Relato de un boricua en el Polo Sur

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Por: 

Brenda I. Peña López

El profesor Armando Caussade había estudiado mucho sobre la Antártida y el Polo Sur, pero a su juicio, los libros se quedan cortos cuando analiza todo el aprendizaje adquirido en los 18 días que pasó en el lejano y frío continente.

Mucho fue el conocimiento científico que ganó como parte de su participación en el programa PolarTREC, administrado por el Consorcio para la Investigación Ártica de los Estados Unidos y auspiciado por la Fundación Nacional de Ciencias (NSF, por sus siglas en inglés), pero a nivel personal, una de las mayores retribuciones fue poder entender la experiencia de los exploradores del helado territorio, el noruego Roald Amudsen y el británico Robert Falcon Scott.

“Siempre tuve en mi mente a estos dos señores, a Amundsen, quien llegó en 1911, y Scott, en 1912. Este último que también llegó, pero regresando perdió la vida. Cuando yo subía por todos esos montes y subía por esa nieve empezaba a entender de lo que esta gente vivió y lo que vieron cuando llegaron a este lugar”, expresó al resaltar las agotadoras rutinas.

Dos elementos de la Antártida dejaron maravillado a Caussade: el efecto de reflector que provoca el sol sobre los pequeños cristales de hielo que se intercalan entre la nieve, y las 24 horas de luz solar durante el verano austral, que transcurre durante el mes de enero.

“Yo había estudiado mucho, había leído mucho, pero cuando yo me bajé del avión en el Polo Sur, lo que vi no te lo cuentan los libros porque las fotos no captan. Tú ves como si todo estuviera repleto de diamantes. Lo que uno ve son pequeños trocitos de hielo, hay algunos trocitos que son semitransparentes, cuando reflejan el sol, tú lo ves. Lo chulo es que cuando tú te vas moviendo unos se apagan y otros se encienden”, indicó el maestro al recalcar que dicho efecto solo ocurre cuando el día es soleado.

La misma fascinación dijo haber experimentado al regresar a Nueva Zelanda, al ver su primer atardecer en 18 días.

“Yo no había caído en cuenta hasta que llego a Nueva Zelanda, después de 18 días en la Antártida, con el sol afuera 18 días, que yo no había tenido noches en ese tiempo. Yo veo ese atardecer y me lo disfruté tanto porque llevaba 18 días sin ver el atardecer”, añadió.

Mencionó además que la aventura en el Polo Sur le hizo apreciar más la diversidad geográfica del planeta.

“Yo nunca había visto un volcán, y menos expulsando materiales, ni un cielo tan azul como ese porque la atmósfera está debajo de los pies de uno. Ver un lugar así es una experiencia que toca a uno de muchas maneras. Lo que ves es muy diferente por ejemplo a lo que verías en el patio de tu casa, lo que sientes es algo diferente, como el frío que te da en la cara, el aire que hueles es puro. Es una experiencia que involucra todos los sentidos”, sostuvo.

A su vez señaló que la Antártida es una zona bien regulada. Lanzar basura al suelo o tan solo tocar una especie podría representar la expulsión del visitante que viole las reglas del lugar, que se caracteriza por ser un lugar cuya única existencia humana es la de los profesionales que trabajan en estaciones construidas para la investigación.

Entre esas estaciones, figura el laboratorio IceCube, ubicado en la estación Amundsen-Scott, y donde se encuentra el telescopio de neutrinos más grande del mundo. Fue allí donde el maestro de astronomía estuvo destacado como parte de su selección para participar del programa PolarTREC.

La importancia del estudio que se realiza sobre dichas partículas subatómicas es validar algunas teorías científicas, explicó Caussade el miércoles, al hablar de su experiencia ante miembros de la Sociedad de Astronomía de Puerto Rico, en la Caribbean University en Bayamón.

“Las teorías y modelos que tenemos predicen que esos eventos violentos en el universo, como agujeros negros supermasivos, que es lo que se cree está en el centro de las galaxias, y estrellas de neutrones o estrellas que explotan, conocidas como supernovas, producen neutrinos. Son unos procesos muy intensos y que gracias a Dios ocurren bien lejos. Si no se detectaran neutrinos tendríamos, el problema de que todas esas teorías se caerían y tendríamos casi que reescribir todos los libros de ciencia”, explicó Caussade.

Desde que comenzó a funcionar el laboratorio, en el 2010, se han detectado 37 eventos de neutrinos, señaló.

“Ya sabemos que las teorías y modelos que tenemos están en la dirección correcta. Hubiéramos pasado un susto grandísimo si al día de hoy no se hubieran registrado esos 37 eventos. Según se sigan detectando neutrinos las preguntas que se querrán contestar es de donde vienen, si de una supernova, de un agujero negro supermasivo…”, abundó.

En IceCube, específicamente su trabajo estuvo centrado en la verificación del funcionamiento de los instrumentos, así como apoyo, mantenimiento y medición de hielo, según narró a este medio.

El educador reiteró su interés en llevar a diferentes grupos alrededor de todo la Isla, de manera gratuita, la presentación que hizo este miércoles en el Anfiteatro 5 de Caribbean University, en Bayamón. Manifestó que al hablar de su experiencia en la Antártida busca motivar a los jóvenes a seguir estudios en ciencias.

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