Empresa criolla de biotecnología

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Por Marie Custodio Collazo /mcustodio@elnuevodia.com El Nuevo Dia Para Ignacio Pino, establecer la primera empresa puertorriqueña de biotecnología fue un asunto de lógica, y de encontrarse con los socios adecuados. “Hay talento, tenemos una base de la industria de ciencias vivas a las que tenemos acceso a través de los ‘clusters’. Además, hay cierta infraestructura, aunque no está definida, y sin querer la estamos alineando”, comentó el veterinario, que hoy es socio fundador y uno de los investigadores principales de Custom Design Immunologics, en Mayagüez. La empresa se sostiene con asignaciones del Fideicomiso de Ciencia, Investigación y Tecnología de Puerto Rico y de ingresos propios por realizar investigaciones por contrato. Y en los próximos tres meses espera comenzar la venta comercial de los anticuerpos monoclonales de células mamarias, con aplicación diagnóstica y terapéutica, y de la plataforma que desarrollaron para producirlos. “Ya le pasamos los primeros ejemplares a varias multinacionales, y estamos en conversaciones con dos que tienen plantas en Puerto Rico para ser el socio de investigación”, dijo orgulloso Pino. Añade que no han salido a buscar más clientes porque donde quiera que llegan les abren las puertas y no quieren exceder la capacidad de crecimiento que tienen al presente. “Quedar bien es lo más importante a este nivel”. Con la certeza que le inculcó su padre de que podía hacer cualquier cosa que se propusiera, Pino no lo pensó dos veces cuando tuvo la oportunidad de ofrecerle a unos científicos de John Hopkins que se asociaran con él para producir los anticuerpos desde el Complejo de Desarrollo y Adiestramiento en Bioprocesos, en la Sultana del Oeste. Un equipo de ocho puertorriqueños educados, principalmente, en el recinto mayagüezano de la Universidad de Puerto Rico (UPR), compone Custom Design Immunologics. Inicio ganadero Pero antes de las proteínas, Custom Design Immunologics, antes CDI Laboratories, se inició en la industria veterinaria en el 2003, cuando Pino se lanzó como consultor para el sector ganadero. Educado en la isla de St. Kitts, su especialidad son las enfermedades tropicales, y con la empresa esperaba ayudar a resolver dos problemas bovinos en la Isla, la babesia y la anaplasmosis. Precisamente, el primer proyecto de investigación de la empresa fue el desarrollo de una vacuna para la babesia. Aunque estuvo detenido por algún tiempo, revivió luego de que la Fundación Nacional de las Ciencias (NSF, por sus siglas en inglés), le otorgó una asignación de fondos para comenzar en julio a desarrollar la primera fase, en la que colaborarán científicos de John Hopkins University, New York University y Duke University. Si logran evolucionar con éxito en los próximos seis meses, la segunda subvención alcanzará los $500,000. Y el trabajo se realizará en Puerto Rico. De asesor a presidente Como un disco rayado, los cursos de empresarismo enfatizan en que las relaciones interpersonales y las redes de contactos son esenciales para el éxito. Pino vio este principio en acción cuando el profesor estadounidense vinculado con la UPR Joe Bonaventura lo puso en contacto con los científicos de John Hopkins. “Al principio yo iba a ser asesor y ellos iban a manejar el proyecto desde aquí. Pero el emprendedor en mí vio que el proyecto iba a requerir mucho trabajo para alinear las iniciativas de apoyo gubernamental, y propuse integrarlo a mi compañía”, relató. Añadió que los anticuerpos son uno de los campos que más se están estudiando en la biotecnología por el potencial que tiene para encontrar respuestas a enfermedades, como el cáncer. El científico enfatizó en que ser puertorriqueño no jugó en su contra, pero tampoco a su favor. Sino que con su trabajo se ha ganado el respeto del equipo. “Todos somos gente, y me aprecian por lo que puedo aportar”, dijo. Compartir algo exitoso Contrario a la idea de un científico celoso con sus descubrimientos, el empresario mayagüezano está siempre en busca de socios y colaboradores que lo complementen. “Es mejor ser dueño del 25% de algo con probabilidades de éxito, que del 100% de un fracaso”, afirmó Pino. Para él, los problemas sencillos de la vida ya se resolvieron, por lo que hace falta un equipo que trabaje unido para buscar soluciones complejas. Y este empresario no sólo consiguió los socios científicos perfectos para su proyecto, en el High Throughput Biology Center -de John Hopkins-, sino que logró identificar y aunar todos los recursos que hay disponibles en Puerto Rico para impulsar negocios como el suyo. Entre estos mencionó al Fideicomiso, la encubadora de negocios del Corredor Tecnoeconómico, la competencia de planes de negocio EnterPrize, y la Compañía de Fomento Industrial (Pridco). “Hay un ecosistema (para el empresarismo científico), pero nadie los había usado todos juntos hasta ahora que los hemos alineado. Y tenemos la convicción de que podemos interactuar con gente a cualquier nivel y traerlos a la Isla para establecer aquí las empresas”, añadió Pino, quien reconoce que la burocracia puede descorazonar a los emprendedores, pero aconsejó encarar los obstáculos. Hasta ahora, el Fideicomiso de Ciencia ha invertido alrededor de $1.2 millones, y está en proceso de convertirse en el socio inversionista. Mientras que Pino no reveló la cantidad de la nueva inyección, mencionó que la institución podrá ayudar a iniciar otras empresas con los frutos que recoja de la inversión en Custom Design Immunologics. El empresario espera que más puertorriqueños se contagien con la visión global que lo motiva a él y a su equipo. “Mi mercado no es Puerto Rico. Todo se vende afuera, pero la idea y el producto sale de aquí. Hay que buscar oportunidades afuera, porque vender aquí no genera dinero nuevo, lo que hace es circular el que hay. Tenemos que inventar ideas atractivas para el mundo”, precisó. “Nuestro pozo petrolero es la inventiva y la educación que tiene nuestra gente. Eso no lo tiene nadie en el mundo. Nos tenemos que dar cuenta, y que el País entero vea como una prioridad crear compañías alrededor de ideas globales”.

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