Por Amanda Pérez Pintado || El Nuevo Día
El químico puertorriqueño Héctor D. Abruña estaba trabajando en su oficina después de haber impartido una clase aquel martes de mayo del año pasado cuando recibió la noticia. Un colega irrumpió al despacho y le mostró el anuncio en su celular: Abruña acababa de ser exaltado a la Academia Nacional de Ciencias (NAS, en inglés) de Estados Unidos, uno de los más altos honores en el campo científico.