Desvelo de amor y conservación

Este artículo es reproducido por CienciaPR con permiso de la fuente original.

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Por Lilliam Irizarry / Especial para El Nuevo Día El Nuevo Día Manatí - Hay noches en las que Willy Burgos no sabe lo que es dormir. No mientras haya un sapo concho que salvar o un cangrejo que censar en su amada Hacienda La Esperanza de Manatí, una finca de 2,278 cuerdas de terreno que él llama “mi patio”. Y pensar que hace más de 20 años este manatieño renunció a un sueldazo en una farmacéutica porque no quería trabajar turnos nocturnos rotativos. Ahora los trabaja feliz y sin cobrar un chavo. “No es lo mismo. Aquí trabajo en algo que de verdad me gusta. Es un trabajo en el que no me pagan, pero que me llena de otras formas: hay una satisfacción, una tranquilidad. Yo veo esto como un despejo y una limpieza de mente que tú no consigues dondequiera”, sostiene el ebanista de 49 años que labora como voluntario del Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico. En Hacienda La Esperanza, Burgos lo mismo diseña y construye trampas para capturar cangrejos que monitorea las especies nocturnas competidoras y depredadoras del sapo concho. A los cangrejos, los pesan, miden, fotografían y marcan con un microchip para luego liberarlos, como parte de una investigación para desarrollar un plan para su manejo y preservación. A los depredadores del sapo, los vigilan de cerca en un intento por saber cuán efectivo sería establecer aquí la segunda población de esa especie en peligro de extinción en la región cárstica del norte de la Isla. Burgos también colabora en una investigación que busca identificar los componentes y procesos imperantes en la costa de esa reserva, lo que puede contribuir a su plan de manejo. Pero lo que más disfruta, solo o acompañado, es recorrer a pie o en bicicleta la majestuosa finca, que incluye varios kilómetros de costa y más de 10 ecosistemas de gran valor ecológico, incluyendo formaciones de karso, cuatro distintos tipos de bosque con flora y fauna únicas, ciénagas que son hábitat de pájaros endémicos y migratorios, dunas cementadas, sistemas de mangle abundantes en vida marina y llanos aluviales ricos en humus, una sustancia compuesta por ciertos productos orgánicos de naturaleza coloidal que se usa para las actividades agrícolas intensivas. También cuenta con dos importantes estuarios y uno de los pocos bosques costeros que aún existen en la costa del norte de la isla. En ese recorrido casi diario nunca falta la cámara fotográfica. “A veces de repente me encuentro con este amigo, saco mi cámara, que la tengo siempre en mi bolsillito, y lo retrato, y el que esté conmigo que me espere que yo voy a retratar a mi amigo el juey”. Ha sido así que, como parte de una investigación encabezada por la doctora en biología Concepción Rodríguez de Fourquet, ha ayudado a documentar buena parte de la población de cangrejos terrestres, marinos y costeros que habitan en esa reserva. Burgos reconoce no tener límites cuando se trata de hacer trabajo voluntario para preservar la naturaleza, al punto de que el año pasado sobrepasó las 300 horas con el Fideicomiso de Conservación. Hay días en que se levanta a laborar de ebanista a las 6:00 de la mañana, luego de haberse amanecido hasta las 3:00 de la madrugada “sapeando”, como le llama al trabajo para la preservación de sapos conchos. Cuando se le pregunta si no le preocupa que el trabajo voluntario le pueda provocar un desgaste físico, reconoce que su esposa y cómplice, Nitza Lugo Ríos, le pide a veces que coja un descanso. “Pero yo lo veo como un despejo a las presiones del día. Si yo puedo tener un respiro mental con cosas que a mí me gustan, olvídate, a mí no me importa, yo voy a hacerlo, y si los resultados son buenos, al otro día me gusta más y le meto más mano”. Burgos destaca que en el trabajo voluntario no todo es dar; también se obtienen beneficios. El suyo es aprender y compartir lo aprendido, para lograr que Puerto Rico supere su actual 7.2% de terrenos protegidos por ley para fines de conservación. “Tú vas impartiendo un respeto a la naturaleza y ayudando a preservar esta belleza para que otra gente la conozca y la disfrute”, afirmó.