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Diplomacia Científica, un mundo de oportunidades para Puerto Rico

Imagen de Isabel Katsí Parés-Ramos
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Curso de verano en Diplomacia Científica, Trieste, Italia 2017.

En el mundo de los científico y en de los diplomáticos, el término diplomacia científica no ejerce un papel protagónico, pero es una dinámica centenaria que hoy revive con nuevo nombre y apellido. Se trata de un oficio cuyo fin es fortalecer la colaboración entre países a través de la investigación científica y tecnológica; de hacer que la ciencia, el conocimiento científico y sus aplicaciones técnicas sean la base de las políticas y los proyectos que los gobiernos diseñan para resolver los problemas del mundo, desde las epidemias y los desastres naturales, hasta los conflictos bélicos y el terrorismo.

Cada día, los científicos descubren curas para enfermedades, nuevas especies de animales y plantas, y hasta planetas lejos de nuestro sistema solar. Cada minuto, los ingenieros crean tecnologías e implementos que mejoran los sistemas de transporte, de comunicación, y que permiten majestuosas obras de construcción. Pero, ¿cuánto de estos avances tecnológicos e innovaciones se ponen al servicio de la sociedad? ¿Cuánto del conocimiento científico se transforma en proyectos reales que solucionan los problemas del mundo? A mi entender, muy poco, en especial si lo comparas con la cantidad de estudios, teorías, nuevos datos y recomendaciones que genera la comunidad científica a diario.

En un mundo ideal, los científicos e ingenieros trabajarían de la mano con los políticos y legisladores a cargos de desarrollar políticas públicas y proyectos para que el conocimiento científico sirva de base para la toma de decisiones informadas; científicos y políticos en una gran mesa compartiendo conocimiento e ideando soluciones prácticas a los problemas de nuestra sociedad. En el mundo real, esta dinámica tan necesaria y lógica apenas ocurre. Y esa es la misión principal de la diplomacia científica, crear puentes y canales de comunicación entre la comunidad científica y los tomadores de decisiones o “policymakers”.

Diplomacia Cientifíca, de la teoría a la acción

En concreto, ladiplomacia científicaes un mecanismo de cooperación internacional que busca resolver problemas sociales, económicos y ambientales a través de la investigación y el desarrollo de tecnologías. Se trata de cruzar fronteras geográficas a través de la ciencia, de fortalecer la comunicación y la colaboración entre países para desarrollar proyectos científicos y facilitar el intercambio de conocimientos, contribuyendo así al progreso de países en desarrollo.

Suena a una oportunidad de oro para cualquier país, ¿pero cómo puede Puerto Rico, un país con limitada capacidad para establecer relaciones internacionales y diplomáticas por su condición política, hacer diplomacia científica? Resulta que, indirectamente, ya lo estamos haciendo y tenemos un mundo de oportunidades por explorar y aprovechar. Un buen ejemplo es el Radiotelescopio de Arecibo, una instalación única donde científicos de diversas nacionalidades se unen para realizar estudios en astrofísica, ciencias atmosféricas y ciencias planetarias. Este complejo científico ha posicionado a Puerto Rico a la vanguardia de la exploración planetaria por más de 50 años y continúa siendo de suma importancia porque tiene la misión de detectar meteoritos que puedan poner en peligro la vida en la tierra, ¡como si fuera poco!

Otro ejemplo es el trabajo innovador del Centro Climático del Caribe del USDA, un programa del Departamento de Agricultura federal con sede en el Instituto Internacional de Dasonomía Tropical en Río Piedras, quien colaboran con instituciones en Estados Unidos, América Latina y el Caribe para estudiar los efectos del cambio climático en el sector agrícola y forestal con el fin de proveer información y capacitación técnica sobre estrategias de adaptación y mitigación viables para agricultores tropicales.

Perspectiva de una científica boricua

Yo, científica ambiental e investigadora con sobre 10 años de experiencia, tampoco conocía el término ni el potencial de la diplomacia científica hasta que tuve la oportunidad de participar de un curso de verano que ofrece el Centro para la Diplomacia Científica de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (la AAAS, por sus siglas en inglés). En agosto de 2017, estuve en Trieste, Italia, donde ubica la Academia Mundial de Ciencias (en inglés: The World Academy of Sciences), compartiendo con un grupo de 30 investigadores y representantes de gobierno de países tan diversos como Nepal, Sri Lanka, Indonesia, Kenya, Ghana, África del Sur, y de América Latina.

Durante el curso discutimos mecanismos para que los científicos participen activamente del desarrollo de políticas públicas internacionales que buscan lidiar con los problemas mundiales actuales, incluyendo temas de cambio climático, la crisis migratoria, seguridad alimentaria, y problemas de salud pública como el zika y el ébola. El fin es trabajar para crear puentes de colaboración entre la academia y el gobierno para achicar la brecha que existe entre estos dos mundos y lograr que la ciencia alimente el contenido de las políticas públicas, tanto a nivel local como internacional.

Aprendimos que hoy día la diplomacia no se limita a actores gubernamentales, sino cada vez más involucra a organizaciones no-gubernamentales, a la sociedad civil, institutos de investigación y empresas privadas porque vivimos en un mundo globalizado donde las industrias multinacionales que trabajan con temas de ciencia y tecnología influencian la toma de decisiones. La diplomacia científica es un elemento crucial de las relaciones internacionales en el siglo actual y se ha puesto a prueba exitosamente. Un buen ejemplo es el uso de las relaciones diplomáticas para establecer programas de ciencia y tecnología de gran escala que involucran múltiples países, como es el caso de la Estación Espacial Internacional, un centro de investigación espacial financiado y operado por 16 países, algunos de ellos en conflicto pero que logran diálogo y colaboración a través de la investigación científica.

Es una realidad que la ciencia requiere acceso a recursos, financiación y colaboraciones que la diplomacia puede facilitar, así que resulta imprescindible crear mecanismos de cooperación científica internacional para facilitar la investigación y la realización de proyectos de gran escala. Estas colaboraciones entre políticos y científicos es necesaria para que la ciencia se ponga al servicio de la sociedad y contribuya a la búsqueda de soluciones a problemas de interés global.

Oportunidades de capacitación con la AAAS

El Centro para la Diplomacia Científica de la AAAS se crea en el 2008 con el fin de “incrementar el perfil de la ciencia como un elemento importante en la construcción de relaciones entre países y sociedades.” Durante el curso que tomé en Italia, anunciaron la creación de un curso en línea sobre Diplomacia Científica, ¡completamente gratis! El curso es de una hora e incluye entrevistas, la evolución de la diplomacia científica a través de los años, y estudios de casos. La AAAS también ofrece pasantías en política pública en ciencia y tecnología (S&T Policy Fellowships Program), para que científicos e ingenieros puedan entender y encontrar un lenguaje común para comunicar la ciencia e involucrarse en la política pública de los Estados Unidos. La fecha límite para solicitar a este programa es el 1 de noviembre de 2017.

Capital científico boricua, un valioso recurso subestimado

Puerto Rico necesita desarrollar política pública científica y CienciaPR lleva años abogando por ello y estableciendo espacios de diálogo sobre este tema. Los científicos puertorriqueños queremos aportar, pero necesitamos espacios para trabajar de la mano con el gobierno y facilitar la divulgación científica.

Hay que reconocer el trabajo que están llevando a cabo organizaciones como el Fideicomiso para Ciencia Tecnología e Investigación de Puerto Rico y el Consejo de Cambios Climáticos de Puerto Rico, este último compuesto por un centenar de científicos y ciudadanos que trabajan voluntariamente para producir un informe sobre el Estado del Clima de Puerto Rico que ofrece los datos científicos más actualizados sobre el tema y una larga lista de recomendaciones para la adaptación y mitigación de los riesgos climáticos que bien sirve para fortalecer la política pública del país sobre este tema. Este Consejo quiere sentarse a la mesa con políticos, legisladores y empresarios para dialogar sobre alternativas de adaptación y mitigación viables para Puerto Rico que podemos empezar a realizar hoy con el fin de reducir los riesgos que nos afectan hoy.

Exhorto a nuestros líderes políticos, al Departamento de Estado de Puerto Rico, a la Compañía de Fomento Industrial (PRIDCO), al Departamento de Desarrollo Económico y Comercio de Puerto Rico, y demás entidades encargadas de establecer proyectos de desarrollo económico y social que vean el capital científico boricua como un recurso valioso del país y se den a la tarea de promover acuerdos de colaboración internacional para aprovechar el conocimiento y la capacidad de investigación científica que tenemos en la isla. Hacen falta iniciativas gubernamentales que faciliten el acceso a becas para estudiantes de ciencias y que Puerto Rico sea sede de conferencias científicas internacionales para facilitar el intercambio de conocimientos, datos, experiencias, y posibilitar así la transferencia de tecnología.

En Puerto Rico tenemos el talento y la capacidad, pero debemos ser creativos para crear oportunidades y participar activamente del escenario científico internacional, por eso la importancia de proteger y apoyar a la Universidad de Puerto Rico, sede del capital científico boricua. En estos tiempo de crisis y de reinventarnos como país, démosle la oportunidad de florecer a la ciencia boricua, pues como dijo el científico francés Louis Pasteur, “la ciencia es el alma de la prosperidad de las naciones y la fuente de vida de todo progreso”.

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