La Gran Entrevista: el científico Daniel Colón Ramos aboga por una academia de ciencias boricua

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Ricardo Cortés Chico
Captura de pantalla del artículo publicado en El Nuevo Día.

En ocasiones, las noches en el laboratorio eran largas y con extensos períodos de espera. Mientras algún químico reaccionaba o alguna máquina terminaba una de las tareas del experimento, Daniel Colón Ramos usaba el buscador en su computadora para entrelazar sus dos principales intereses: la ciencia y su puertorriqueñidad.

Casi siempre comenzaba colocando en el buscador tres palabras claves: “Ciencia Puerto Rico”. Le seguían otras búsquedas como “científico puertorriqueño” o “biología Puerto Rico”. Pasaba horas revisando los resultados de las búsquedas, pero no lograba identificar muchas comunidades formales de científicos de Puerto Rico. Algunos colegas le decían que la comunidad científica de la isla no era muy grande, pero cada vez que iba a alguna conferencia sobre asuntos científicos se encontraba con algún colega boricua de la isla o de la diáspora.

“Era una paradoja”, dijo. “Así que creamos una página web para crear una red de científicos puertorriqueños y le pusimos como nombre las mismas palabras que ponía cuando buscaba por internet: Ciencia Puerto Rico. Ese fue el origen. Yo esperaba que se registraran 20 o 30 personas, pero la comunidad científica de Ciencia Puerto Rico ahora tiene como 14,000 miembros”, agregó.

Aquellas impresiones de que la comunidad científica puertorriqueña era pequeña y poco robusta quedaron en el pasado. Surgieron nuevas dinámicas y colaboraciones. Había científicos puertorriqueños en todo el planeta, incluyendo las universidades isleñas, muchos de ellos con estudios de calibre mundial, pioneros en su área. Muchos de los que estaban en el exterior, como él, tenían ansias de reconectar con su lugar de origen.

Colón Ramos tiene un resumé extenso. Cuenta con títulos académicos de universidades prestigiosas como Harvard, Duke y Stanford. Tiene su propio laboratorio en la Universidad de Yale, donde estudia cómo se comunican las células para producir los comportamientos y recuerdos. Su trabajo ha sido destacado por el Instituto Nacional de Salud estadounidense y en publicaciones científicas.

Además, es miembro de la Academia Nacional de la Medicina de EE.UU., sirve como síndico del Fideicomiso para la Ciencia, Tecnología e Innovación de Puerto Rico y colabora con el Instituto de Neurobiología de la Universidad de Puerto Rico (UPR). También, copreside la Coalición Científica que asesora al gobierno sobre el COVID-19, grupo que el jueves se expresaba positivamente sobre los cambios a la más reciente orden ejecutiva sobre el coronavirus.

Pero cuando habla de sus logros, lo primero que le viene a la mente es esa interconexión que ayudó a forjar entre la comunidad científica puertorriqueña, cuyo potencial todavía está por explotar.

Hace ya varios años, en una audiencia de la Junta de Supervisión Fiscal, en un debate sobre desarrollo económico, se destacaba el limitado enfoque de las universidades en la isla en la investigación científica. ¿Cómo lo ve usted?

—En Puerto Rico, hay científicos de primera categoría en los centros docentes, pero no se les hace el trabajo fácil. Me parece que no tienen las estructuras administrativas optimizadas para incentivar la investigación tanto como la docencia. Muchas veces veo a mis colegas moliendo vidrios porque no hay los incentivos y se les hace difícil realizar investigación. Hay una diferencia entre tener individuos que hacen investigación a tener programas sistemáticos que facilitan las investigaciones.

El argumento, en aquel entonces, estaba enmarcado en la creación de una economía próspera y moderna…

—Silicon Valley (donde se concentran muchas firmas de tecnología en California) no tiene grandes extensiones de terreno, ni hay minas de silicón. Es un valle donde se concentra la innovación. Lo mismo pasa en lugares pequeños como Singapur. La capacidad económica de Puerto Rico va a depender de que podamos apalancar las capacidades intelectuales de los puertorriqueños. La capacidad de los países se mide con la educación de su gente y en la infraestructura que tengas para capturar esa capacidad de la gente e incentivar el emprendimiento que tiene como cuna las universidades.

Daniel Colon Ramos cuenta con títulos académicos de universidades prestigiosas como Harvard, Duke y Stanford, y tiene su propio laboratorio en la Universidad de Yale, donde estudia cómo se comunican las células para producir los comportamientos y recuerdos. (Michelle McLoughlin)

¿Qué falta por hacer?

—Los programas de investigación tienen dos componentes: reclutamiento y retención. Puerto Rico tiene que empezar con la retención e identificar los talentos que tiene y ponerles una alfombra roja. Eso no suele pasar. En Puerto Rico, si alguien empieza a hacerlo bien, viene una universidad de afuera y es como comerle los dulces a un bebé porque no tienen los recursos para proteger a sus investigadores para retenerlos.

¿La diferencia es económica, facilidades, programas?

—Es en términos estructurales, económicos… Tú tienes unas universidades con unos fondos especiales para asegurar que sus investigadores estén bien cuidados, que tengan lo que necesitan para investigar. Es como el que tiene caballos de carrera y procura que estén bien cuidados. Se aseguran de que sus mejores investigadores están contentos y así los retienes. La UPR (Universidad de Puerto Rico) no tiene fondos para eso. El que se queda y no se va con una oferta del exterior es por amor a Puerto Rico, por amor a la universidad o por razones personales.

¿Y los reclutamientos?

—Las universidades de Puerto Rico han sido muy efectivas reclutando científicos de calibre internacional. Pero, ahora mismo, la universidad, con el vaivén que le provoca la Junta de Control Fiscal... ¿cómo vas a hacer una estrategia a largo plazo con ese tipo de vaivén? Es casi imposible. Yo conozco varios que se han ido de Puerto Rico en los últimos seis o siete años y hubiese sido fácil retenerlos porque eran investigadores que le tenían un cariño especial a Puerto Rico y eran personas que habían desarrollado su vida allá y veían mucho potencial de Puerto Rico.

Sería invertir en investigaciones con el mayor potencial de desarrollo…

—Cuando traes ese talento, de pronto se te crea un nicho de talento y esas mejores plantas de tu jardín las vas ayudando y las vas creciendo... Yo creo que la comunidad científica está despuntando con fuerza. En los cerca de 15 años que llevo, se pasó de discutir cómo era la comunidad científica de Puerto Rico a cuestionarnos por qué con todo el talento que tenemos no estamos a la altura de las instituciones de más alto calibre mundial. Uno de mis mentores, Mariano García Blanco, puertorriqueño, uno de los más reconocidos a nivel mundial en el estudio de virus, fundó uno de los laboratorios más importantes para el estudio del dengue. ¿Sabes dónde lo fundó? En Singapur. El gobierno de Singapur fue donde él y lo reclutó. ¿Qué fuerza en Puerto Rico hay similar para hacer algo así? Es algo que se puede hacer. Tiene que haber ese cambio de mentalidad donde decimos que queremos tener a los mejores recursos, cómo lo podemos hacer…

Usted promueve con ahínco la creación de una Academia de Ciencias en Puerto Rico. ¿Qué aportaría una institución así?

—La idea es que haya una estructura formal que informe al gobierno de Puerto Rico sobre política pública científica. Para que eso ocurra, tiene que haber el interés de los políticos a ser informados desde un punto científico sobre asuntos de política pública.

Es como la aportación que hace la Coalición Científica...

—Nosotros (los científicos) estamos entrenados en manejar la incertidumbre. Es posible que me pueda caer un meteorito encima, pero no es probable. Lo que hace la ciencia es separar eso, lo posible de lo probable.

¿Qué es lo probable en los próximos meses de la pandemia?

—Estoy bastante optimista, aunque inquieta el tema de las nuevas variantes. El período que más preocupaba era la Navidad porque habían aumentado los casos en las elecciones y en Acción de Gracias. Eso (un aumento drástico en diciembre de infecciones) no ocurrió por las órdenes ejecutivas de diciembre que corrieron hasta enero. Estoy optimista también porque, aun con las dificultades que conocemos, han llegado las vacunas y hay un interés del pueblo en vacunarse. Si no tenemos algo inesperado, como una nueva cepa deteriorando el panorama, yo espero que ya en meses empecemos a ver unos cambios significativos en cómo el virus progresa en Puerto Rico, y creo que en el verano tendremos unos meses muy distintos.

Regresando al tema de inversión en las ciencias ¿cómo se puede invertir en la ciencia con las limitaciones de una quiebra?

—Eso se puede ver como decir que no se puede hacer ejercicio porque no te dejan todas las dolencias de salud. Es porque tienes problemas de salud es que tienes que hacer ejercicios.

 

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