Veteranos al rescate de las farmacéuticas en Puerto Rico

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Por Marie Custodio Collazo / mcustodio@elnuevodia.com Aunque continúa siendo una de las industrias que más aporta a la economía de Puerto Rico, la manufactura farmacéutica se enfrenta a una serie de retos globales que han provocado cambios rápidos en los modelos de negocio. Consolidaciones, recortes de personal y búsqueda de eficiencias marcan el panorama presente de importantes organizaciones multinacionales con cuatro décadas de presencia en la Isla. En medio de la vorágine farmacéutica que se une a la depresión económica que afecta a Puerto Rico, un grupo de ex ejecutivos de dicha industria levanta la mano para ofrecer sus conocimientos y peritaje con la certeza de que pueden ayudar a detener el caos en el que está sumido el País. El grupo de ejecutivos de la industria farmacéutica (PIE, por sus siglas en inglés), reúne al presente 25 personas con trasfondos variados en el sector de las ciencias vivas, y a líderes de industrias relacionadas al ecosistema de la salud. Agustín Márquez, coordinador del grupo PIE, relata que la organización se estableció en octubre de 2010 y que se reunen periódicamente para discutir temas de interés y generar ideas. También han sostenido encuentros con representantes del sector público y privado para identificar áreas de interés común para colaboración. “El grupo está compuesto por sobre 25 exejecutivos de la industria farmacéutica con experiencia ejecutiva local e internacional, cuya amplia diversidad en trasfondo académico y profesional incluye ingeniería, finanzas, administración de empresas, entre otros”, resalta el otrora director ejecutivo de la Asociación de la Industria Farmacéutica (PIA, por sus siglas en inglés). No obstante, PIE aspira aglomerar un universo que alcanza los miles de ex empleados de farmacéuticas e industrias relacionadas. 10,000 talentos “En Puerto Rico hay más de 10,000 ex empleados de la industria farmacéutica que constituyen una cantera de talentos extraordinario, que posiblemente está subutilizada, en todos los renglones de la gerencia, aspectos regulatorios, ventas y mercadeo, ingeniería, finanzas, contabilidad, manufactura, entre otros. Existe un banco de talentos que Puerto Rico debe explotar al máximo en este momento histórico”, apunta Márquez. Pero, sobre todo, el grupo manifiesta que su mayor fortaleza es la independencia de criterio del que gozan al estar retirados. Si bien se mantienen activos aportando al País. La mayoría pertenece a juntas directivas de organizaciones sin fines de lucro, o tienen negocios propios. Algunos de los caminos que tomaron están distantes de su carrera en la industria farmacéutica, como es el caso de Tomás Ramírez, quien luego de 35 años en el liderato de empresas como Johnson & Johnson, Wyeth y Biovail, ahora es dueño de un hotel en la costa oeste de la Isla. Mientras que Héctor Cabrera, al presente, forma parte de un grupo que adquirió la cadena de cristales para automóviles Plavica, tras 30 años en el área de ventas y mercadeo de medicamentos y llegar a dirigir la operación comercial de una farmacéutica en Puerto Rico. En el grupo también está el ingeniero Harry Rodríguez García, que tiene acumulados 35 años de experiencia en las empresas Eli Lilly y dirigiendo Abbott Laboratories. Por su parte, Carlos León se retiró tras una exitosa carrera de 39 años en la manufactura farmacéutica y de dispositivos médicos. De este último sector también se une Bartolomé Gamundi, quien además fungió como secretario de Desarrollo Económico y Comercio. Adicional, se integraron personas de industrias que apoyan a las farmacéuticas, como Miguel Ferrer, presidente de UBS Financial Services en Puerto Rico; Veronique Descombes, presidenta entrante de la Sociedad de Ejecutivos de Ventas y Mercadeo (SME, por sus siglas en inglés) y presidenta actual de la Sociedad Empresarial Mexicana; y Carmen Gisela Fournier, consultora en comunicaciones. Sigue latiendo La mayoría de los miembros fundadores de PIE vivieron los años de gloria de las farmacéuticas en Puerto Rico, cuando dichas empresas llegaron a emplear sobre 30,000 personas. Hoy, las plazas se han reducido por debajo de los 20,000, como respuesta a las transformaciones globales que experimenta el sector de la salud. Sin embargo, los ex ejecutivos resaltan que esta industria continúa viva en la Isla, invirtiendo en expansiones, y que aún representa cerca del 25% del producto interno bruto. A su juicio, los retos que enfrentan las farmacéuticas en la Isla son los mismos que en el resto del mundo y que en otras industrias. “Los retos son los retos normales que tiene cualquier otra industria. No es porque sea Puerto Rico. Aquí lo que tenemos que hacer es aportar para que esos retos sean menores y más fáciles de llevar. Para que se mantengan aquí las operaciones farmacéuticas”, expresa Cabrera y menciona los costos de electricidad y la permisología como algunos de los aspectos que se pueden mejorar para facilitar el establecimiento de nuevos negocios biofarmacéuticos. Como debilidades de la Isla, los ex ejecutivos también señalan la falta de planificación y de conocimiento del funcionamiento de la industria por parte de las entidades gubernamentales encargas de promover al sector. Mientra, Cabrera resalta que ante la realidad de que miles de medicamentos importantes perderán la protección de patentes, Puerto Rico debió haber estado en la búsqueda de alternativas junto a las empresas y a las organizaciones que las agrupan. Uno de los medicamentos que está próximo a enfrentar la competencia de productos genéricos es Lipitor, que se manufactura en Puerto Rico y genera $14,000 millones en ventas anuales para Pfizer. “Nosotros debimos estar, hace años, mirando eso para traer manufactura de genéricos a Puerto Rico porque esta es una década en la que los productos genéricos van a crecer. Va a llegar un momento en el que los productos genéricos van a perder crecimiento, porque vienen otras generaciones de medicinas, entonces tenemos que buscar cuáles son las plataformas bajo las que se van a lanzar esos nuevos medicamentos para nosotros establecer el plan de ataque para atraer esas tecnologías a Puerto Rico”, expresa Cabrera. Trascienden industrias Los miembros de PIE entienden que su peritaje, prestigio y los contactos que desarrollaron a lo largo de sus carreras los convierte en un recurso valioso para ser promotores de Puerto Rico y procurar la atracción de inversión. “Nosotros no tenemos poder económico, pero tenemos prestigio y conocimiento en áreas que van desde la ingeniería hasta el control ambiental, las validaciones y la gerencia de proyectos. Podemos ser hasta asesores del Gobierno”, expresa Rodríguez. Esto último refleja el ánimo del grupo que, a pesar de tener como fin principal la permanencia y fortalecimiento de las farmacéuticas en Puerto Rico, coloca el conocimiento y la experiencia de sus miembros al servicio de todos los sectores del País, tanto público como privado, ya que entienden que su peritaje y su misión trasciende los segmentos económicos. “Nuestro objetivo trasciende. Tenemos muchos conocimientos y experiencia que pueden ayudar a otras industrias. Si por alguna razón se hiciese difícil atraer farmacéuticas a Puerto Rico, nuestra capacidad y experiencia están disponibles para otras empresas que se generen en Puerto Rico, expresa León. Ramírez añade que por su participación en otras organizaciones, como la Junta Reguladora de Farmacias, le consta que los principios de planificación estratégica, la educación y el desarrollo de personal que son fundamentales en la gerencia de manufactureras farmacéuticas, se aplican a cualquier industria o sector con resultados exitosos y relativamente rápidos. “Somos administradores de lo que sea”, dice Rodríguez, “de un banco, de un hospital, de una farmacéutica o de un negocio de pinchos”. Para los integrantes de PIE, el Departamento de Educación es un ejemplo de una agencia que podría beneficiarse del talento de personas egresadas de los complejos de manufactura de fármacos de la Isla. “El Departamento de Educación en realidad lo que necesita es un administrador, porque eso es como un negocio. La cadena de suministros del Departamento de Educación es más grande que la de cualquier empresa en Puerto Rico. El departamento de Recursos Humanos es el más grande de todo Puerto Rico y aquí habemos personas que tenemos ese conocimiento y no se está utilizando”, añade Rodríguez y puntualiza que la mayoría de ellos estarían dispuestos a colaborar sin recibir compensación. Por su parte, Ferrer apela a que el sector privado y el Gobierno saquen partido del ofrecimiento de PIE para el beneficio de Puerto Rico, ya que considera que sus miembros son guardianes de un tesoro valioso: la sabiduría. “Una de las cosas que es muy poco obtenible en el mundo es la sabiduría. La sabiduría viene con la práctica y el tiempo, y aquí la tenemos”, dice el presidente de UBS en la Isla. Embajadores de la 933A Una de las funciones para las que Ferrer entiende que se debe utilizar a los miembros de PIE es para mercadear las ventajas que representaría establecer operaciones en Puerto Rico en el caso de que el Congreso apruebe una enmienda a la sección 933 del Código de Rentas Internas Federal. El grupo de ex ejecutivos endosa la medida, que entiende que es beneficiosa para todos los sectores, desde el gobierno de Estados Unidos, las corporaciones, los sindicatos y, por supuesto, Puerto Rico. Por eso, los integrantes entienden que no debe tener problemas para pasar el cedazo del Congreso. Esto es, si llega a considerarse en un futuro cercano, ya que al presente no es una prioridad para los legisladores. La sección 933A permitiría que las corporaciones de control foráneo (CFC, por sus siglas en inglés) incorporadas en Puerto Rico sean reconocidas como domésticas para propósitos contributivos, si obtienen por lo menos el 50% de las ganancias de sus negocios en la Isla. Esto les permitirá no estar sujetas al pago de contribuciones federales sobre los ingresos que generen aquí. Ferrer explica que de aprobarse la enmienda, Puerto Rico sería el conducto por el que pasarían $2 billones (trillions), convirtiendo a la Isla en el tercer centro financiero más importante del mundo. Sin embargo, advierte que el País debe estar listo tan pronto se apruebe para salir corriendo a promover las ventajas que representa la sección 933A. “Necesitamos como 100 o 200 posibles embajadores. Estamos hablando de una oportunidad única de transformar a Puerto Rico y el Gobierno debería hacerle un acercamiento a estos señores (PIE) para que al otro día estén ellos en aviones tocando a las puertas de sus contactos dando a conocer la oportunidad que representa para ellos, para la nación norteamericana y para Puerto Rico”, dice Ferrer. El banquero también hace un llamado para que todos los sectores económicos del País se unan para levantar la prioridad del tema de la sección 933A, y que se convierta en un asunto nacional, de modo que el Congreso lo considere. Está convencido de que una vez se logre llamar la atención la medida será aprobada. “Puerto Rico está proveyendo una solución a un problema político entre los republicanos y los demócratas. Y lo hace de una manera que representa justicia contributiva porque lo único que se está solicitando es que a las corporaciones puertorriqueñas se le dé el mismo tratamiento que a las domésticas para concepto de dividendos. Nada más y nada menos. Pero eso resuelve un problema porque las corporaciones extranjeras pueden convertirse en corporaciones puertorriqueñas y tomar ventaja de esa justicia contributiva... Esto es una posición en la que todos ganan”, asegura Ferrer, a lo que Cabrera añade que “ese dinero está allá afuera (en el extranjero) y no está haciendo nada para Estados Unidos. Si estuviera en Estados Unidos haría muchísimo y pasarlo por aquí haría muchísimo por Puerto Rico”. Para los integrantes de PIE la preocupación es que se apruebe la sección 933A y la Isla no esté lista para hacer el trabajo de difusión que hace falta. “Podemos transformar a Puerto Rico, pero si se nos va el bote de nuevo, como se nos ha ido el bote en varias oportunidades históricas, aquí no hay muchas más. (De las oportunidades que tenemos ante nosotros) Esta es la que tiene el mayor potencial de transformación para la economía de Puerto Rico”, insiste Ferrer.

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