Boricua supera barrera visual en campo de ciencia

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Aurora Rivera Arguinzoni
Desde niña, Wanda Díaz Merced padece de diabetes, condición que le provocó retinopatía diabética proliferativa, diagnóstico que no le impidió tener una exitosa carrera en el estudio de sonidos del espacio. (José Rodríguez)

Creció en un hogar humilde y campestre de Gurabo, donde  gallinas y  pollitos correteaban  por el patio. En ocasiones se llegó a sentir descartada por sus maestros, pero el empeño de sus padres en apoyarla la inspiró a seguir adelante.

Ni el diagnóstico de diabetes a temprana edad ni la retinopatía que oscureció su vista cuando hacía el bachillerato en física en la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras la detuvieron. Poco a poco, Wanda Díaz Merced se  abrió camino hasta completar un doctorado en análisis de datos del espacio en la Universidad de Glasgow, Escocia. Ahora es profesora e investigadora del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, donde explora los sonidos del espacio.

“Me crié en el cerro de Gurabo. Nosotros somos una familia común y corriente puertorriqueña. Humilde. Bien de familia”, dijo con orgullo.

Simpática, optimista y decidida por naturaleza, Díaz Merced no se detuvo hasta lograr sus metas. Así lo hizo claro durante una entrevista reciente con El Nuevo Día  antes hablar a jóvenes  reconocidos con el Premio Excelencia Académica Rafael Carrión, Jr. de  Fundación Banco Popular.

“Siempre quise estudiar ciencia, siempre tenía esa inclinación. Yo no era particularmente inteligente en la escuela. ¡Uuuuh! Yo me colgaba. A mí no me escogían pa’ná. Trataba de que me escogieran, pero no me escogían. Mi papá también trataba de que me escogieran, iba y hablaba con la gente de los programas a ver si los convencía, pero nunca entré. Solicitaba, lo importante es que intentaba. Como ellos lo intentaban, pues yo seguía tratando. Entré a la Universidad de Puerto Rico, entré al Departamento de Física y por ahí la historia comenzó”, relató. 

Allí empezaron a manifestarse sus problemas visuales, pero los ignoró hasta que estuvo lejos de casa. “Hice un intercambio en la Universidad de Maine, en Orono, y empecé a notar espacios vacíos en el campo visual,  te miraba y no veía la cabeza o  ponía el cepillo aquí y cuando lo ponía no lo veía. La retina se iba opacando, como si estuvieras viendo a través de una nube”, describió. Le diagnosticaron retinopatía diabética proliferativa. 

Díaz Merced reconoció que “al principio fue bien difícil” balancear su realidad física con la pasión por la física, pero se las ingenió. Ni el haberse sentido “despedida” por la profesora  con quien trabajaba en investigación en la UPR la desanimó. Es más, fue en ese centro de trabajo y estudio que un compañero de clases que  notó sus problemas visuales comenzó a exponerla al uso de sonidos en la física. 

“¡Yo no me iba a ir! Uno tiene que buscarse la forma, y como yo quería hacerlo, lo que hice fue que comencé a utilizar sonido. Cuando estoy en transición de Puerto Rico a la Universidad de Massachusetts, en Boston, me enseñó un señor en el Centro para Vuelo y el Espacio, en Maryland, en NASA (National Aeronautics and Space Administration)”, recordó.

Estudios en Escocia

En Estados Unidos, una pareja de mentores la ayudó a costear sus estudios en Escocia. Completó el doctorado, regresó a la NASA y finalmente llegó a la Universidad de Harvard, en Massachusetts, donde enseña e investiga, incluso en proyectos colaborativos con otras instituciones como su alma mater en Escocia. La boricua ha ayudado a crear herramientas de estudio por sonido. En esencia, su trabajo es escuchar el espacio para conocerlo mejor y enseñar a estudiantes a hacerlo también. “Yo llego bien tempranito para saludarlos. No soy ‘bossy’ (mandona), pero me gusta estar allí pa’que ellos sepan que si tienen alguna pregunta o problema yo estoy a la orden de ellos”, apuntó.

Día tras día escucha sonidos de distintos lugares o componentes del universo para  identificar patrones. Cuando detecta algo que le llama la atención, como el sonido de “un elefante trompeteando”, marca ese segmento del audio para escudriñarlo más con cómputos matemáticos y análisis de error hasta encontrar de qué se trata y, junto a sus colegas, determinar si el sonido debe ser caracterizado o no.

“(Mi trabajo) Ayuda a disminuir la incertidumbre visual y eso es bien importante en tareas de vigilancia y de exploración. Por ejemplo, cuando  estás analizando un electroencefalograma, que tiene mucho ruido, puedes  identificar cambios escondidos”, explicó. 

También puede ayudar en la comunicación de niños que no pueden identificar ironía, algo frecuente en personas con síndrome de Ásperger.

 

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