Ciencia “al servicio de las comunidades”: realizan primer monitoreo de calor extremo en el suroeste de Puerto Rico
Enviado el 28 julio 2025 - 3:00am
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A las 4:30 de la madrugada, más de 60 voluntarios salieron a enfrentar el protagonista implacable del verano puertorriqueño: el calor.
Convocados por la organización Desarrollo Regenerativo de Comunidades Caribeñas(CRCD), participaron en el primer monitoreo comunitario de calor extremo en el suroeste de la isla, con un objetivo claro: recolectar datos científicos para entender –y combatir– el calor donde más golpea.
“Debido a los eventos de calor extremo, tenemos la tarea de conseguir información que nos ayude a responder con soluciones reales”, comentó Yasiel Figueroa, gerente del proyecto U-TREE de CRCD, en entrevista con El Nuevo Día.
La jornada “Árboles contra el Calentón” fue un esfuerzo colectivo entre científicos y voluntarios. Comenzó en el Museo de los Próceres, en Cabo Rojo, el 23 de julio y se desplegó por 11 rutas distribuidas entre los municipios de Mayagüez, San Germán, Hormigueros, Cabo Rojo, Lajas y Sabana Grande. Los recorridos se realizaron en tres períodos –6:00 a.m., 3:00 p.m. y 7:00 p.m.– para captar las variaciones de temperatura a lo largo del día.
En cada ruta, se capturaba un "snapshot" o una muestra instantánea tanto de la temperatura ambiental como la calidad del aire. Esto se llevó a cabo usando vehículos con sensores especializados, explicó Figueroa. Esta tecnología forma parte del trabajo del Centro para el Monitoreo Colaborativo del Calor, una red de ciencia comunitaria en Estados Unidos de la cual CRCD es uno de los 11 socios científicos.
Antes de empezar el evento, se evaluaron las condiciones atmosféricas del día, que fueron ideales para recopilar los datos: poca nubosidad, escasa probabilidad de lluvia y vientos moderados. Esos factores son clave para capturar mediciones precisas, destacó Figueroa.
Durante los próximos tres meses, los datos recogidos serán analizados por expertos para crear un mapa térmico de alta resolución de la región suroeste. Ese mapa permitirá visualizar con claridad cómo varían las temperaturas entre barrios y municipios, y cuáles zonas presentan las condiciones más críticas.
Además de la información sobre las temperaturas, se incorporarán datos de calidad del aire para tener una imagen más completa de los factores que afectan la salud ambiental.
Pero el objetivo no es solo estudiar el problema. “Queremos hacer ciencia que no se quede en el papel, sino que se aplique en el campo y esté al servicio de las comunidades”, subrayó Figueroa. Por eso, el mapa también servirá como herramienta para diseñar estrategias de mitigación, incluyendo la siembra dirigida de árboles.
CRCD tiene la meta de sembrar 20,000 árboles nativos desde ahora hasta el 2029. La ubicación de esos árboles se determinará, en parte, por los resultados del mapa térmico. Incluir ese componente en el proyecto, puntualizó Figueroa, es parte esencial de la iniciativa.
“Sembrar árboles es una de las soluciones más efectivas para reducir temperaturas, al mismo tiempo que provee otros beneficios. Son nuestros aliados en un contexto más amplio de infraestructura verde”, enfatizó.
Los árboles interceptan los rayos del sol, y a través de procesos energéticos como la fotosíntesis y la evapotranspiración, que transforman la energía y el agua, respectivamente, refrescan el aire al liberar humedad, explicó Figueroa. Además de reducir la temperatura, los árboles ayudan a filtrar contaminantes del suelo y mejorar la calidad del aire.
Más allá de los datos y la siembra de árboles, la jornada integró elementos educativos y culturales. Se ofrecieron talleres sobre el cambio climático y conservación, junto a una presentación de plena a cargo del artista Leró Martínez y un toque de bomba, que sirvió como recordatorio de la conexión entre naturaleza, ciencia y cultura.
La plena y la bomba no fueron solo un componente simbólico, sino una expresión de cómo la música también forma parte de la ecología, comentó el organizador. Los instrumentos hechos de madera o que provienen de árboles, como el güiro y los barriles, representan esa relación íntima entre el ambiente y la identidad puertorriqueña.
Para los voluntarios, la experiencia fue transformadora. “Me la disfruté desde que llegué por la madrugada hasta ahora por la tarde con la plena. Siento, además, que aporté a la solución del problema de calor en la isla”, dijo Yohansen Herrera, uno de los participantes.
En palabras de Mariana Quiñones, directora ejecutiva de CRCD, el éxito del evento fue un reflejo del interés de la comunidad. “La gente quiere aprender sobre árboles, conservación y cómo enfrentar el problema del calor. Tenemos el deber de responder a ese llamado”, afirmó.
Para más información sobre el proyecto, puede visitar las cuentas de la organización en Facebook e Instagram.