Boricua vive su pasión por los insectos

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Por Gerardo E. Alvarado León / galvarado@elnuevodia.com

Boricua vive su pasión por los insectos

Por Gerardo E. Alvarado León / galvarado@elnuevodia.com

La entomóloga Rosa Amelia Franqui comparte sus días con estas especies.

Ante la presencia de insectos, la mayoría de las personas se asusta o asquea, pero a Rosa Amelia Franqui le apasionan.

Desde hace poco más de 25 años, Franqui ha estudiado moscas, mosquitos, piojos, pulgas, mariposas, caculos y -sobre todo- escarabajos, entre muchos otros insectos, agenciándose importantes descubrimientos en una disciplina poco conocida: la entomología.

Hoy, como catedrática de la Estación Experimental Agrícola del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) de la Universidad de Puerto Rico, Franqui está enfocada en investigar los posibes efectos del cambio climático en los insectos, así como en la pronta apertura de las nuevas instalaciones del Museo de Entomología y Biodiversidad Tropical.

Antes que todo, ¿qué es la entomología? 

Es la ciencia que estudia los insectos. Los entomólogos somos los científicos que estudiamos los insectos.

¿Cómo y cuándo nació su pasión por los insectos?

Quise estudiar ciencias desde pequeña; creía que iba a ser astronauta. Cuando estaba a punto de graduarme de escuela superior, fue un reclutador y dijo que si el valle Yangtze, en China, se sembraba de arroz completamente, habría alimento para todo el planeta. Para esa época había mucha hambruna en el mundo y decidí estudiar agronomía y suelo para darle comida al mundo. Una vez en el programa, me frustré porque no era lo que yo esperaba. En mi último semestre de bachillerato, tomé una clase de entomología y desde entonces supe que lo tenía que hacer: quedarme para siempre en el mundo de los insectos, que son animales fascinantes. Es la mejor decisión en términos profesionales que jamás he tomado.

¿Dónde estudió y cuándo se graduó?

Hice mi bachillerato en agronomía y suelo en el RUM, de donde me gradué en 1983. En 1987, completé una maestría en protección de cultivos, también en el RUM. El doctorado en entomología lo terminé en 1994 en la Universidad de Madison, en Wisconsin.

¿Cómo llegó a la Estación Experimental Agrícola?

Tenía un proyecto con la vaquita de caña durante mi maestría, pero no estaba dando resultados; no lo podía completar. Un profesor que me vio dando un seminario me invitó a trabajar con insectos de arroz. Antes de terminar mi maestría ya trabajaba aquí como asociada de investigaciones. Cuando terminé la maestría, me nombraron como investigadora. Yo no pensaba que iba a trabajar en la Universidad de Puerto Rico, lo veía como una posibilidad muy lejana.

¿Cuáles son las investigaciones más importantes en las que ha trabajado?

Todas son importantes, pero hay unas que siempre destaco. Por ejemplo, como parte de mi tesis de maestría, encontré una tercera especie de chinche que se alimentaba de las espigas de arroz, así como una mosca que parasitaba en esa especie. Los científicos tenían reportadas solo dos especies de chinches que parasitaban en las espigas de arroz. También, como coordinadora de proyecto con el doctor Alejandro Segarra, elaboramos un tratamiento para asegurar que el mangó pudiera ser exportado libre de moscas. El doctor Segarra elaboró un experimento para tratar el mangó con agua caliente, eliminando de la superficie de la fruta los huevos de las moscas. Fue tan exitoso el proyecto que el USDA (Departamento de Agricultura federal) lo certificó y actualmente es el tratamiento que se le da a todo mangó que se exporta. Resolvimos un problema y pudimos abrir un mercado agrícola. Mi otro proyecto importante fue la fundación, en 1987, del Museo de Entomología y Biodiversidad Tropical, un proyecto que busca preservar un legado histórico, una colección de insectos que cumple 104 años en agosto próximo.

¿Cómo describe a los insectos boricuas?

Bien particulares, increíbles. De las 31 órdenes (grupos diferentes) de insectos que existen a nivel global, en Puerto Rico tenemos presencia de 27, lo que da una idea de lo biodiversos que son. Los insectos de suelo son los más desconocidos, lo que representa oportunidades de investigación en el futuro. Pero mi pasión son los escarabajos y entre los más conocidos de la Isla está el cucubano, que produce luz en su cabeza y abdomen. También tenemos muchas amenazas. La mariposa Atlantea tulita, por ejemplo, está en peligro de extinción por pérdida de hábitat; es la única especie de insectos listada oficialmente en peligro de extinción. Además, tras la entrada de la hormiga brasileña, en los años 70, se ha hecho difícil hallar hormigas nativas. Y la africanización de las abejas ha desplazado a las abejas nativas.

¿Cuáles son sus planes futuros?

Quiero generar investigación sobre el impacto del cambio climático en los insectos. Mis proyectos futuros de investigación se van a enfocar en esa área. Los insectos dependen de la temperatura para funcionar, por lo que un cambio de uno o dos grados pudiera provocar muchos cambios. Los insectos han sobrevivido cuatro de las cinco grandes extinciones que ha habido en el planeta, es decir, que tienen tremenda capacidad de adaptación. A corto plazo, mi plan es la apertura, este próximo verano, de las nuevas instalaciones del Museo de Entomología y Biodiversidad Tropical, ubicadas en el Jardín Botánico Norte. El museo no solo promoverá un lugar más seguro para la colección de insectos, sino para generar más conocimiento de la fauna insectil que tenemos. Estamos digitalizando nuestra base de datos para hacerla accesible a todos. Con el nuevo museo queremos convertirnos en el centro de estudios e investigaciones de insectos más importante del Caribe.

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