Clave la integración para salvar el coquí

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Por Gloribel Delgado Esquilín / Especial para El Nuevo Día endi.com La designación del hábitat crítico para el coquí llanero por parte del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales se quedaría corta si otras agencias gubernamentales no se unen a un esfuerzo real e integrado de conservación de áreas naturales donde viven especies amenazadas y en peligro de extinción. “Eso es un paso importante. Pero esperemos que esa decisión del DRNA se integre con las demás agencias. En muchas ocasiones, se derrotan estos esfuerzos. Si la Junta de Planificación sigue dando permisos y no pone límites con las restricciones de esta designación, y si ARPE tampoco actúa, se genera un conflicto entre los distintos sectores”, comentó José Rivera Santana, ex Director de Planificación de la Compañía de Turismo. Aunque el profesor de la Universidad Metropolitana (UMET) celebró la designación de las 1,567 cuerdas en Toa Baja, en la que se prohíbe el desarrollo para proteger a este anfibio en peligro crítico, sostuvo que es importante que el DRNA mantenga zonas de transición y de amortiguamiento en las áreas cercanas al hábitat. No toda esta finca estará exenta de construcciones. El DRNA explicó que un área de 240 cuerdas podrá desarrollarse. Los terrenos designados ayer -y que estarán protegidos por los próximos cinco años- se encuentran en un humedal herbáceo de agua dulce cercano a un bosque de Pterocarpus, que según explicó el dasónomo Ariel Lugo, Director del Instituto Internacional de Dasonomía Tropical del Servicio Forestal, son los lugares favoritos para el desarrollo urbano. Además, ya sufre el embate de la presión citadina: tiene cerca pistas de carrera para motoras y “go-carts”; está cerca de desarrollos urbanos y está expuesta a la contaminación de herbicidas, así como los líquidos que provienen del relleno sanitario de Toa Baja (lixiviados). “Se necesitan más Neftalí para el problema del desarrollo en Puerto Rico, para que encuentre más especies nuevas y se protejan las costas”, comentó Lugo, al mencionar el creciente número de proyectos propuestos para el litoral que están siendo cuestionados por grupos ambientales y comunidades. Según explicó es alarmante que por un lado se esté designando el hábitat crítico para el coquí llanero, mientras se siguen permitiendo desarrollos en la zona marítimo terrestre. Esta zona pública, que es protegida por ley, es definida como el área costera que baña el mar, que incluye las altas marejadas en época de temporales y que se extiende 20 metros tierra adentro. Sin embargo, varios proyectos propuestos en estas áreas están en clara violación de ley. “Así es como los políticos pagan sus favores, otorgando permisos”, expresó Lugo, al mencionar proyectos como Paseo Caribe y uno ubicado en la calle Almendro en Punta Las Marías, en el que se está construyendo un muro a unos pasos de la orilla. Razón para celebrar Para el planificador Félix Aponte la designación del hábitat crítico en Toa Baja podría representar una celebración, tomando en cuenta que no es la norma a nivel local o internacional. “Hay razones para celebrar, porque es una decisión importante en términos de conservación de terrenos”, explicó. Según dijo es una decisión que va en contra de las tendencias “enfermizas” del sistema económico actual que protege la propiedad privada por encima de las valoraciones de la Naturaleza, el patrimonio cultural y la seguridad pública. Calculó que en Puerto Rico menos del 40% de las especies amenazadas o en peligro de extinción tienen protección de su hábitat, ya que en muchos casos estos territorios están ubicados en tierras privadas.