Analogía evolutiva del lenguaje y las especies

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Por Wilson González Espada / Especial para El Nuevo Día endi.com Muchas personas han tenido la experiencia de servir en un jurado o ver uno en la televisión. En la mayoría de los casos, los juicios son bien difíciles y los miembros del jurado pasan un montón de trabajo sopesando la poca evidencia disponible. ¡Qué guame sería un juicio en el que hay vídeo del delito, quince testigos, prueba forense irrefutable y, para rematar, la confesión del acusado! Algo parecido pasa con el tema de la evolución biológica. Los científicos han encontrado múltiple líneas de evidencia que apoyan esta teoría. Por ejemplo, miles de fósiles han sido descubiertos en los últimos cien años y sus edades han sido establecidas con análisis isotópicos. (Algunos elementos químicos se transforman en otros diferentes a un ritmo constante. Si se conoce cuánto del elemento debió haber cuando murió el organismo y cuánto queda cuando el fósil es descubierto, se puede calcular cuánto tiempo tomó la transformación). Otra línea de evidencia proviene de los avances en genética, la ciencia que estudia los orígenes y composición de las características hereditarias de los organismos. De hecho, se conoce que los perros, los gatos, los zorrillos y las focas comparten mucho material genético y pertenecen al mismo orden (parentesco) aunque se vean totalmente diferentes. La evolución biológica puede verse claramente en aquellos organismos que se reproducen rápidamente. Cuando se introdujo el insecticida DDT era muy efectivo para matar cucarachas. Aquellas cucarachas que sobrevivían al ser rociadas con DDT, debido a sus variaciones genéticas particulares, podían pasar su “fortaleza” a las futuras generaciones. Este proceso se ha repetido hasta el presente, logrando que algunas cucarachas sean resistentes a este y otros insecticidas, lo que explica por qué a veces uno rocía una cucaracha con insecticida y ella sigue su camino de lo más campante. A pesar del peso de éstas y otras líneas de evidencia, muchas personas todavía no consideran la evolución biológica como un hecho en la historia del planeta. Parte de la razón es que se nos hace bien difícil comprender escalas de tiempo y espacio que son increíblemente enormes. Es imposible para una persona común imaginar que la Vía Láctea, nuestra galaxia, mide como 587,900,000,000,000,000 millas de ancho y que es una de más de 100,000,000,000 galaxias en el universo. Es imposible poder imaginar que en el centro de algunas galaxias existen objetos supermasivos (agujeros negros) que pesan 1041 libras (un uno y 42 ceros a la derecha). Una analogía que puede ayudar a la gente a entender cómo las cosas cambian a lo largo de miles de los años es el caso de la evolución del lenguaje. Existen actualmente cientos de idiomas y otros cientos que se han perdido en el tiempo, casi 6,000 años de historia escrita. Casi todos están relacionados entre sí en mayor o menor grado. Por ejemplo, el español y el ladino son dos idiomas provenientes del castellano. El castellano y el portugués provienen de la lengua ibero-romance. El ibero-romance y el galo-romance (familia del francés) provienen de la lengua romance occidental. A su vez la lengua romance occidental, el rumano y el córcego provienen del latín. El latín, el germánico (familia del idioma alemán), el eslavo (familia del idioma ruso) y el indo-iraní (familia del idioma sánscrito), entre otros, provienen del idioma indo-europeo. Mientras el idioma indo-europeo, así como otros idiomas antiguos, se remontan a casi 6,000 años de antigüedad. ¿Qué ha creado todos estos idiomas a lo largo de la historia? Al igual que la evolución biológica, la separación geográfica de varios grupos por un periodo prolongado es un factor que crea estas variaciones. En el caso de los idiomas, la separación ha creado otros idiomas. En el caso de la evolución biológica, la separación crea especies nuevas. Otro punto de coincidencia entre la evolución biológica y lingüística es que mientras más reciente es la familiaridad, más parecidos se encuentran entre idiomas o especies. Por ejemplo, el lobo y el perro se parecen mucho, ya que su ancestro común no es muy antiguo. El español y el portugués se parecen mucho, ya que su ancestro común (el ibero-romance) no es muy antiguo. Además, ambas evoluciones continúan aún en el presente. El español de Puerto Rico suena un poquitín diferente al español de España y contiene cientos de palabras diferentes debido a nuestra influencia africana, taína y estadounidense. A lo mejor en el futuro ambos idiomas serán lo suficientemente distintos. Del mismo modo, los famosos monos de Lajas podrían en un futuro crear una nueva especie diferente a la original. Cuando uno no puede entender algo fácilmente, a veces una analogía puede aclarar el pensamiento. En el caso de la evolución lingüística, al ser menos “complicada” y al ocurrir en un periodo histórico relativamente corto, puede servir para entender un poco mejor cómo las especies biológicas se adaptan a su ambiente y geografía, eventualmente creando nuevas especies. El autor es profesor de Educación en Ciencias Físicas de Arkansas Tech University y miembro de www.cienciapr.org