‘Esto es una gran escuela’

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Por Osman Pérez Méndez / Enviado Especial endi.com Los hermanos Ramos, con sus batas de cirujanos, estaban ayer laborando afanosamente para sanar heridos, ya fuera a través de curas o de una intervención quirúrgica. En el pequeño enclave puertorriqueño de tiendas de campaña convertidas en hospital, en el gran barrio de Delmas, los hermanos fajardeños atendían uno tras otro a sus pacientes haitianos, en su mayoría damnificados. “A esta señora logramos salvarla, pese a que ya tenía una infección grande con pseudomona en la pierna amputada”, dijo José Ramos, mientras atendía a la paciente, que aguardaba con un estoicismo que haría palidecer a los más valientes en lo que terminaba la dolorosa cura. Al terminar, la señora por fin habló. Su acompañante aseguró que habían sido sus primeras palabras en buen tiempo. En el autóctono creole que se habla en las calles haitianas, la paciente le imploró a su doctor que no se fuera (de Haití). “Lo que hacemos hoy nos va a servir de experiencia, y va a ser muy útil en el caso de que tengamos que enfrentar algo similar allá (en Puerto Rico)”, dijo Ramos. Su hermano Jerry se hizo eco de la ‘gran escuela’ que significaba pasar por el intenso proceso de atender a decenas de pacientes y practicar hasta sobre 20 intervenciones al día. “Todo médico debería pasar por algo así. Quizás debería pensarse en una rotación, para que aprendan todo esto, y además mantengamos esta instalación a un plazo más largo”, evaluó Jerry, quien al igual que su hermano, estudió su carrera en la Escuela de Medicina San Juan Bautista. El galeno comentó que estaban viendo casos muy extraños, poco comunes en Puerto Rico, como el de una persona infectada al mismo tiempo con malaria y dengue. Pero ayer, El Nuevo Día visitó la rústica instalación y constató que sólo la atendían los hermanos Ramos y el doctor Eduardo Ibarra, presidente del Colegio de Médicos Cirujanos de Puerto Rico. Aunque por el ritmo y la cantidad de pacientes que atendían, los tres parecían rendir por 30. Y es que parte del contingente que estaba laborando en el hospital regresó ayer en la mañana a Puerto Rico. Según Jerry, la emergencia grande ya pasó, pero queda muchísimo por hacer. Para muestra está el campamento de tiendas de campaña que está al cruzar la calle frente al hospital, y donde hay un sinnúmero de heridos y enfermos. Posibles brotes de epidemia También les preocupan los posibles brotes de epidemias. En la tarde los médicos pensaban visitar un sitio en donde se ha reportado un posible brote de dengue. Otras posibles epidemias que vigilan son la de fiebre tifoidea y malaria, las que califican de ‘muy latentes’. Jerry también enumeró casos de hepatitis A y condiciones entéricas como diarreas, aunque aseguró que estas últimas estaban disminuyendo. “Hemos tenido muchas amputaciones de niños y adultos”, dijo Jerry, mientras recordaba el caso de una mujer a la que tuvieron que amputarle un brazo a la altura del hombro y la mano del otro. Pero también hay historias enternecedoras, como la que recuerda José de un niño que atendió por una grave herida en el rostro. “Le regalé un libro de dibujar y lo que me devolvió fue una tremenda sonrisa”, contó, sin poder contener la emoción. “Después de las de mis hijas no he visto una sonrisa mejor que esa”, dijo José, dejando claro que algo así pagaba con creces por cualquier sacrificio.