Fósiles confirman puente terrestre entre las Antillas

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¿Se ha preguntado cuánto ha cambiado la geografía de las Antillas en los últimos 30 millones de años?

Ante tanto movimiento de la corteza terrestre que se ha registrado desde el pasado 28 de diciembre, cuando inició la secuencia sísmica en la zona sur y suroeste de la isla, es obvio que la respuesta debe ser “bastante”.

Pero hay otra manera de tratar de descubrir la historia geográfica de las Antillas y es mediante el estudio comparativo de fósiles, es decir, restos de dientes y huesos de organismos que se han preservado bajo tierra por millones de años.

Recientemente, un grupo de científicos publicó en la revista Proceedings of the Royal Society un artículo que indica que, en Puerto Rico, se descubrió un fósil de roedor de 30 millones de años y que tuvo ancestros en Suramérica. La única explicación posible para este evento es que, geológicamente, las Antillas se veían muy diferentes a como se ven ahora.

La investigación incluyó a los científicos boricuas Jorge Vélez Juarbe (Departamento de Mastozoología, Museo de Historia Natural, Los Ángeles, California); Kevin Vélez Rosado (Departamento de Ciencias Terrestres y Ambientales, Universidad de Michigan); y Hernán Santos Mercado, Eduardo Cruz, Alexandra Grajales y James Padilla (Departamento de Geología, Universidad de Puerto Rico en Mayagüez). El grupo también integró a investigadores de Francia, Argentina y Estados Unidos.

Los científicos encontraron restos de dientes de tres individuos diferentes, dos de los cuales son de una especie nunca antes vista, en una localidad en el noroeste de la isla. Al ser una especie nueva, los investigadores la nombraron Borikenomys praecursor. Es obvio de dónde sale el prefijo “boriken”. El sufijo “mys” significa ratón y la palabra “praecursor” viene del verbo preceder, del mismo modo que los temblores de finales de diciembre de 2019 precedieron el terremoto de 6.4 del 7 de enero.

Los científicos fueron afortunados de que encontraron restos de dientes, ya que estos permiten inferir qué tipo de roedor es, su tamaño, su edad y su dieta. El análisis de los fósiles reveló que el roedor Borikenomys praecursor era pequeño, vegetariano y que tenía ancestros en la familia de las chinchillas y paracanas, que son originalmente de Suramérica.

Ese dato de los ancestros fue esencial para inferir cómo la geografía de las Antillas ha cambiado en más de 30 millones de años. Durante este período, en la transición del Eoceno-Oligoceno, lo que ahora son las islas de Cuba, La Española, Puerto Rico y muchas otras en esa zona estaban todas conectadas sobre el nivel del mar.

Se hipotetiza que los ancestros del Borikenomys y otros animales migraron desde lo que hoy es Venezuela hacia el norte, a través de este puente terrestre. Eventualmente, los niveles del mar cambiaron y las fuerzas sísmicas y geológicas movieron diferentes zonas de la corteza y separaron las islas. Luego, poco a poco se fueron adaptando a su medio ambiente y evolucionaron hasta convertirse en especies modernas de roedores endémicas de las Antillas.

La investigación de Vélez Juarbe y sus colegas corrobora con evidencia fósil que el movimiento de la corteza terrestre es poderoso, inevitable e impredecible. Aunque le tengamos pánico a los temblores, han sido y serán uno de los motores que impulsa la biodiversidad de nuestro planeta.

El autor es catedrático en Física y Educación Científica en Morehead State University, en Kentucky, y miembro de la red de Ciencia Puerto Rico.

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