La Poli a otro nivel

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Por: Por Joanisabel González joanisabel.gonzalez@elnuevodia.com El Nuevo Día La Universidad Politécnica de Puerto Rico (UPPR) inicia este año académico con un plan de mejoras para facilitar el acceso peatonal a su sede en Hato Rey al tiempo que avanzan los trabajos de construcción y mejoras a la Escuela de Arquitectura y el decanato de Estudios Sociohumanísticos. Los proyectos se llevan a cabo con una inversión que supera los $10 millones, iniciativas que según Ernesto Vázquez Barquet, presidente de la institución universitaria, sirven para continuar la trayectoria de compromiso con la docencia a nivel superior en la Isla. “Este proyecto constituye nuestra tercera fase del plan de desarrollo estratégico”, sostiene Vázquez Barquet, al destacar que las universidades vienen llamadas a mantenerse vigentes para responder a una población estudiantil y un mercado laboral que evoluciona rápidamente. Al cabo de 45 años, “la Poli” es la segunda institución que más ingenieros gradúa en la Isla, después del recinto mayagüezano de la Universidad de Puerto Rico, pero a es la universidad privada hispana, especializada en ingeniería, más grande de todos los Estados Unidos, subraya. “El objetivo del estudiante es hacerse de una carrera, hasta cierto punto, rápidamente”, indica Vázquez Barquet. Destaca, en ese sentido, la jornada de estudios trimestral, los ofrecimientos nocturnos y la ubicación geográfica de la UPPR como tres de los elementos que más atraen al estudiantado. Puede decirse que la UPPR es reflejo de la actividad económica del País, pues floreció junto al boom de la manufactura y la construcción en la década de 1980. Antes de esa fecha, en Puerto Rico, existía el Colegio de Arquitectos, Ingenieros y Agrimensores. A diferencia de la arquitectura y la ingeniería, la agrimensura se estudiaba mediante cursos por correo, por lo que varios agrimensores solicitaron, sin éxito, que la universidad pública diseñara un bachillerato, relata. Trayectoria indisputable La UPPR junto al Liceo Tecnológico decidieron ofrecer el programa y, tras los logros alcanzados, seis años más tarde, en 1974, surgieron los grados de ingeniería y sus diversas especializaciones, arquitectura, gerencia y una escuela graduada. En cuatro décadas, la UPPR ha ido de una matrícula de 350 estudiantes a sobre 5,500 este año, y su fuerza laboral se ha duplicado hasta rondar los 300. Además, cuenta con 300 profesores, de los cuales unos 60 poseen grado doctoral. Hace ocho años, también plantó bandera en el estado de la Florida y acaban de adquirir 16 cuerdas de terreno en el área de Orlando, para servir a una matrícula de sobre 400 estudiantes. Según Vázquez Barquet, el éxito de la oferta de la UPPR es incuestionable, si se considera que ocho de cada diez graduados tienen empleo a la hora de recibir su diploma. “Nuestros profesores continúan trabajando en la profesión que enseñan, por lo que traen al estudiante lo que hay en la calle”, dice. Actualización rápida En tiempo reciente, la Poli hizo ajustes para satisfacer la creciente demanda por lo aeroespacial, la computación y la gestión de la información, dando paso al programa de ingeniería en computadoras, en el que estudian sobre 450 estudiantes. De acuerdo con Alfredo Cruz, coordinador del programa graduado en Ciencias e Ingeniería de Computadoras y Sistemas de Información, la agilidad de la institución fue clave para que, en un lapso de cinco a seis años, se incluyeran en la oferta académica los grados de bachillerato, maestría y hasta un certificado de seguridad de información. La calidad de tales ofrecimientos, señala el académico, propició que la Agencia de Seguridad Nacional y el Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos catalogaran la institución como un centro de excelencia en ese campo hace dos años, agrega el académico. Sin hacer mucho ruido, la UPPR es centro formativo, investigativo y de apoyo para agencias como el Negociado de Investigaciones Federales, el Servicio Secreto, el Departamento de la Defensa, la NASA y la Policía de Puerto Rico. Como parte de ese proceso, la institución recibió cerca de $3 millones en subvenciones para el desarrollo de laboratorios como el de computación forense, plasmas, y otros donde se llevan a cabo proyectos investigativos vinculados con criptografía y esteganografía. Esas disciplinas son el corazón para miles de operaciones en el mundo, desde una transacción con una tarjeta de débito hasta resguardar información sensitiva en torno a las estrategias militares. A preguntas de El Nuevo Día en torno a los retos que supone lidiar con costos ascendentes y recortes a programas educativos a nivel federal, la UPPR ha hecho frente con una operación muy racional, contesta su presidente. “A Mayagüez le cuesta unos $120,000 graduar a un ingeniero, con esa suma, nosotros graduamos tres”. Además, la UPPR ha lanzado recientemente una nueva campaña capital y lleva a cabo múltiples eventos para fortalecer su fondo dotal, que ronda los $11 millones.