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#CienciaBoricua

Imagen de Daniel Alfonso Colón-Ramos
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Qué significa ser un científico puertorriqueño? Qué caracteriza a la #CienciaBoricua?

“Eso no existe”, me dijo alguien alguna vez. “No hay tal cosa. La ciencia es de todas partes. ¿Qué es eso de ciencia boricua?”

La pregunta me recordó otra conversación que había tenido años antes sobre la cocina puertorriqueña. Un amigo, quien regresaba de un viaje a Italia, me dijo que en su viaje había descubierto que no existía tal cosa como la cocina puertorriqueña.  “En la cocina italiana tu tienes platos como la pasta, o la pizza, que son sólo de allí“, me contó mi amigo. “En la nuestra, todo viene de otra parte.”

Es cierto que la cocina puertorriqueña es una amalgama de tradiciones culturales. Donde le falló la lógica a mi amigo fue en el hecho de que ese es el caso de cualquier tradición culinaria, incluyendo la italiana. La pizza es una derivación de un plato griego, que antes existía en la antigua Persia. La invención de la pasta se le atribuye a los árabes, que la introducen en Europa en el siglo 9 AD. La salsa tradicional usada en la cocina italiana está hecha de tomate, una fruta cultivada por los indígenas de las Américas.  Así que la cocina italiana es una amalgama de tradiciones persas, árabes y amerindias (entre muchas otras). Pero no por eso deja la pizza o la pasta de ser italiana, igual que el que los plátanos sean originalmente del sureste de Asia no le quita ni al sabor boricua de nuestros pasteles ni borra la famosa mancha que nos dejan.

La ciencia es una tradición cultural humanista y universal, al igual que la música, la literatura o el arte. Pero también, como la música, no por ser universal deja de ser nuestra. No hay quien discuta el impacto de la música en nuestra identidad cultural, o el impacto de nuestra identidad cultural en la música. Pocos discutirían también el que las ciencias sean parte integral de la manifestación cultural de un pueblo. Sin embargo, la ciencia boricua es algo que todavía los puertorriqueños no visualizamos como parte de nuestra cultura. La ciencia pertenece, piensan muchos, a otras partes del mundo, no al archipiélago borincano.

“Es que aquí hay muchos músicos y artistas, pero no hay científicos”, me dijeron una vez.

Este año se cumple el décimo aniversario de una de las comunidades científicas virtuales más grandes del mundo: la comunidad de Ciencia Puerto Rico. Nuestra comunidad científica, integrada por más de 7,000 miembros repartidos en más de 50 países, protagoniza un intercambio de ideas muy nuestro, muy puertorriqueño. Y muy global, como debe ser cualquier manifestación cultural saludable y consecuente. Nuestra ciencia boricua abarca un nutrido grupo de científicos que llegan a Puerto Rico de todas partes del mundo y quienes, como Tony Croatto, adoptan a Puerto Rico y contribuyen con sus ideas en la edificación de nuestra tradición científica puertorriqueña. De la misma manera, a los científicos del patio se les escucha dondequiera, y sus descubrimientos son discutidos en aulas universitarias desde Europa hasta Japón.

A la ciencia alemana se le conoce por ser precisa. A la ciencia en los Estados Unidos se le conoce por ser innovadora y empresarial.  ¿Qué rasgos tiene nuestra incipiente ciencia boricua?  Nuestra ciencia tiene agallas.  Quizás por la misma falta de reconocimiento y apoyo, la ciencia boricua es una ciencia con resorte, propósito y determinación. Los estudiantes puertorriqueños, codiciados por las mejores universidades, llevan esas características consigo e impactan la manera que se hace ciencia en otras partes del mundo.

La ciencia boricua es también generosa y colaborativa.  Nuestros científicos y estudiantes, más que en otras latitudes, buscan estrechar lazos para compartir sus conocimientos, bien sea mediante la divulgación científica, actividades de servicio al prójimo o estrechando lazos de colaboración. No es casualidad que ese rasgo, tan nuestro, haya resultado en una comunidad tan dinámica como lo es Ciencia Puerto Rico. Y al igual que la precisión alemana beneficia, no sólo a Alemania, sino a toda ciencia, la generosidad puertorriqueña también beneficia e impacta a la ciencia a escala global. Por diez años, nuestra comunidad ha compartido la ciencia boricua con el mundo y con jóvenes que puedan encontrar en ella inspiración y vocación. Recientemente la Casa Blanca de los EEUU reconoció este paradigma como uno innovador e impactante para la educación científica de comunidades hispanas.  Universidades como Yale y países alrededor del mundo nos contactan para replicar nuestra comunidad. Y así, nuestros rasgos culturales en la ciencia boricua impactan el ancho mundo.

Comenta la autora puertorriqueña Mayra Santos Febres: “Nuestras historias no están contadas. Y sin nuestras historias, el mundo está incompleto”. De la mente inquieta de un niño curioso, siempre surgen preguntas que carece de contestación en las ciencias. A nuestros niños puertorriqueños corresponde decirles “No sabemos aún la contestación a esa pregunta, quizás porque eres tu la científica que le encontrará la contestación”.  Y hasta que esos descubrimientos e ideas, que nos corresponden como pueblo y comunidad científica, no se hagan, el mundo permanecerá incompleto.

Este artículo fue originalmente publicado en El Nuevo Día, el 20 de febrero de 2016.

 

Este artículo es el primero de una serie de entradas para el blog "Equipo CienciaPR Informa" relacionados a la celebración del décimo aniversario de la organización. 

El autor es Profesor Asociado del Departamento de Neurociencia y de Biología Celular de la Universidad de Yale y Profesor Coadjunto del Instituto de Neurobiología de la Universidad de Puerto Rico. 

Este artículo es el primero de una serie de entradas para el blog "Equipo CienciaPR informa" relacionados a la celebración del décimo aniversario de la organización. 

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