El cielo oscuro de las noches borincanas es todo suyo. Cientos de miles, quizá millones, lo surcan para alimentarse y reproducirse. Unos buscan polen, otros semillas y algunos van tras la mejor presa. Antes de que amanezca casi todos regresan a las profundidades de la tierra. Conquistar las tinieblas una vez al año, como pretenden hacer los humanos cada noche de Halloween, es demasiado poco para ellos que son, precisamente, los seres que inspiran innumerables leyendas.









