Nada que temer en las cuevas

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Por Liz Yanira Del Valle / Especial El Nuevo Día endi.com Una paradoja. El llamado hombre de las cavernas vivía en las mismas. Las cuevas o cavernas eran su vivienda, su templo, su refugio. El hombre moderno, ese que se ofende si le llaman “cavernícola”, destruye las cuevas para construir sobre éstas casas, templos y quién sabe si hasta centros comerciales. El Nobel de Literatura José Saramago manejó el tema de la deshumanización del mundo actual en una obra titulada “La Caverna”, la cual presenta una alegoría de ésta con la descripción de un centro comercial, los cuales, por lo general, no son asociados a la oscuridad, al temor, a lo catastrófico. Eso queda sólo para las cuevas. ¿Será cierto que existen unos mitos sobre estos recursos naturales que contribuyen a su subestimación y desvalorización? “Hay muchos temores en nuestra imaginación colectiva asociados a la conceptualización popular sobre las cuevas, que nos llevan a tener un natural instinto de no entrar en éstas. Estos temores son fundados en la correcta imagen de las cuevas como un ambiente hostil al ser humano por ser frías, húmedas, oscuras, tener alto calor relativo, ser laberínticas, tener multiniveles, piso irregular, pasos estrechos, ser lugares confinados, contener corrientes de aguas, caídas verticales y colapsos inestables”, explicó Julio Rodríguez Planell, presidente de la Sociedad Espeleológica de Puerto Rico (SEPRI). Para Abel Vale, presidente de la Federación Espeleológica de América Latina y el Caribe, los mitos y las creencias populares son parte de nuestra cultura. El tema de la visión creada en nuestra cultura sobre las cavernas no se aparta del proceso histórico. “Mientras los taínos reverenciaban a las cuevas y las usaron para distintos propósitos (habitación y templo), el europeo destruye dicha cultura e impone la suya, la cual le teme a estos sitios debido a los mitos que su cultura tenía sobre éstos. También por albergar murciélagos, el único mamífero que vuela y el cual estaba asociado a las leyendas de vampiros, se reforzaba la visión negativa sobre las cuevas”, dijo Vale, presidente de Ciudadanos del Karso. Al mencionar el proceso histórico, el presidente de SEPRI aseguró que el puertorriqueño que vivía de la economía agrícola veía a los sumideros como el lugar por excelencia para arrojar sus desechos. Es un legado que asimiló nuestra idiosincrasia, dijo. Por su parte, Rodríguez Planell agregó que no sólo los murciélagos son parte de la fauna que por “desconocimiento y sin fundamento popularmente se visualizan como indeseables”. A esa lista se añaden las culebras, ratas, arañas, guavás, grillos, escorpiones y cucarachas, mencionó. “Otros temores que apelan a las cuevas son los temores a derrumbes, terremotos y la asociación de las mismas con el potencial de riesgos naturales como colapso superficial en sumideros, la presencia de histoplasmosis y lugar de vulnerabilidad de los recursos de agua y de fauna”, dijo Rodríguez Planell. Para Vale, es un difícil decir cuál es la visión general de los puertorriqueños sobre las cuevas ya que él desconoce si existe un estudio sobre el particular. Sin embargo, sostuvo que este recurso es el más subestimado y menospreciado de la Isla. “La falta de educación de excelencia en todos los niveles en nuestro País es la razón principal para que ocurra este hecho. Además, carecemos de un Museo de Historia Natural que sirva de paliativo a esta falta de educación y como depósito del acervo natural”, enfatizó el líder conservacionista. El espeleólogo entiende que el Parque de las Cavernas del Río Camuy ha brindado la oportunidad a miles de personas de poder entrar a una cueva de forma segura y que probablemente nunca hubiesen tenido dicha experiencia de no existir el Parque pero aún así hay mucha “desinformación o tergiversación” del tema.