Huertos que unen comunidades

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Por Ana Castillo Muñoz / ana.castillo@elnuevodia.com

El Nuevo Día

Dos comunidades del área metropolitana que parecieran no tener nada en común encontraron en los huertos orgánicos una similitud.

En ambas, la idea de establecer estos huertos surgió para aprovechar espacios baldíos en sus comunidades.

Así fue como residentes de la cooperativa de vivienda Jardines de San Francisco en Río Piedras y del condominio El Monte Sur en Hato Rey organizaron reuniones educativas con sus vecinos e iniciaron sendos proyectos: el primero, con un enfoque económico y, el segundo, recreativo.

El comité de trabajo de Jardines, que recibió una asignación de 15 mil dólares por parte de la compañía Toyota tras someter una propuesta ambiental, empezó a sembrar en febrero cilantrillo, culantro, lechuga y otras semillas.

La propuesta diseñada por la residente y planificadora Rosamaría Quiles tiene el objetivo de adiestrar jóvenes para que ofrezcan talleres sobre la creación de huertos orgánicos para que otras comunidades, al igual que ellos, conozcan que mediante proyectos sencillos se puede generar ingresos.

“Es un esfuerzo colectivo. Creo que es hora de que estos proyectos micro se puedan expandir... Parte de nuestra propuesta es que (los huertos) se multipliquen a otras comunidades”, comentó Quiles, residente en la cooperativa hace 25 años.

Los organizadores de este huerto, que cuenta con el trabajo de 30 a 40 voluntarios que bajan de sus apartamentos todos los sábados, aspiran a la sustentabilidad de la iniciativa mediante la venta de productos, de composta, talleres de siembra y visitas guiadas al huerto que ofrecerán por dos dólares.

Para Quiles, iniciativas como estas ayudan a la integración vecinal y a su vez sirven para educar.

“Parte de nuestro trabajo es lograr la solidaridad, el amor hacia tierra, la paz y la necesidad de compartir. Eso, entre otras cosas, es lo que ha convertido a esto en más que una actividad económica y ambiental”, puntualizó Quiles.

En el caso de El Monte, la siembra y cosecha de alimentos surgió como una actividad recreativa de seis residentes, precisó su encargada, Vivian Otero.

Las cosechas de “El Monte”, como los vecinos también llaman al huerto, que tiene el ancho de una cancha de tenis y ubica cerca de la piscina, les da esa satisfacción de consumir lo que ellos mismos han sembrado.

Estos vecinos sembradores aportan cinco dólares al mes para la compra de semillas, herramientas y gastos de mantenimiento, y cuando la cosecha está lista también comparten los frutos con el resto de los vecinos.

“Esto es una forma de que la gente conozca de dónde viene lo que se come”, señaló Otero.