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Ivia Moreno Rosado: una Borinqueña en la China

Imagen de Ivia I. Moreno
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Desde muy pequeña me ha interesado entender las interacciones entre la fauna, los ecosistemas y los seres humanos. Estos intereses fueron determinantes en mi decisión de realizar estudios universitarios en biología en la Universidad  Metropolitana del  Sistema Ana G. Méndez. En mi segundo año de universidad tomé una clase de Botánica con la Profesora Eva Dávila y esta experiencia ayudo a definir mis próximos pasos.  La profesora Dávila pasó a ser mi mentora y realicé varios proyectos de investigación relacionados con botánica y zoología bajo su supervisión. 

Motivada a continuar obteniendo experiencias de investigación, ya casi terminando mi bachillerato, pasé un verano haciendo un internado de investigación en la Universidad de Texas, El Paso (UTEP). Esto representó un gran reto para mí; era la primera vez que me iba sola por tanto tiempo (dos meses) a un lugar desconocido y donde la mayoría de las personas hablan inglés,  empezando por la mentora con la cual yo  trabajaría. Fue un verano de mucho aprendizaje y lindas experiencias académicas y personales.

En el verano de 2012, se me presenta la oportunidad de hacer un proyecto de investigación con la Universidad Metropolitana en la región del carso norteño en Puerto Rico, específicamente en el bosque alrededor del Observatorio de Arecibo. Este trabajo fue el inicio de la experiencia que me trae a contarles esta historia: mi estadía de casi siete meses en China. Mi proyecto de investigación requeriría que viajara a la provincia de Guizhou en el Sur de China, un lugar ecológicamente muy similar a Puerto Rico.  Pero eso tendría que esperar un año.

Ivia en ChinaEn junio de 2013 viajé a China, para continuar mi proyecto de investigación en la Universidad de Guizhou, donde se supone que estaría hasta agosto de 2013. Este fue un reto de otro nivel: esta vez me fui sola al otro lado del mundo, sin conocer a nadie, sin saber el idioma mandarín. Asustada pero muy agradecida por la oportunidad.

Desde la llegada al aeropuerto de Beijing, donde hice mi primera parada en China para llegar a mi destino final Guiyang, la capital de la provincia de Guizhou, recibí el choque cultural. Mi primer reto fue el idioma: nadie hablaba español y pocas personas inglés.  No fue hasta casi un mes después de llegar que conozco a la única persona con la cual podía hablar español en algunas ocasiones. La barrera del idioma me puso en aprietos con mi investigación, pues el que sería mi mentor en la Universidad de Guizhou no hablaba inglés (y menos español) y por lo tanto nos comunicábamos por documentos escritos y con la ayuda de un estudiante que hablaba un poco de inglés, quien fue mi ayudante de investigación.

Otro gran reto para mi fue la falta de materiales para llevar a cabo mis experimentos, pues no había disponible los recursos necesarios y tampoco un laboratorio equipado. Sin embargo eso no me detuvo:  tome la iniciativa de ir por los establecimientos comerciales cercanos y comprar materiales para preparar mis herramientas de trabajo. Con resolución, creatividad y determinación logré completar mi investigación.

lab

En Guizhou tuve que improvisar mi propio laboratorio

Entre otros retos no puedo dejar de mencionar la comida y costumbres. También pasaron semanas en lo que pude acostumbrarme al cambio de horario.  

tallerDurante el mes de julio de ese verano, me surgió la oportunidad de ofrecer un taller de dos días sobre el método científico a 20 estudiantes chinos en QianNan Normal College for Nationalities (QNCN) en Duyun, QianNan, en la provincia de Guizhou. Este taller fue parte de un proyecto colaborativo entre la Universidad Metropolitana con QNCN, con el propósito de crear una academia sabatina de investigación para estudiantes de escuela superior.

Luego del taller QNCN me propuso quedarme un semestre como coordinadora y mentora de la academia sabatina de investigación durante un semestre, hasta diciembre de 2013. Honestamente me asuste y dude en quedarme, pues luego de dos meses en China, ya quería regresar a Puerto Rico. Sin embargo esta era una de esas oportunidades que se dan solo una vez en la vida. Muy agradecida y abierta a las nuevas posibilidades que esto representaría para mi desarrollo académico y profesional, ¡decidí quedarme en China!

En Septiembre 2013, comenzamos con la escuela sabatina. El grupo estaba compuesto de estudiantes de escuela superior y universitarios. La mayoría no hablaba inglés, pero si podían leer y escribir un poco en el idioma. Sin embargo estaban interesados y era parte del reto que ellos aprendieran inglés. Para lograr esto yo trabajaba junto una profesora china que hablaba inglés y mandarín. Ella me apoyaba para que yo pudiera comunicarme con los estudiantes y para que ellos aprendieran el idioma.

Mi propósito allí fue guiar a estos estudiantes a completar su investigación usando el método científico. Cada estudiante tenía un mentor asignado y trabajaban en un proyecto particular. Nuestra meta era terminar el semestre con un afiche científico y presentación oral de su proyecto, para ser presentado en un simposio que se llevaría a cabo QNCN.

escuela sabatinaUna vez completada nuestra meta del semestre y como equipo, me sentí sumamente agradecida por la oportunidad. Ver el desarrollo y el crecimiento de los estudiantes, quienes comenzaron—al igual que yo durante el verano—con grandes retos como el idioma y escasos recursos, pero que aun así perseveraron con entusiasmo para completar sus metas y abrirse nuevas posibilidades académicas y personales, fue un gran regalo para mí. Esta es la más grande satisfacción luego de una fuerte y enriquecedora experiencia de vivir por casi siete meses  en el otro lado del mundo.

El estar lejos de mi familia y seres queridos y no poder comunicarme vía teléfono o internet con ellos fue muy fuerte, pues muchas veces los servicios no funcionaban efectivamente.  Viví días de ansiedad y desespero, sin embargo fueron estos días los que me hicieron más fuerte para seguir enfocada en mi meta. Mi estadía en China fue verdaderamente un proceso de cuatro etapas: adaptación, aislamiento, aceptación e integración. Una vez pasado el choque, me dediqué a disfrutar la experiencia y aprender de la rica cultura china y descubrir diferentes lugares en Asia.  Hoy día puedo decir que esta ha sido la experiencia más retante y fuerte que he vivido, sin embargo también ha sido la más enriquecedora y de crecimiento académico, profesional y personal.

En China aprendí que nada es imposible, siempre que estés enfocada y pongas todo tu empeño y energía en completar eso que quieres. Aprendí que los recursos (tecnología, personal, herramientas) son necesarios, sin embargo la creatividad, adaptabilidad y confianza en una misma, son herramientas de mucho poder.

Educar es una gran responsabilidad, y poder compartir mis conocimientos con otros estudiantes y apoyarlos a seguir una meta, fue y será mi manera de dar a otros lo que he recibido de maestros y mentores que han estado y están en mi vida.

**Agradezco al Dr. Bo Peng de FAST, Qiannan Normal College for Nationalities y al Dr. Arratia del Student Research Development Center de la UMET por su apoyo durante estos programas y experiencias**

 

 


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Si quieres conocer más de Ivia, visita su perfil. Mónica Feliú-Mójer (@moefeliu) colaboró para esta historia. Comparte esta historia usando #Borinqueña y no olvides visitar nuestra tienda.

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