La majestuosidad de La Robleda

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Por: 

Ivelisse Rivera Quiñones
Por el anhelo de conservación de sus dueños don Natalio Figueroa y Rafael Maldonado, La Robleda es ahora una servidumbre de conservación del Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico. (Tony Zayas)

Cayey - En las montañas de Cayey, donde la altura y la vegetación hacen que la temperatura esté fresquita, aun cuando el verano se asoma en el calendario, justo allí se levanta majestuosa La Robleda. 

Es una finca de 262 cuerdas de gran belleza y una riqueza ecológica importantísima para Puerto Rico.  

En La Robleda se han identificado 89 especies de plantas, 34 de aves, siete de reptiles, seis de anfibios, dos especies de mamíferos y 24 invertebrados. Estos grupos suman 151 especies de las cuales siete están identificados como elementos críticos por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA).

Dentro de las especies de árboles nativos de montañas, se pueden encontrar endémicas como el ortegón (Coccoloba rugosa), emajaguilla de sierra (Daphnopsis phillipiana) y el pirigallo (Guzmania berteroniana). 

Otra de las especies raras encontradas en La Robleda es el uvillo (Eugenia haematocarpa). Esta especie fue designada en peligro de extinción por el Servicio de Pesca y Vida Silvestre. El uvillo es un árbol pequeño siempre verde que puede alcanzar los 20 pies de alto. Su corteza es suave y de color grisácea o blancuzca. Sus frutos pequeños y redondos son de color rojo intenso. Hasta hace unos años, el uvillo solamente se encontraba en El Yunque, el Bosque Estatal de Río Abajo y una propiedad privada cercana al Bosque Estatal de Carite, informó Edwin Figueroa intérprete ambiental de Para La Naturaleza. 

 

Por esta importancia ecológica, pero sobre todo, por el desprendimiento y anhelo de conservación de sus dueños don Natalio Figueroa y Rafael Maldonado, La Robleda es ahora una servidumbre de conservación del Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico. Significa que todas y cada una de sus cuerdas serán protegidas para el beneficio de las futuras generaciones de la Isla. 

“Las servidumbres de conservación son una especie de tratado que los dueños de las propiedades hacen con el Fideicomiso. En los contratos, se expresan ciertos términos para la conservación y estos se delinean dependiendo del valor ecológico, agrícola, escénico que tenga el área”, manifestó Figueroa, intérprete ambiental de Para La Naturaleza, el brazo de conservación del Fideicomiso.    

Preocupados por lo que pasaría con los terrenos una vez ellos fallecieran, Figueroa y Maldonado decidieron donar por completo la finca al Fideicomiso. Por medio de un usufructo don Natalio sigue siendo el dueño y manejará el lugar hasta el día que fallezca. 

“Por nuestra mente, nunca pasó un desarrollo para este sitio. No pensamos en nada más que no fuera conservación. Inicialmente protegimos 125 cuerdas, pero entonces Rafael se dio cuenta que había que proteger más. Ese movimiento hacia el Fideicomiso lo hizo Rafael”, contó don Natalio afectado ya que Rafael falleció hace pocos meses. 

La conservación fue la que los llevó a mover cieloy tierra para conseguir el dinero una vez se enteraron que la finca estaba en venta. 

“No teníamos dinero, estábamos pela’os. En una visita a la finca, fuimos hasta una de las charcas y yo me quité la ropa, me quedé solo en calzoncillos por pudor y me tiré a nadar. Aquella fue una experiencia bien bonita. Nuestro interés fue siempre conservarla. En Puerto Rico, no hay ese espíritu de conservación porque se impone el lucro”, rememoró don Natalio, médico internista retirado. 

Poco después habían comprado la finca. 

“Siempre teníamos inclinación de conservación y seguíamos a Sara  Peisch, que era una defensora del ambiente. Ella defendía la cordillera porque de ahí es que vienen las fuentes de agua”, dijo mientras mencionaba que en su finca nacen varios tributarios del río La Plata.   

En La Robleda, cuyo nombre deriva del bosque de roble nativo que adorna sus laderas con sus flores rosadas tan pálidas que parecen blancas o tan subidas de tono que se acercan al violeta, hoy día hay ganado de carne, una pequeña siembra de café y una aún más diminuta de cacao.

El bosque de robles sobrepasa los mil ejemplares que florecen durante el verano, en ocasiones hasta dos veces. 

Por ser una propiedad privada Para la Naturaleza no realiza recorridos del lugar, no obstante, sí hace actividades de voluntariado para identificar especies y demás a las que el público puede participar. 

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