Boricua al mando de un imperio

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Por Aura N. Alfaro / aalfaro@elnuevodia.com endi.com Deirdre Connelly, la puertorriqueña quien desde hace dos años es presidenta de la poderosa farmacéutica Lilly USA, es la quinta de nueve hermanos nacidos y criados en San Juan por un padre irlandés-americano y una madre fajardeña. “Papá y mamá, Owen Connelly y Dolores Montesinos, se enamoraron, se casaron y vinieron a Puerto Rico donde nos tuvieron y criaron... son mis héroes”, dijo la alta y delgada joven de pelo negro ondulado y ojos oscuros. “Lo único es que ahora están allá arriba, y me hacen una falta increíble. Les agradezco todo lo que hicieron por mí”, agregó señalando con la mano al cielo. Aunque posee un bachillerato en economía y mercadeo de Lycoming College en Pensilvania, y es graduada del Programa de Gerencia Avanzada de la Universidad de Harvard, Connelly dice que aprendió a ser líder con su familia. “Fueron mis hermanos mayores los que me enseñaron todo lo que sé de liderato y mis hermanos menores me dejaron practicar ese liderato”, asegura con un cariño evidente en su voz. Cuatro de esos hermanos viven en Puerto Rico y los otros cuatro en Estados Unidos. Entre ellos hay médicos, una maestra de historia, un ex cantante de ópera y ahora estudiante, un dueño de negocio propio y una que es propagandista de hospitales para Glaxo en Houston. Esta última “fue la que me trajo a esta profesión”, reveló la ejecutiva, quien lleva 23 años de carrera con Lilly, farmacéutica creadora de drogas como Cymbalta, Strattera y Cialis. “Comencé en 1983 en San Juan en la calle Domenech como propagandista médico, y hasta trabajé en el Hospital del Maestro donde mismo nací, con la maleta y con mucho orgullo”. Sin embargo, Connelly rehusa decir que ella “empezó desde abajo”, porque considera que los propagandistas -quienes día a día llevan los productos a los médicos, que a su vez los utilizan para sus pacientes- son la raíz de su industria. “Todo este proceso comienza con esa conversación entre un buen y bien preparado propagandista y un médico interesado en ayudar a sus pacientes. Lo demás viene por añadidura. Por eso, cuando me dicen que empecé desde abajo, digo que, por el contrario, empecé por arriba, y ahora estoy abajo, encargándome de que ellos tengan todos los recursos’’. A preguntas de si ha logrado algún cambio o mejora directa en Lilly, contestó que se siente orgullosa de muchas cosas que han hecho muchos de sus compañeros, quienes a su vez le atribuyen a ella el éxito que ha cosechado Lilly en Estados Unidos durante los pasados nueve meses. Connelly profesa que su clave del éxito “en esto de ser gerente”, no es muy complejo. Su fórmula es estar bien clara sobre sus prioridades, manejarlas con honestidad, apoyar y darle valor a las personas con quien trabajas - empezando por el paciente - y darle todos los recursos necesarios a sus empleados para que ellos sean exitosos en su faena. “No es cuestión de ser un genio, sino de tener sentido común, integridad... que la gente entienda que lo que estamos haciendo es para un bien común y del paciente, y la gente se compromete’’. En el otoño del 2006 Conelly fue reconocida por la revista Fortune como una de las 50 mujeres de negocios más poderosas, y fue incluida en su prestigiosa lista de ‘Jóvenes y Poderosos’. “Es así como me pasó en Puerto Rico cuando fui gerente general (de Lilly), donde también tuve unos años exitosos”. Expresó que la obra que Lilly hace “es muy importante, porque todos en algún momento dado somos el paciente’’. En Lilly USA, Connelly es la única boricua a nivel del consejo comercial, que le reporta al principal oficial ejecutivo, Sidney Taurel. Pero la compañía emplea a muchos puertorriqueños en la fase de manufactura, incluyendo varios gerentes y gerentes generales en el área comercial. En su más reciente viaje a Puerto Rico la semana pasada, para participar como oradora invitada en la convención de la Asociación de Industriales de Puerto Rico, Connelly aprovechó para comer varias veces el arroz y habichuelas y tostones que no encuentra donde hoy vive, en Indianapolis, Indiana, sede de la compañía. Cuando se le preguntó si alguna vez regresaría a su terruño, contestó, “tan pronto termine mi faena con Lilly, yo regreso rapidito a Puerto Rico, pero ahora mismo en la Isla no hay trabajo para mi con Lilly y yo estoy muy comprometida con esta empresa. Tenemos una labor que hacer, la estamos haciendo y estamos viendo los resultados. Así que ahí me quedaré hasta que se cumpla”.