Hija del agua

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Por Mario Alegre Barrios / malegre@elnuevodia.com El Nuevo Día Su pasatiempo es estudiar. Y también su pasión. Su vida está armada alrededor de ese privilegio que, para ella, es como respirar y que la acompaña desde que era una niña, desde los días cuando supo que no le gustaban las barbies –que las odiaba, dice-, y también desde aquella Navidad en la que recibió un microscopio como regalo y descubrió en su interior la existencia de otro mundo infinitamente pequeño y maravilloso. “Y luego del microscopio, me regalaron un telescopio, y entonces vi las estrellas más de cerca y dije ¡wow!”, recuerda Laura Roldán Hernández, estudiante de 17 años que pertenece al grupo de Los Duros y que la semana próxima sale de viaje para representar a la Isla en dos actividades científicas atadas a un proyecto de su autoría cifrado en la creación de un filtro para purificar las aguas pluviales. Risueña, de palabra fácil y segura, Laura recuerda que de niña solía tener un amplio espectro como mapa para su vocación. “Por la mañana quería ser veterinaria, al mediodía bombero y por la tarde doctora… una especie de súper héroe, quería estar en todas partes, tocando otras vidas”, dice con la mirada brillante. “No, no me gustaban las barbies. Mi abuelo me hizo una pared completa para poner todas las que me regalaban y yo ¡las odiaba!, les cortaba el pelo. Creo que mami se dio cuenta y entonces, ella, bueno, Santa en ese entonces, me trajo el microscopio y ahí comenzó todo”. Alumna regular en el Colegio María Auxiliadora -ahora en undécimo grado- Laura también asiste desde octavo a la escuela José Aponte de la Torre, en Carolina, donde es miembro de Los Duros -un grupo elite de estudiantes destacados en diversas materias- como discípula de la profesora Yiria Muñiz, su mentora y cómplice de aventuras científicas. Si aquel microscopio significó para Laura una señal del rumbo que habría de seguir, la segunda gran revelación llegó cuando recibió su primer equipo para analizar la acidez o alcalinidad del agua, lo que comúnmente se conoce como el “pH”. “El patio de mi casa es la Laguna Blasina, en Villa Carolina y a veces, cuando llovía, apestaba y nadie hacía nada”, recuerda. “Comencé a buscar información y no encontré nada. Decidí que había que hacer algo… la laguna se convirtió en mi bebé, en mi proyecto. Empecé a hacer muestras de sus aguas, a monitorearla y así surgió la inquietud, cuando descubrí que las aguas de las escorrentías llegan a los cuerpos de agua sin filtración y son una gran fuente de contaminación”. Laura reconoce la importancia medular que Los Duros –y Yiria, su profesora- han tenido en el desarrollo de su vocación. “Cuando llegué al grupo, ese primer día, recuerdo que esperaba pasivamente que me dieran instrucciones de lo que tenía que hacer. Entonces Yiria nos dijo a Odemaris -una amiga- y a mí, que arrancáramos, que estábamos por nuestra cuenta, que nos equivocáramos y aprendiéramos de nuestros errores”, rememora. “Esa fue la primera gran lección que recibí de ella, de las muchas que me ha dado a lo largo de estos tres años”. Con todos los atributos para ser calificada como una “estofona”, Laura asegura que… sí, que lo es, pero que prefiere suavizar el término por el de “stofi” -de su propio cuño- pero que no por eso deja de ser una joven “normal”, que se divierte y “janguea”, sin conflicto con su pasión por la ciencia. El próximo lunes Laura viajará para participar en el National Junior Sciences and Humanities Symposium, en San Diego, California -con una parada previa en Vermont- con el filtro que viene perfeccionando desde el octavo grado y que -según asevera Yiria- ha despertado el interés de varias entidades que han seguido su desarrollo con miras -quizás- a su adquisición para aplicarlo a algún proyecto para el tratamiento de aguas pluviales. A poco más de un año de culminar la escuela superior, Laura dice que existe la posibilidad de continuar sus estudios de ingeniería ambiental en alguna universidad de Estados Unidos -con Connecticut y Florida como posibles destinos- pero siempre con el objetivo a largo plazo de regresar a Puerto Rico para poner en práctica el fruto de esa preparación. Suspira cuando reconoce que quizá su mayor defecto es ser demasiado analítica. “¿Y mi mejor virtud? Mmm… no sé. No quiero decir que ‘soy responsable’ o que ‘soy amistosa’ -¿como una aspirante a reina de belleza?- pero creo que podría ser el tener mucha iniciativa y una sed infinita de aprender. Nunca me vas a ver sentada por horas frente a una computadora pegada a Facebook, sino en todo caso, a Google, investigando, buscando…”. “Trabajar con el agua me ilusiona mucho, tanto como lograr hacer contacto con jóvenes con inquietudes similares que deseen tocar otras vidas”, reflexiona Laura al final de la charla. “Eso es lo que más anhelo. No sé cómo, pero lo haré”. Sí... sin duda, así será…

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