpatizantes, que marcharon desde la Plaza Colón en el Viejo San Juan hasta el parque Luis Muñoz Rivera, espacio  donde los reclamos ya estaban cobrando vida a través de la Feria Para La Naturaleza.

En su 28 edición, la Feria recibió la visita de 6,000 niños, jóvenes y adultos que, en efecto, fungieron como ciudadanos científicos y se asomaron a las  interioridades de la invención humana a partir de la naturaleza, o la biomímesis.

 

En la Feria, los niños armaban avioncitos con papel y los hacían volar. (Wanda Liz Vega Dávila)

Los niños armaban avioncitos con papel de periódico y los hacían volar como pájaros, o construían  embarcaciones con corchos o esponjas y las ponían a navegar. Contemplaban con detenimiento un panel solar basado en los girasoles, o escuchaban el interior de un submarino que imita las ondas sonoras de los delfines.

“Debemos estar en la calle. Todo lo que visibilice la necesidad de la ciencia en Puerto Rico es necesario, sobre todo, actividades con los niños que son nuestro futuro”, elogió la paisajista Mirna Colón, quien recorría las hileras de macetas con especies nativa.

Con unos 150 voluntarios, con 5,000 plantas de 16 especies nativas obsequiadas al público, con cuatro estaciones de comunicación, transportación, arquitectura y energía, con juegos didácticos y charlas, la Feria cerró la jornada de la ciencia.

 

Karina Rodríguez le mostró a una niña que los delfines se pueden guiar con aplausos. (Wanda Liz Vega Dávila)

“Esta feria es un ejemplo de cómo la ciencia de la naturaleza nos ayuda como sociedad. Si abandonamos eso, si quitamos fondos para investigación y para conservación, estamos perdiendo... Siempre estamos tratando de conectar a la gente con la naturaleza y que podamos ver el valor que nos da a nosotros, porque muchas veces lo tomamos por sentado”, manifestó Fernando Lloveras, presidente de Para La Naturaleza.

 

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